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La espectacular y futurista megalópolis que construye Egipto tendrá el rascacielos más alto de África. Pablo M. Díez
La nueva capital de Egipto, una pirámide del siglo XXI

La nueva capital de Egipto, una pirámide del siglo XXI

Con un coste estimado de 55.000 millones de euros, el presidente Al Sisi levanta en el desierto una nueva y faraónica capital administrativa a 50 kilómetros de El Cairo y en medio de una grave crisis económica por su alto endeudamiento

Pablo M. Díez

Enviado especial. El Cairo

Miércoles, 13 de diciembre 2023, 00:19

Como un espejismo, un bosque de futuristas rascacielos se alza en medio del desierto a unos 50 kilómetros al este de El Cairo por una autopista de ocho carriles. Todavía en construcción y sin nombre, es la nueva capital administrativa de Egipto, adonde se trasladarán los ministerios y edificios oficiales para descongestionar El Cairo, una de las ciudades más caóticas y superpobladas del planeta con más de 20 millones de habitantes.

Siguiendo el ejemplo de otros países que también mudaron sus capitales, como Brasil a Brasilia y Kazajistán a Astaná, el proyecto de una nueva sede para el Gobierno egipcio se venía estudiando desde la época de Hosni Mubarak, pero fue derrocado por la revolución de la Primavera Árabe en 2011.

Tras el breve período de los Hermanos Musulmanes en el poder, el golpe de estado de 2013 devolvió las riendas de Egipto a un militar, el general Abdelfatá al-Sisi, quien gobierna sin oposición desde 2014 y acaba de celebrar esta semana sus terceras elecciones. Al igual que en las anteriores, ganará por abrumadora mayoría porque los únicos que podrían hacerle frente, los Hermanos Musulmanes, están en la cárcel, el exilio o silenciados.

Dentro de sus megaproyectos para relanzar Egipto, las obras en la nueva capital administrativa empezaron en 2015. Después de ocho años, que han vivido retrasos por la pandemia del Covid-19, ya hay edificios operativos, como el de la Universidad Internacional de Alemania, y los rascacielos de su distrito financiero se levantan entre un trajín de albañiles y máquinas excavadoras.

Entre sus numerosas mezquitas, la Nueva Capital Administrativa de Egipto cuenta con la de Al Fattah al Alem, la segunda mayor del país. P. M. Díez

Aunque todavía queda mucho por hacer, Al-Sisi escogió la nueva capital administrativa, y más en concreto su lujoso hotel St. Regis Al Masa, para lucirse ante el mundo con la cumbre de paz para Gaza celebrada el pasado 21 de octubre. Es cierto que las imágenes emitidas por televisión mostraban la ciudad como si estuviera finalizada y no en obras, pero lo que ya se ve es impresionante.

Desde los arcos que marcan la entrada a la ciudad hasta el 'skyline' de rascacielos, en la futura capital de Egipto todo será, nunca mejor dicho, faraónico. Con 700 kilómetros cuadrados, algo más que la superficie de Madrid capital, albergará en su primera fase a unos siete millones de habitantes, sobre todo a los funcionarios de los 18 ministerios y del Parlamento que se trasladarán a las nuevas sedes oficiales.

Entre ellas destacará la del todopoderoso Ministerio de Defensa, que emulará al de Estados Unidos pero no será el Pentágono, sino mucho mayor: el Octógono, con una superficie siete veces más amplia. No podía ser menos con Al-Sisi viniendo del Ejército y los militares controlando la mayoría de la economía y la propia construcción de esta ciudad.

Tradicionl carácter laico

Pero el resto de edificios no le van a la zaga, como la mezquita de Al Fattah al Aleem, que tiene capacidad para 17.000 fieles, y la catedral de la Natividad de Cristo, con un aforo de 8.200 personas para que rinda culto la comunidad cristiana ortodoxa del país, los coptos. El mismo día, el 6 de enero de 2019, Al-Sisi inauguró ambos recintos para simbolizar la convivencia religiosa en este país musulmán, que tradicionalmente ha destacado por su carácter laico pero vivió un peligroso auge del islamismo durante la época de los Hermanos Musulmanes. Al margen del valor simbólico de ambos templos, su utilidad real tardará todavía en llegar, pues la mezquita estaba vacía el día que la visitamos y en la catedral no había más que albañiles trabajando.

Con un coste estimado en 60.000 millones de dólares (55.000 millones de euros), la Nueva Capital Administrativa de Egipto dispondrá de las infraestructuras más avanzadas y servirá para descongestionar El Cairo. P. M. Díez

Más imponente aún es la Torre Icónica, como se llama el rascacielos de cristal que, como si fuera uno de los obeliscos históricos de Egipto, despunta en el centro de su distrito financiero. Con sus 394 metros, es ya el edificio más alto de África y está siendo levantado por una firma estatal china, Corporación de Construcción e Ingeniería (CSCE), que es una de las mayores promotoras públicas del mundo.

Buscando influencia en una región de vital interés geoestratégico, el autoritario régimen de Pekín ha acudido en auxilio del Gobierno egipcio, que está arruinado y vive de préstamos del extranjero. Desde que Al-Sisi tomó el poder en 2014, su deuda externa se ha disparado de 46.000 millones de dólares (42.500 millones de euros) hasta los 165.000 millones de dólares (152.000 millones de euros) reconocidos por el Banco Central en junio de 2023.

