Asier Quintana
Lunes, 15 de julio 2024, 19:08
Los ruandeses acudieron este lunes a las urnas en unas elecciones presidenciales y legislativas en las que el actual mandatario, Paul Kagame, que dirige el país desde 1994, y su partido, el Frente Patriótico, volverán a ganar con mayoría absoluta. Alrededor de nueve millones de ... personas están convocadas para certificar un fraude que el próximo sábado desembocará en el anuncio de que el dictador suma otra victoria.
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Junto a su nombre se publicarán los de los ochenta miembros de la Cámara de Diputados (Cámara Baja del Parlamento), de los que veinticuatro serán mujeres designadas al margen de los comicios. En la anterior cita electoral, Kagame logró el 99% de los votos. El resto de las papeletas se repartió entre la oposición autorizada y un partido independiente.
Nada hace pensar que ocurrirá algo distinto al incuestionable triunfo de Kagame de hace siete años. Nadie en el país discute que encabezará un cuarto mandato consecutivo ante una oposición inexistente. Todos los que se postularon en su contra fueron misteriosamente asesinados o encarcelados por atentar contra el presidente. Entre rejas se encuentran también periodistas o críticos del 'régimen democrático'.
Kagame llegó al poder en plena guerra civil y puso fin a uno de los peores genocidios cometidos en África. Por aquel entonces, el país vivía una sangrienta contienda entre tribus. Los hutus, mayoría en el territorio, atacaron a la minoría, los tutsis. Fueron asesinadas más de un millón de personas y violadas 250.000 mujeres.
El actual presidente, perteneciente a los tutsis, acabó con este conflicto creando una identidad nacional y con mano dura. En treinta años ha logrado aumentar el PIB hasta los 13.000 millones de dólares. Además, ha conseguido crear una comunidad que busca contribuir al desarrollo y ha hecho que la educación y la sanidad sean gratuitas. Con ello, Ruanda es uno de los países más estables del Continente Negro. No obstante, la oposición considera que no ha traído ninguna reconciliación fuera de la capital, Kigali. «La gente le elogia porque ven Kigali, pero desarrollar un país no es celebrar reuniones internacionales ni pagar a empresas para que lo visiten», comentan sus críticos.
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En el ámbito internacional, Kagame ha convencido a la Unión Europea para que anualmente envíe paquetes de ayuda económica, a Estados Unidos para que destine más de cien millones de dólares para programas de desarrollo y al Reino Unido para pactar el envío de migrantes. Este programa, sin embargo, ha quedado suspendido desde la llegada al Gobierno de Londres del laborista Keir Starmer.
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