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G. Elorriaga
Sábado, 8 de junio 2024, 20:48
Todos los caminos de la crisis de Grandes Lagos conducen a Ruanda. El genocidio que sufrió el pequeño país fue el preludio del largo conflicto que sufre Congo desde 1996. La llegada de millones de refugiados hutus a los Kivus encendió un conflicto que aún ... prosigue. La disputa saltó la frontera avivada por el enfrentamiento con los banyamulenges, los tutsis congoleños. Además, el control de los abundantes recursos mineros de la zona incentivaba la lucha.
La Primera Guerra del Congo (1996-1997) aunó milicias y el apoyo ruandés para derrocar al dictador Mobutu Sese Seke. La Segunda (1998-2003), fue un conflicto entre dos coaliciones internacionales que se disputaban las riquezas del país y que se saldó con más de 5 millones de muertos, la mayoría civiles y por inanición.
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Gerardo Elorriaga
A lo largo de los últimos veinte años, la contienda no se ha detenido, solo se ha focalizado en la provincia de Kivu Norte. Apoyado por el gobierno de Kigali, el comandante guerrillero Laurent Nkunda creó la milicia Congreso Nacional para la Defensa del Pueblo (CNDP) que reactivó los combates. Su derrota en 2009 implicó la inclusión de sus huestes en el Ejército regular.
El M23 es el último fruto de esta disputa en un territorio sin ley de facto. En 2012 antiguos miembros del CNDP abandonaron las Fuerzas Armadas para instigar una nueva sublevación que se ha mantenido hasta la fecha. Las razones del levantamiento son difusas, pero parecen responder al interés por el dominio de los recursos naturales y la estrategia de Ruanda, siempre Ruanda, empeñada en mantener su lucrativa influencia sobre el gigante vecino.
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