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Asier Quintana
Domingo, 3 de marzo 2024
Mientras el foco mundial está puesto en los grandes conflictos geopolíticos de Ucrania y Gaza, Haití se desangra inmerso en su inestabilidad perenne y una guerra entre pandillas que ha acabado con el Estado en un conflicto invisible al resto del mundo. Desde el pasado ... domingo, el país se encuentra en estado de emergencia, con un toque de queda entre las 18.00 horas y las 05.00 horas a partir de este domingo y hasta el miércoles 6 de marzo, después de que la noche del sábado volviera a quedar patente la inestabilidad de la isla. Las bandas criminales que controlan las calles asaltaron la Penitenciaría Nacional de la capital, Puerto Príncipe, y liberaron a más de 3.000 presos, según los sindicatos policiales.
El primer ministro, Ariel Henry, se encontraba en Kenia para firmar un acuerdo para el envío de policías del país africano como parte de una misión apoyada por la ONU para ayudar a restablecer el orden en el país caribeño, por lo que tuvo que ser el ministro de Economía, Patrick Michel Boisvert, el que firmó la declaración como primer ministro en ejercicio del país debido a la urgencia. «Se ha ordenado a las fuerzas de seguridad que utilicen todos los medios legales a su disposición para hacer cumplir el toque de queda y detener a todos los infractores», agregó Boisvert.
El ataque al centro penitenciario tuvo lugar después de que uno de los capos más destacados de Haití, Jimmy Chérisier, alias 'Barbecue', anunciara el jueves el comienzo de una «revolución» contra el Gobierno del primer ministro, Ariel Henry, que se encuentra de viaje oficial en Kenia para ultimar un despliegue de fuerzas internacionales con el objetivo de contener la extraordinaria violencia armada que asola la nación caribeña desde hace años.
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La Policía Nacional de Puerto Príncipe tuvo que pedir refuerzos tanto a sus compañeros del resto de Haití como al Ejército para proteger el resto de cárceles y los edificios institucionales después de que los reclusos huidos convirtieran la urbe en un escenario de enorme confusión.
La prisión albergaba no sólo a algunos de los más destacados criminales del país, sino también a los dieciocho colombianos acusados del asesinato en 2021 del anterior presidente Jovenel Moise, el detonante de la última ola de violencia que vive la mitad occidental de la isla La Española.
El asalto del centro penitenciario culminó cuatro días de terror desde que las bandas criminales lanzaran asaltos contra la Academia Nacional de Policía, la subcomisaría de Portail-Léogane y el Palacio Nacional.
Más de dos años y medio después del magnicidio de Moise, el Gobierno que dirige de forma interina Henry sigue sin jefe de Estado. El primer ministro optó por retrasar las elecciones hasta final de año debido a «la inestable situación». La decisión ha creado más tensión con los partidos opositores y sus seguidores -la mayoría miembros de pandillas- y ha provocado un aumento de secuestros y muertes.
Henry había sido nombrado jefe del Ejecutivo por el propio Moise el día antes de ser acribillado a tiros mientras dormía en su residencia por un comando de mercenarios colombianos y estadounidenses. Un sangriento asalto que sigue rodeado de suspense y que el pasado 20 de febrero dio un nuevo giro al imputar la Justicia a la viuda del exjefe de Estado, Martine Moise, y a cincuenta personas del círculo cercano del fallecido presidente como presuntos cómplices.
A raíz del crimen, Henry se ganó la aceptación de Estados Unidos, Canadá, Francia y otros países occidentales, pero la guerra en las calles y su promesa fallida de convocar comicios han hecho que sus aliados le hayan retirado la confianza.
El problema de las pandillas y sus encarnizados combates por territorios en Puerto Príncipe no es algo nuevo. En 1959 se creó la primera banda a manos del dictador Francois Duvalier para reprimir a la disidencia, y a mediados de los noventa, ya entrados en democracia, los dirigentes políticos crearon sus milicias. Estos grupos integrados por paramilitares comenzaron a dedicarse al tráfico de drogas, sobre todo de cocaína procedente de Colombia y Venezuela.
No fue hasta el terremoto de enero de 2010 -una de las mayores catástrofes de la historia de Haití, que acabó con la vida de más de 220.000 personas en la capital- cuando las bandas comenzaron a ganar la importancia que tienen ahora. Desde entonces luchan entre ellas por las carreteras y puertos para realizar contrabando, fundamentalmente de armas.
Haití, con una población aproximada de 12 millones de habitantes, cuenta con unas 200 pandillas en guerra permanente entre sí. Estos conflictos han provocado un éxodo masivo de la población, sobre todo de Puerto Príncipe, que huye de la desbocada criminalidad.
Según la ONU, cuatro personas son raptadas cada día en el país. Además, en 2023 se identificaron más de 8.400 víctimas directas de la violencia. Todo ello ha hecho que 155.000 personas hayan abandonado sus casas por miedo a estos grupos.
Las protestas convocadas por la oposición para exigir la dimisión del primer ministro interino se han extendido por todo el país y son cada vez más violentas, con enfrentamientos armados contra la Policía. Entre los manifestantes se encuentran grupos que apoyaron a Moise, pero no aprueban a Henry. «Incendiaremos el país si no renuncia», proclamó Guy Philippe, un exlíder rebelde que, junto a la brigada para la seguridad de las áreas protegidas, un grupo conformado por el Gobierno para proteger las zonas fronterizas y los bosques, se ha convertido en uno de los detractores del mandatario.
El partido Juntos por Haití exige igualmente la salida de Henry. «Después de treinta meses de resultados decepcionantes, sólo queda planificar la salida del poder», reclamó el secretario de la formación, Schultz Simpssie Cazir. Estos grupos políticos, con sus bandas, pelean por controlar la capital, gobernada por otras formaciones.
Jimmy Chérisier 'Barbecue', encabeza una federación criminal para conquistar Puerto Príncipe con nueve de las pandillas más poderosas de la ciudad. A los ojos de la Policía es un «miliciano revolucionario» que en su momento ayudó al partido de Moise, el Tet Kale, a alcanzar el poder. Ahora exige la renuncia de Henry porque «no está ayudando a mejorar la situación del país».
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