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Los combates entre el ejército sudanés y las milicias de la Fuerza de Apoyo Rápido (RSF) se han cobrado ya casi dos centenares de víctimas civiles y 1.800 heridos. Las estimaciones de víctimas se han duplicado en las últimas veinticuatro horas, mientras los choques, ... iniciados el pasado sábado, se repiten con especial virulencia en Jartum, la capital, y ciudades como Omdurman y El Obeid. «La gente pensaba que la situación no podía ir a peor, pero estaba equivocada», aseguran a EL CORREO fuentes locales vinculadas a la cooperación internacional. Este lunes proseguían los bombardeos aéreos en torno a la Comandancia General del Ejército y el Palacio Presidencial y se escuchaban los duelos artilleros en otros barrios.
La confusión es la tónica general. «No se sabe qué zona controla cada facción y la gente permanece en los sótanos de las casas», indican. El desabastecimiento no es la única amenaza. También llegan noticias de asaltos a domicilios particulares y saqueos cometidos por los irregulares, tal y como ha sucedido con el material médico de la ONG Save the Children. «Estamos hablando de una vasta área urbana con 7,5 millones de habitantes», señalan. «Algunas zonas están más afectadas y otras permanecen ajenas al conflicto», explican.
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La posibilidad de una negociación se antoja complicada. Abdelfatah al-Burhan, el jefe del Estado Mayor, ha declarado la disolución de las RSF por su implicación en un presunto complot golpista. Mientras que Mohamed Hamzan Dagalo 'Hamidti', líder rebelde, ha solicitado la intervención internacional. El Consejo de Seguridad de la ONU se ha reunido, pero existen pocas esperanzas de que sus resoluciones sean respetadas por los combatientes.
La imagen de tropas regulas luchando contra milicias no se corresponde con la realidad. «Las RSF cuentan con unos 100.000 miembros mejor retribuidos que los soldados», advierten los interlocutores y señalan que el estallido no es casual. El pasado 1 de abril se debía firmar un acuerdo para la devolución del poder a autoridades civiles, pero no se llegó a hacer. «Los militares no van a devolver nada sin garantías sobre su impunidad y el mantenimiento de sus intereses empresariales».
La reacción del ejército a las maniobras de las fuerzas lideradas por Hamidti ha desencadenado el conflicto. Al parecer, el comandante desplazó a unos 60.000 hombres al sur de la capital y los posicionó en lugares estratégicos. «Pensamos que era una maniobra para presionar en la mesa de negociaciones, no imaginábamos algo así», confiesan.
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La población permanece como convidado de piedra en esta contienda. Su situación ya era difícil antes del estallido bélico. La economía sudanesa se ha deteriorado gravemente tras la secesión de Sudán del Sur, que se llevó el 75% de los ingresos, la elevada carga que supone la partida militar en un territorio con varios conflictos periféricos y la generalizada corrupción. «Hemos padecido periodos de inflación del 358%», indican y reconocen su impotencia para predecir el curso de los acontecimientos. «La gente sale de sus casas para comprar cuando cesan los bombardeos y en las zonas más afectadas no hay electricidad ni agua», puntualizan.
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