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México se ha unido al reducido club de países gobernados por una mujer -algo más de una veintena en la actualidad- tras la aplastante victoria de Claudia Sheinbaum, la candidata oficialista, en las elecciones celebradas el pasado domingo. La científica de 61 años y aspirante ... por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), apadrinada por su antecesor en el cargo, Andrés Manuel López Obrador, se convertirá en la primera presidenta que conocen los mexicanos en los dos siglos de historia de la república. Y lo hará con un resultado contundente en las urnas, donde logró en torno al 60% de los votos, un triunfo incluso mayor al pronosticado por las encuestas y por encima del cosechado por su predecesor (53%) en la anterior convocatoria. «No llego sola, llegamos todas», proclamó tras el recuento inicial en el Zócalo, la principal plaza de Ciudad de México, donde nació y ejerció como jefa de Gobierno entre 2018 y 2023. Entonces fue también pionera.
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Asier Quintana
Sheinbaum, graduada en Ingeniería Ambiental y experta en cambio climático, llegará al Palacio Nacional con una doble victoria. Por un lado, la satisfacción personal de haber quedado treinta puntos por encima de su mayor rival, Xóchitl Gálvez, que no alcanzó el 30% de las papeletas con la formación Fuerza y Corazón, y casi cincuenta de Jorge Álvarez Máynez, quien rozó el 11% de los votos con Movimiento Ciudadano. Ambos asumieron su derrota con sendas llamadas de felicitación a la candidata de izquierdas. Por otro lado está su triunfo como líder de una coalición -la de Morena con el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista- que ocupará dos tercios de los escaños de la Cámara de Diputados y la mayoría también del Senado, lo que le permitirá sacar adelante los cambios constitucionales planteados por López Obrador sin necesidad de tiras y aflojas con la oposición. Él no ocultó su alegría por el resultado en las urnas: «Estoy muy contento». La continuidad de su proyecto -y de propuestas como la militarización de la Guardia Nacional, la reforma del sistema electoral o el impulso del voto popular para la elección de jueces- está garantizada con su sucesora, quien define al presidente saliente como «un hombre excepcional, único, que ha transformado para bien la historia del país».
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— @INEMexico (@INEMexico) June 3, 2024
60,7% de los votos
cosechó Claudia Sheinbaum, según el recuento inicial, que seguía este lunes sin cerrarse.
A ella le corresponderá a partir del 1 de octubre, cuando asumirá la presidencia, afrontar «la cuarta transformación» de México, uno de los rincones más peligrosos del planeta, con 77 homicidios de media cada día y más de 100.000 personas desaparecidas. Sólo en la pasada campaña electoral, con un nivel de violencia nunca visto, fueron asesinados una treintena de candidatos. «Me comprometo con ustedes a llevar al país por el sendero de la paz», prometió Sheinbaum, de orígenes judíos, consciente de que entre sus principales retos está frenar el crimen organizado y el imperio de los cárteles y las bandas en un Estado que, a ojos de muchos, funciona desde hace años como un 'narcoestado'. La futura mandataria ha repetido una y otra vez su fórmula: «Cero impunidad». También contra la violencia machista, otra de las lacras -diez niñas o mujeres son asesinadas a diario en el país- que esta exinvestigadora de la prestigiosa Universidad Nacional de México tiene en su objetivo con iniciativas como fiscalías especializadas.
La ganadora de los comicios, curtida en el movimiento estudiantil en los años ochenta, se presenta como una abanderada de las causas sociales en una nación donde un tercio de la población sobrevive en la pobreza y alrededor de 25 millones de personas -en torno a una quinta parte del censo- reciben alguna ayuda pública. «Por el bien de todos, primero los pobres», insistió Sheinbaum, que deberá buscar cómo engordar las arcas del Estado para dar respuesta a tantas necesidades y reducir un déficit fiscal que se acerca al 6%, el mayor en un cuarto de siglo pese a las políticas de austeridad de López Obrador. Su heredera, que fue felicitada por la cúpula empresarial, líderes de todo el mundo e instituciones como la UE, ha asegurado por ahora que no encarecerá el precio del combustible, ni de la electricidad. Su baza para aumentar la recaudación pasa por el 'nearshoring', es decir, transferir una parte de la producción de empresas extranjeras al norte de México para atraer inversiones.
A Sheinbaum, cuya etapa al frente de la capital quedó marcada en negativo por los fallos técnicos y los accidentes en el metro, con 29 muertos, le tocará lidiar además con uno de los asuntos que mejor conoce, el cambio climático, que ha empujado al 70% del territorio nacional a una sequía excepcional. Ella es partidaria de las energías limpias, uno de los contados puntos de fricción con su antecesor, que inyectó millones a la endeudada Pemex, la petrolera estatal. Como López Obrador, que la fichó en el año 2000 como portavoz de campaña, su sucesora tendrá que mirar también hacia Estados Unidos no sólo por la política migratoria sino también por su relación comercial -es el principal socio de Washington- aunque todo dependerá de quién gane la carrera hacia la Casa Blanca en otoño. Mientras, la futura presidenta disfrutará de su victoria en las mayores elecciones en la historia mexicana, en las que casi 30 millones de compatriotas eligieron su papeleta.
La victoria de Claudia Sheinbaum fue recibida dentro y fuera de México como un «hecho histórico» por convertirse en la primera presidenta del país, algo impensable hace menos de dos décadas, cuando la persona que ocupaba ese mismo puesto, Vicente Fox (Partido Acción Nacional), calificaba a las mujeres de lavadoras «de dos patas». Lo dijo en 2006, meses antes de que terminara su sexenio en el poder. Hoy, el Banco Central o la Corte Suprema del país azteca están liderados por mujeres (Victoria Rodríguez y Norma Lucía Piña, respectivamente) y ellas fueron mayoría -por solo un par de escaños, eso sí- también en el Congreso de los Diputados durante la legislatura que acaba de cerrarse.
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