Un incendio en un edificio ocupado en Sudáfrica provoca más de 70 muertos

El antiguo distrito empresarial de Johannesburgo comenzó hace tiempo su decadencia hasta el punto de que los grupos criminales dominan hoy muchos de sus rincones. «Hay cárteles que se aprovechan de personas vulnerables. Algunos de estos edificios, si no la mayoría, están en manos de ellos, que cobran el alquiler a la gente», ha denunciado Lebogang Isaac Maile, jefe del departamento de Asentamientos Humanos de la provincia de Gauteng, que incluye esta ciudad, con 4 millones de habitantes, tras el fatal incendio en uno de esos bloques de ladrillos blancos y rojos. No se sabe a cuánta gente –sobre todo extranjeros– alojaba pero «mucha pudo quedar atrapada en el interior», ha reconocido el portavoz de Emergencias, Robert Mulaudzi.

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Los bomberos se encontraron con numerosos cuerpos amontonados junto a un portón de seguridad dentro del inmueble. Estaba cerrado, lo que impidió que pudieran huir de las llamas. Algunos de los supervivientes lograron forzar el cerrojo de una puerta de emergencia y otros, aún en estado de 'shock', relataron haber visto a personas lanzarse desde las ventanas en un intento desesperado de salvar también sus vidas. La escena con el fuego ya sofocado era dantesca, con decenas de cadáveres calcinados bajo mantas y sábanas en la calle. Muchas de las víctimas quedaron irreconocibles. «Es un día triste para la ciudad de Johannesburgo (...) En más de veinte años de servicio nunca vi algo como esto», ha admitido Mulaudzi.

Las autoridades locales confirmaron que algunos espacios del edificio estaban ocupados por indigentes, algo habitual en los bloques en desuso que salpican el centro de Johannesburgo. Hace sólo un par de meses, en junio, otro fuego en la zona se cobró la vida de dos niños menores de diez años que quedaron atrapados en un apartamento. En el incendio de este jueves, la víctima más joven no había cumplido los 2 años. «Nuestros corazones están con todos los afectados por este desastre», ha expresado el presidente de Sudáfrica, quien espera una investigación sobre lo ocurrido para que no vuelva a suceder. Maile ha advertido de que estas tragedias «demuestran un problema crónico de vivienda en nuestra provincia, hay al menos 1,2 millones de personas que necesitan casa».

El edificio donde ocurrió el último suceso era de propiedad municipal y había sido alquilado a una organización benéfica para mujeres desplazadas, pero «terminó sirviendo a un propósito diferente», ha explicado el alcalde de Johannesburgo, Kabelo Gwamanda. El inmueble estaba, además, cargado de historia ya que formaba parte del patrimonio nacional del 'apartheid' –como recordaba una placa en la entrada del portal– pues era el lugar donde los sudafricanos recogían los 'dompass', los documentos que les autorizaban a trabajar en áreas de la ciudad que pertenecían a los blancos.