El ejército de Gabón acaba con medio siglo de poder de los Bongo

Varios altos oficiales anunciaron este miércoles ante la televisión nacional la destitución y arresto domiciliario del presidente, Ali Bongo, y la constitución del Comité para la Transición y la Restauración de las Instituciones (CTRI), nuevo órgano de gobierno. Su líder será el general Brice Oligui Nguema, hasta ahora jefe de la Guardia Republicana. En su alegato, los amotinados adujeron la crisis que sufre Gabón y el carácter fraudulento de los recientes comicios, que carecieron de observadores y periodistas extranjeros. Poco después, se difundió un vídeo del depuesto dirigente en el que reclamaba el apoyo de sus amigos y les alentaba a «hacer ruido» contra el golpe de Estado.

Francia y la Unión Africana (UA) condenaron la acción y exigieron respetar el resultado electoral, mientras que Rusia y China manifestaron su «preocupación». Las calles de la capital, Libreville, mostraban a una multitud que celebraba el golpe y vitoreaba a los uniformados. Este país ha permanecido bajo el dominio de la familia Bongo desde 1967. Entonces, Omar, padre del actual mandatario, asumió la presidencia tras la muerte de Léon M'ba, su antecesor. Tras el fallecimiento del progenitor, ocurrida hace catorce años, Ali lo sucedió y permaneció al frente de Gabón hasta su caída.

Los ciudadanos que celebraban el fin del veterano régimen no clamaban este miércoles por la aparición de la compañía rusa Wagner. Francia cuenta con cerca de cuatrocientos efectivos en el campo de Gaulle, cerca de Libreville, con funciones de formación e importantes intereses en la explotación de hidrocarburos y uranio. El país ha sido un tradicional aliado de París, especialmente condescendiente con los Bongo, a pesar de su flagrante corrupción. Esta estrecha alianza se ha deteriorado, tal y como aventuran medidas tan evidentes como su solicitud de adhesión a la Commonwealth, organización a la que se sumó el pasado año.

El petróleo ha constituido tradicionalmente la mayor fuente de ingresos del país, con una producción de 200.000 barriles diarios. Gabón, con una población similar a la de Euskadi, es el tercer Estado africano en renta per cápita, aunque las variables macroeconómicas esconden una realidad muy injusta. Al menos la tercera parte de sus habitantes sobrevive bajo el umbral de la miseria, el 40% de los jóvenes carece de trabajo y los servicios públicos se han degradado. En los últimos años, la continua desviación de los fondos estatales y la fluctuación del precio del crudo han provocado graves problemas.

El Estado ha sufrido graves crisis derivadas del autoritarismo, enmascarado en un sistema aparentemente democrático y multipartidista. Tras las elecciones presidenciales de 2016, la república experimentó una revuelta de gran magnitud. Ali venció por una mínima ventaja al opositor Jean Ping, expresidente de la UA, un resultado amañado, según denunciaron inspectores foráneos.

El descontento popular se manifestó en el incendio del edificio de la Asamblea Nacional. El presidente sufrió un derrame cerebral en 2018, y en enero de 2019 el ejército intentó despojarle de su cargo. Cuatro años después, la cúpula castrense ha acabado, por fin, con el poder de los Bongo.