Algunos edificios, como este de la Universidad Alemana Internacional, ya están terminados en la Nueva Capital Administrativa de Egipto. P. M. Díez

La pésima situación económica que Egipto sufre desde hace años se ha visto agravada primero por el Covid, que hundió los ingresos del turismo en 2020 y 2021, luego por la guerra de Ucrania, que encareció las materias primas y el grano y disparó la inflación de productos básicos como el pan y el aceite, y finalmente por el nuevo estallido en la vecina Gaza.

Aunque el conflicto entre Israel y Hamás está desestabilizando a Oriente Próximo, Al-Sisi juega sus cartas tanto entre las naciones árabes hermanas como con Occidente, ya que es uno de los principales aliados de Estados Unidos y la Unión Europea en la zona. Gracias a su mediación con Qatar para la liberación de rehenes de Hamás y a la entrada de ayuda humanitaria en Gaza desde el paso fronterizo de Rafah, Egipto ha visto revalorada su posición internacional. Al igual que en ocasiones anteriores, se espera que vuelva a lograr créditos extranjeros para refinanciar su deuda, que el próximo año le obligará a pagar unos vencimientos de 42.000 millones de dólares (39.000 millones de euros).

«Inflación récord»

«Económicamente, el país está en medio de una grave crisis, marcada por la inflación récord disparada por una aguda caída del valor de la libra egipcia y una falta de divisas extranjeras. Los hogares han estado sufriendo frecuente escasez de artículos básicos, como azúcar y arroz, y el Gobierno ha impuesto cortes regulares de electricidad en verano para reducir gastos», detalla la experta Lisa Guirado en un análisis del Instituto Tahrir para la Política de Oriente Medio (TIMEP, en sus siglas en inglés). Además, destaca que los «ricos benefactores de Egipto en el Golfo, que han destinado miles de millones de dólares en asistencia económica durante la pasada década, han mostrado sus reticencias para seguir rescatando al país. Adicionalmente, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha detenido el préstamo de 3.000 millones de dólares (2.780 millones de euros) firmado con Egipto el año pasado por las reticencias de las autoridades para llevar a cabo dolorosas reformas económicas, especialmente la adopción de un tipo de cambio oficial flexible».

En construcción desde 2015, la Nueva Capital Administrativa de Egipto es el proyecto faraónico del presidente El Sisi, pero ha sido muy criticado por su alto coste en medio de la grave crisis económica que sufre el país. P. M. Díez

Entre dichos cambios que el FMI reclama al Gobierno de Al-Sisi figura también darle más peso al sector privado, ya que buena parte de la economía sigue en manos de empresas estatales y, sobre todo, del Ejército. Junto al caos del país y la dificultad para hacer negocios, eso hace que Egipto capte poca inversión occidental y, finalmente, acabe cayendo bajo la influencia de regímenes como el chino. Buena prueba de ello es que, de la mano de Pekín, entró en agosto en el grupo de las potencias emergentes de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), junto a Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Etiopía y Argentina.

A tenor de Goldman Sachs, Egipto necesita un rescate del FMI de 15.000 millones de dólares (13.900 millones de euros) solo para pagar a sus acreedores. Para seguir recibiendo ayuda internacional con la que financiar sus macroproyectos, Al-Sisi se está posicionando como mediador en el conflicto árabe-israelí mientras, por otra parte, negocia con la UE un plan multimillonario para detener la inmigración ilegal desde esa parte del mundo.

Al Sisi ha adelantado las elecciones para legitimarse aún más en el poder de cara a las duras reformas que deberá acometer

Ante las duras reformas económicas que su Ejecutivo deberá acometer el próximo año para seguir recibiendo fondos extranjeros, Al Sisi ha adelantado las elecciones para legitimarse aún más en el poder y tener las manos libres durante los próximos meses, que serán cruciales para el futuro de Egipto.

Mientras tanto, las obras siguen en la futura capital administrativa entre fuertes críticas debido al elevado endeudamiento público. Para justificarse, Al-Sisi insiste en la necesidad de descongestionar El Cairo y modernizar el país para hacer frente a su crecimiento demográfico. Para el futuro, se calcula que la nueva capital administrativa podría albergar entre 18 y 40 millones de habitantes, ya que está previsto que Egipto, que tiene una población de cien millones de habitantes, llegue a los 160 millones en 2050 y supere los 200 en 2100.

La megalópolis cuenta con la mayor catedral ortodoxa del país y Oriente Medio para su comunidad copta. P. M. Díez

Por ese motivo, los distritos residenciales ocuparán el 67% de la futura capital, que cuenta con nuevo aeropuerto internacional ya operativo y dispondrá de 18 hospitales, 2.000 centros educativos, 1.250 mezquitas e iglesias, 40.000 habitaciones de hotel e infinidad de centros comerciales. A pesar de enclavarse en medio del desierto, las autoridades planean construir también un parque de ocho kilómetros cuadrados por donde discurrirá un río, lo que ha suscitado protestas ecologistas.

Pero lo que más critican los egipcios es que será una capital para ricos, al igual que las ciudades satélite levantadas alrededor de El Cairo. A un precio inicial de 8.500 libras egipcias (255 euros) el metro cuadrado, pocos pueden permitirse tal lujo en Egipto, donde un tercio de la población vive en la pobreza. «Para nosotros, que ganamos 250 libras al día (7,5 euros), será imposible», se resigna Mohamed, albañil de 20 años, a los pies de la Torre Icónica, donde cuenta que trabajan numerosos obreros traídos desde China.

Como si fuera un faraón, Al-Sisi levanta en la nueva capital administrativa su particular pirámide del siglo XXI. Al igual que los faraones, el riesgo es que acabe enterrado en ella.

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