La casa de Bertín y la cocina de Tezanos
Campaña sobre campaña ·
Día 2Secciones
Servicios
Destacamos
Campaña sobre campaña ·
Día 2¿Qué es España? Se supone que toda campaña electoral de unas elecciones generales debería servir para responder a esa pregunta. Pero tras cada visita a las urnas en democracia, la pregunta se mantiene y la respuesta, o las respuestas, no sirven. No sirven por ... sí solas. La respuesta cabal debería contener la suma de todas ellas, pero ese es un rompecabezas que da mucha pereza montar. A mí, el primero. Prefiero refugiarme en la respuesta que me regalé a mí mismo hace alguna glaciación: en una portada de la revista Triunfo, tan añorada, aparecía ese interrogante. Y el editor se respondía: España, como palo enjabonado. Una gigantesca cucaña donde nunca termina de hacerse cumbre.
Quien observe esta precampaña, o campaña neonata, podría responder que tal vez España resida en algún punto equidistante de los dos polos donde hasta ahora gravita: la cocina de Tezanos y la casa de Bertín. El primero amuebla la empanada mental del segundo generando su propio caos, una tendencia muy celtibérica que desemboca donde acaban siempre los españoles: en el Callejón del Gato. El esperpento es la aportación española (junto con, ojo, la picaresca) a la historia de la literatura, lo cual explica muy bien las reacciones histéricas que se reservan para justificar la extraña encuesta del CIS (con uno de cada cuatro riojanos confesándose indeciso) y para desacreditar al famoso ¿cantante? por las compañías que elige para sus guisos: ya decía Woody Allen que la comedia es drama más tiempo. Un axioma corregido por nuestro paisano Rafael Azcona, quien sostenía que la comedia es algo que le pasa a otro y drama, lo que te pasa a ti.
Allen y Azcona nos ayudan a distancia para interpretar a su manera los meandros que dibujan esta campaña tan rara. O precampaña. Donde se superponen los actos electorales con destino a las diferentes urnas: tu pueblo, tu región, tu país y allá al fondo Europa, por donde se asomaba este martes Dolors Montserrat en una especie de minimitin, habida cuenta la escasa audiencia congregada y el breve espacio reservado para que, con la excusa de las pensiones, hiciera como su jefe Casado: criticar a Sánchez. Todo muy español. Demasiado clásico. Para que la candidata al Europarlamento sonara más creíble, debería haberse modernizado: asomarse a la oreja dispuesta en las plazas de Madrid y decirle al oído cuánto lo detesta. Y confesar a su propio yo dónde se sitúa ahora el alma del PP: si en la casa de Bertín o en la cocina de Tezanos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.