Los partidos apuran la campaña más atípica exprimiendo al límite sus expectativas
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Sánchez inocula a los suyos la fe en la remontada y Feijóo se vuelca en evitar verse atado por VoxUna España recalentada en plena canícula asistió anoche al cierre de la campaña más atípica hacia unas elecciones generales. Las ha habido, sin duda, con un mayor grado de trascendencia y dramatismo, desde las que consolidaron el tránsito de la dictadura a la democracia hasta ... aquellas otras que pusieron a prueba el valor del voto en libertad en unas urnas enlutadas por el terrorismo de distinto signo.
Si la carrera hacia este 23-J ha sido excepcional es por su convocatoria en una insólita fecha veraniega, por coronar una legislatura de alto voltaje que ha consolidado el 'bibloquismo' y por lo mucho que se juegan todos los actores que compiten, con Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo al frente. En puertas de acudir a las urnas, con récord de 2,6 millones de sufragios por correo y tras la agotadora concatenación del 28-M con estas generales adelantadas, los contendientes se afanaron en la traca final en exprimir sus expectativas sabiendo que casi toda la suerte está ya echada.
El candidato a la reelección y el aspirante a relevarle bajaron el telón de dos campañas muy distintas exacerbando su estrategia. Que en el caso de Sánchez ha pasado por convencer a los suyos de que su enésima remontada frente a los pronósticos es posible, una esperanza que parece haber prendido a tenor de cómo ha calado en los socialistas la excitada confianza en la victoria (o en la no derrota). Y en el de Feijóo, por asentar hasta el último minuto su 'leitmotiv' para desalentar a la izquierda: 'Voy a ganar, vótenme masivamente para poder prescindir de Vox'.
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Miguel Ángel Alfonso
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