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La máquina de detener mareros en El Salvador, base del triunfo del presidente Nayib Bukele, no se detuvo ni siquiera este domingo en que el país celebró sus principales elecciones. La Policía Nacional Civil buscaba desde hace tiempo a Otoniel Alexander Lemus Lemus, un abogado ... experto en extorsiones perteneciente a la mara Salvatrucha. Y se lo encontró en el colegio Capitán Gerardo Barrios del municipio de Santa Ana cuando depositaba su voto. Los agentes le detuvieron al momento y en un comunicado posterior el ministerio informó que Lemus era un «terrorista peligroso» a las órdenes de los pandilleros, aunque eso sí, precisó que sus andanzas se remontan a los gobiernos preBukele, puesto que el actual Ejecutivo ha barrido de las calles estas actividades criminales. Le aguarda una celda compartida con cien personas casi siempre a oscuras. No se sabe a quién votó Otoniel, pero es casi seguro que al presidente reelegido, no.
Tampoco es que le haya hecho falta la papeleta. Bukele ha superado la barrera del 85% de sufragios -anoche se barajaba que estaría alrededor del 87,4% y los más optimistas lo elevaban incluso al 90%- y quedaba por confirmar que su partido, Nuevas Ideas, había cosechado 58 de los 60 escaños de la Asamblea Legislativa. El presidente poseerá prácticamente el poder total en El Salvador y lo utilizará para dar «continuidad al régimen de excepción» con el que ha encarcelado a 96.000 mareros y reducido en un 68% el número de delitos cometidos por unas bandas otrora mortíferas.
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En medio de la resaca electoral, algún politólogo habla ya de la «eliminación del sistema electoral» tradicional y su sustitución por un «modelo nuevo» basado en la 'bukelización' de la política. El analista internacional Daniel Zovatto, que acuña este término, considera que el presidente ha aplicado el máximo rendimiento a su política sobre seguridad ciudadana para buscar «una reelección a todas luces inconstitucional -fue necesario un subterfugio para que Bukele sortease la prohibición expresa en la Constitución de presentarse una vez más al cargo-, desmantelar la democracia representativa, acabar con la división de poderes, debilitar el Estado de Derecho» y avanzar hacia un sistema que le permita «mantenerse en el poder todo el tiempo que sea posible».
2,4 asesinatos
por cada 100.000 personas es la tasa de criminalidad en El Salvador, muy baja.
Al margen de estos análisis, el dirigente reelegido fue este lunes a lo llano. En un discurso en el Palacio Presidencial, aseguró que su triunfo se debe a que ha dado prioridad a los derechos de la «gente honrada sobre los derechos de los delincuentes» y criticó a sus detractores, bien del plano nacional como del internacional, que le acusan de vulnerar los valores fundamentales. «Pasamos de ser el país más inseguro del mundo, a ser el país más seguro de todo el continente americano», dijo, antes de señalar que las urnas certifican su estrategia. «El pueblo habló fuerte y claro y dijo: queremos continuar el camino que llevamos», proclamó.
Sin citarla, Bukele habló de la 'bukelización' que le aguarda a la nación. Anunció con orgullo que esta legislatura «será la primera vez» en la que «en un país existe un partido único en un sistema democrático» y se ufanó de que «toda la oposición junta quedó pulverizada». Los comicios han seguido en ese sentido el guión que ya circulaba en precampaña. Los pronósticos apuntaban que el presidente ganaría por mayoría y que la oposición histórica encarnada por el FMLN -del que salió en su día el dirigente antes de fundar Nuevas Ideas- y el movimiento Arena estaban abocadas a la práctica desaparición.
Líderes de las dos formaciones, además de los partidos Vamos y Nuestro Tiempo y miembros de las Juntas Electorales, denunciaron este lunes las deficiencias registradas en el recuento de los votos. Hubo grandes retrasos y una inoportuna caída de la red de suministro de datos, El Tribunal Supremo Electoral se vio obligado finalmente a autorizar que las actas se hicieran a mano y que los funcionarios las trasladasen a la sede central. Al parecer, se duplicaron actas, en algunos municipios hubo hasta tres veces más votantes que empadronados y en otro ni siquiera los aparatos de transmisión llegaron a aparecer en el colegio. «Los números que han presentado tienen demasiadas inconsistencias», comentaron fuentes del tribunal a 'La Prensa Gráfica'.
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Los medios internacionales destacaban este lunes lo insólito de que Bukele se proclamara vencedor absoluto cuando aún el recuento estaba en pleno proceso -de hecho, se alargó todo el día- e incluso varios gobiernos americanos le llamaron para felicitarle antes de que se conocieran los resultados.
La jefa de la misión de observadores de la Organización de Estados Americanos (OEA), Isabel de Saint Malo, despejó, sin embargo, cualquier sombra de «fraude» y certificó la legalidad de los comicios porque la «amplia diferencia entre Bukele y otros candidatos no deja dudas sobre los resultados». El secretario de Estado de EE UU, Antony Blinken, valoró «nuestra fuerte relación con el pueblo de El Salvador, forjada durante más de 160 años y construida sobre valores compartidos, lazos regionales y conexiones familiares». Por su parte, el Gobierno alemán recomendó a Bukele «preocuparse por garantizar el respeto a los derechos humanos en su lucha contra la criminalidad».
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