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Sudán explotó hace más de tres meses, justo cuando debían firmarse los acuerdos para devolver el poder a los civiles, con una guerra imprevista entre el ejército y los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF, sus siglas en inglés). Una lucha por el ... poder que sigue hoy abierta, mientras este rincón de África se desangra. Sólo en la primera semana de enfrentamientos se registró casi medio millar de víctimas mortales. «Se están cometiendo crímenes de guerra generalizados mientras el conflicto arrasa el país», denuncia Amnistía Internacional que, en un informe publicado este jueves, documenta un enorme número de muertes de civiles en ataques tanto deliberados como indiscriminados, casos de violencia sexual contra mujeres y niñas, acciones contra bienes como hospitales e iglesias y saqueos generalizados.
El informe con un título tan descriptivo sobre la tremenda situación que soporta el país como 'Death Came To Our Home' ('La muerte vino a nuestra casa') se centra sobre todo en Jartum, la capital, con 7 millones de habitantes en la zona metropolitana, y Darfur Occidental. Pero «civiles de todo Sudán sufren un horror inimaginable cada día que pasa mientras las RSF y las Fuerzas Armadas compiten temerariamente por el control del territorio», retrata Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional. La inseguridad machaca la rutina de quienes no han podido huir de esta guerra. Los asesinatos se producen en el interior de las casas, cuando salen a buscar «desesperadamente» comida, agua o alimentos, en mitad del fuego cruzado o, de manera deliberada, en ataques selectivos. No hay un lugar donde los sudaneses estén a salvo.
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Gerardo Elorriaga
La barbarie que asola el país, donde los intentos de alto el fuego han sido en vano, toma forma también de violencia sexual, unos actos considerados por la comunidad internacional como crímenes de guerra. Hay decenas de mujeres y niñas -incluso de tan sólo 12 años- entre las víctimas de ambos bandos. Los testimonios son escalofriantes, como el de Geneina, de 25 años: «Me fui de casa porque había disparos por todas partes (...) y estos criminales me violaron. Ahora tengo miedo de estar embarazada (...) No puedo soportarlo». Otras mujeres han sufrido esclavitud sexual. La organización tiene documentado un caso en el que las RSF secuestraron y retuvieron a más de una veintena durante días en un hotel.
Ni los paramilitares dirigidos por Mohamed Hamdan Dagalo, alias Hemedti, ni las Fuerzas Armadas lideradas por Abdel Fattah al Burhan respetan en este sangriento conflicto -que carece de carácter internacional por la escala de los combates- a los civiles. «Deben dejar de atacar a la población y garantizar el paso seguro de quienes buscan seguridad», reclama Callamard, consciente de que sudaneses de todas las edades han quedado atrapados en el fuego cruzado. Los ataques contra barrios muy poblados son frecuentes en el país y, además, ambas partes utilizan a menudo armas explosivas con impacto en amplias superficies. En la región de Darfur, concreta Amnistía Internacional, conviven con una auténtica «espiral de violencia», con un nivel de «muertes y destrucción incalculables».
El mismo día que empezaron los enfrentamientos, el pasado 15 de abril, la médica Ala Fawzi al Mardi falleció en el barrio Hay al Manara, en Omdurman. Tenía 26 años. «Esa mañana despertamos en el infierno. Por todas partes se oía el sonido incesante de disparos y bombardeos [...] Me preocupaba mi hija, que había salido a trabajar en el hospital», cuenta su padre, Fawzi al Mardi, en el informe que acaba de ver la luz. Muchas instalaciones sanitarias y humanitarias repartidas por todo el Estado han acabado destruidas, con serios daños o saqueadas y, como consecuencia, numerosos civiles se han quedado sin forma de conseguir medicinas o alimentos en un país que ya malvivía antes del estallido bélico. Su economía se vio muy deteriorada tras la secesión de Sudán del Sur, que se llevó el 75% de los ingresos. La inflación ha llegado en algunos momentos a estar incluso por encima del 300%.
Agnès Camallard
Secretaria general de Amnistía Internacional
Las luchas étnicas en una nación con 597 tribus son otro de los problemas añadidos a esta guerra. En Darfur Occidental, por ejemplo, muchas personas de etnia masalit escaparon al este de Chad pero decenas han perdido la vida. Amnistía Internacional recoge el testimonio de residentes en Misterel, al sudoeste de Geneina, que hablan de 58 civiles muertos en un día (el 28 de mayo) tras choques entre grupos armados masalit y las RSF con sus milicias aliadas. Zeinab Ibrahim Abdelkarim, de 27 años, perdió a su marido: «Irrumpieron en nuestra casa a las ocho de la mañana y fueron a la habitación donde estaban mi esposo y sus cuatro hermanos y los mataron a tiros a todos (...) Vinieron luego a la habitación donde estaba yo con mis hijos y otras doce mujeres y niños y niñas (...) Nos pegaron con palos y látigos y dijeron: '¿Dónde están las pistolas?' y luego nos robaron los teléfonos».
La organización, con este informe plagado de declaraciones desgarradoras sobre la mesa, pone deberes a la comunidad internacional para frenar la sangría de Sudán. Entre otras medidas, pide que se aumente «de forma significativa» la ayuda humanitaria para el país africano, que sus Estados vecinos garanticen que sus fronteras están abiertas para «la población civil que busca seguridad» o que se amplíe «inmediatamente« el embargo de armas a toda la nación.
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