El caos de seguridad deriva en una crisis humanitaria en Haití

La situación del país caribeño no hace más que empeorar y la anarquía genera ya una alarmante crisis humanitaria. Hospitales son atacados, el abastecimiento de alimentos está amenazado y las infraestructuras permanecen bloqueadas en un contexto de constantes enfrentamientos entre la impotente Policía y las bandas.

«Los habitantes viven encerrados, no tienen adónde ir», advirtió Philippe Branchat, responsable para Haití de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), describiendo «una ciudad sitiada».

Por ello Estados Unidos y los países de la UE iniciaron el domingo la evacuación de personal. Las legaciones europeas ya han trasladado a todos sus diplomáticos a la vecina República Dominicana, que ocupa la mitad oriental de la isla La Española, mientras que Washington ha reforzado su legación con marines tras sacar del país a los funcionarios no considerados esenciales.

Los últimos acontecimientos han obligado a convocar asimismo una sesión extraordinaria de la Comunidad del Caribe (Caricom). Representantes de Estados Unidos, Francia y Canadá acudieron también a la reunión celebrada en Jamaica. El jefe de la diplomacia norteamericana, Antony Blinken, abogó por «acelerar una transición a través del establecimiento de una presidencia colegiada» mientras se discute el despliegue de una misión internacional.

La 'rebelión' de las bandas comenzó después de que el primer ministro en funciones, Ariel Henry, decidiera retrasar las elecciones generales de febrero. Cuando estalló la revuelta el controvertido político se encontraba en Kenia, donde intentaba conseguir que el país africano enviara un contingente de policías como parte de una misión apoyada por la ONU. Desde Nairobi viajó hasta Puerto Rico, donde se mantiene varado sin poder volver al país. Desde el exilio se niega a renunciar a su cargo, como le pide parte de la comunidad internacional.

A pesar de que el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó la misión de restablecimiento de paz liderada por la Policía keniana, la operación sigue sin dar comienzo y, entretanto, el conflicto haitiano se acerca a convertirse en una guerra civil. En este escenario, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, se ha mostrado voluntario para acabar con el reguero de sangre. «Podemos arreglarlo. Pero necesitamos una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, el consentimiento del país anfitrión y todos los gastos de la misión que cubrir», aseguró el mandatario en la red social X.

El presidente salvadoreño debe sus últimas victorias democráticas y su fama a la bajada de los niveles de criminalidad del país centroamericano, que se encontraba sumido en una crisis por el poder que tenían las maras en las calles. «Todos los expertos dijeron que no podían ser derrotadas las pandillas, porque eran una parte intrínseca de la sociedad salvadoreña. Se equivocaron. Las aniquilamos. Lo mismo debe hacerse en Haití», comunicó Bukele.

Esta no es la primera vez que el presidente de El Salvador se presta a ayudar a Haití. En enero de 2023, el país centroamericano ya se había comprometido a crear una oficina de cooperación en la nación caribeña para «reducir los altos índices de criminalidad», según informó el Gobierno de Bukele.