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A quince días de las elecciones del 5 de noviembre en Estados Unidos, muchos ciudadanos europeos todavía piensan que el posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca apenas cambiará sus vidas. El problema lo tendrían aquellos votantes norteamericanos que piden emociones fuertes a ... la política y no les preocupan las tendencias autoritarias y las mentiras de un candidato convicto e inmerso en varias causas judiciales penales.
Pero si finalmente triunfa el aspirante republicano (las encuestas señalan un empate y en la recta final puede pasar cualquier cosa), podemos estar seguros de tres consecuencias muy negativas para Europa.
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En primer lugar, Trump ha prometido llegar a un pacto con Vladímir Putin para alcanzar un alto el fuego y congelar la guerra de Ucrania. No se trata de alcanzar la paz, sino de recompensar al agresor ruso, que se quedará con una parte del territorio ucraniano. El resto del país invadido, gobernado desde Kiev, no contará con garantías suficientes de seguridad por parte estadounidense, y las europeas no serán suficientes. Con el tiempo, se convertirá en un vasallo de Moscú o en un país inestable (o en los dos). La frontera Este de Europa conocería nuevas tensiones, porque un Putin victorioso tendría todos los incentivos para iniciar nuevas aventuras expansionistas.
En segundo lugar, si gana Trump la OTAN se debilitará. El expresidente contempla rebajar la presencia militar norteamericana en Europa. Ha anunciado que solo se protegerá a los aliados que aumenten su inversión en defensa hasta los niveles que él decrete. Si bien este ahorro de costes por parte estadounidense debería servir para que los europeos reaccionaran con rapidez, sabemos que ni la Unión ni sus Estados miembros están en condiciones políticas y económicas de poner en pie a corto plazo capacidades propias de seguridad y defensa.
En tercer lugar, Trump ha anunciado que financiará el presupuesto sobre todo a través de aranceles, porque no va a renunciar a su propuesta de bajar los impuestos, empezando por las rentas más altas. Depender de aranceles de este modo es una propuesta descabellada, que generará una alta inflación. Tal iniciativa también desatará una guerra comercial peor de la que ya existe entre Estados Unidos y China, con consecuencias nefastas para el viejo continente. La Unión Europea es una economía más abierta que la de las dos superpotencias y depende enormemente de las exportaciones para conseguir niveles aceptables de crecimiento.
De modo que los europeos debemos esperar lo mejor y prepararse para lo peor, como recomendaba Pessoa. Nada de lo que ocurra en Estados Unidos a partir del 5 de noviembre nos puede ser ajeno.
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