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Johana Gil
Sábado, 11 de marzo 2023, 21:38
La firma del Acuerdo de Paz en 2016 entre el Gobierno de Colombia y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) tuvo un alcance mundial. Incluso llevó a otorgar el Premio Nobel de la Paz al entonces presidente Juan Manuel Santos. Pero aún queda una ... guerrilla que asola al país: el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Este grupo ilegal, con casi sesenta años de historia, también ha optado por el camino del diálogo. Se ha reunido ya dos veces con el Ejecutivo y ha anunciado un tercer encuentro en Cuba.
El ELN acumula casi 10.000 víctimas por los delitos de secuestro, asesinato selectivo, masacres y daño a bienes civiles durante los últimos 37 años. Aunque surgió en la selva colombiana, también se han reportado operaciones en Venezuela. Una de las principales zonas bajo su control está en Arauca, frontera con el país vecino. Se estima que la mitad de sus casi 5.000 integrantes se encuentran en territorio bolivariano, según las investigaciones de InSight Crime.
Al igual que las FARC, el ELN se fundó en 1964. Influenciados por la revolución cubana, los insurgentes eran comunistas que pretendían ser una alternativa política a los dos únicos partidos que gobernaban en el país en aquella época. Aunque ahora sus filas están conformadas, en su mayoría, por campesinos, inició su andadura con intelectuales formados en la isla caribeña. De ahí, sus profundas raíces marxistas e independentistas. También tuvo inspiración teológica y un corte español. Uno de sus máximos líderes fue Manuel Pérez, alias 'El Cura', un sacerdote y guerrillero aragonés nombrado jefe máximo del grupo desde 1973 hasta su muerte veinte años después.
Los insurgentes actúan a través de frentes, cada uno con su propia cúpula, lo que dificulta la unificación de las decisiones. La guerra no es la misma en el norte que en el sur, así como en el este que en el oeste, según los expertos. Sin embargo, hay un Comando Central (COCE), liderado por Eliécer Chamorro, alias 'Antonio García', desde 2021. Chamorro se incorporó al ELN a los 19 años. Poco después de su ingreso, ascendió al COCE en 1980, donde permaneció hasta la renuncia de su predecesor Nicolás Rodríguez, alias 'Gabino', quien actualmente forma parte del equipo de negociadores de paz.
Tras la desintegración de las FARC, las zonas que estaban bajo su control, han sido reclamadas por el ELN. Opera en el 72% del territorio colombiano y en el 33% de Venezuela. Pero, ha tenido que disputarse el dominio de los rincones del país con los disidentes de la extinta guerrilla y otros grupos ilegales. Por esto, los enfrentamientos armados aún resuenan en los pueblos remotos. En la zona rural apartada se suele escuchar el eco de los disparos. Se sabe que están ahí, muy dentro de la selva.
La capacidad bélica del ELN nunca disputó la supremacía de las FARC. Su principal actividad han sido los secuestros extorsivos, una fuente de ingresos durante mucho tiempo para esta guerrilla. En la década de los noventa, los 'elenos' se convirtieron en «especialistas» en retenciones masivas. Entre los hechos más recordados destaca haber mantenido encerradas a 190 personas en una iglesia en Cali, en el oeste del país. Este episodio, ocurrido en mayo de 1999, se ha catalogado como el mayor secuestro en la historia de Colombia. Un mes después, el grupo retuvo un avión comercial con todos sus pasajeros y lo obligó a aterrizar en un área remota. También ha lanzado ataques contra infraestructuras petroleras.
Las autoridades aseguran que el ELN opera a través del cobro de comisiones a los narcos o en negocios relacionados con el tráfico de drogas. Pero la guerrilla lo niega. Además, la presencia de tropas en Venezuela, según el Gobierno, ha sido aprovechada para el control de rutas de contrabando y facilitar la movilidad de combatientes en la frontera.
Pese a que varios mandatarios han intentado un acuerdo de paz con el ELN -en 1975, 1994, 1998, 2005 y 2014-, todos fracasaron. El actual presidente, Gustavo Petro, quien militó en la guerrilla del M-19, quiere ser el que lo logre. Él ha retomado los diálogos suspendidos hace cuatro años por el exmandatario Iván Duque a raíz del atentado en una escuela de Policía en 2019, que causó la muerte de 22 cadetes.
Desde sus comienzos la guerrilla ha dicho tener un propósito social y que su objetivo es el cambio estructural de los problemas que han llevado al conflicto armado. Justo ése es el enfoque de los diálogos de paz. Mientras las FARC pidieron un lugar en el Congreso para dejar las armas, el ELN ha solicitado justicia y participación social para frenar las hostilidades. Un intercambio más difícil de cumplir para el Ejecutivo y que tomará más tiempo del deseado.
Las partes negociadoras van a velocidades diferentes, incluso contrarias. El Gobierno de Petro ya quiere vanagloriarse con resultados rápidos. Pero la guerrilla pretende tomarse el tiempo necesario para analizar y sentar las bases de una transformación.
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