Varios trabajadores metalúrgicos manipulan una cuba de hierro fundido para proceder a su vertido en la cuchara. Dmitry Volochek
Pensilvania primera parte

Orgullo, sudor y acero en el corazón de Pensilvania

El antiguo esplendor de la metalúrgica US Steel, que llegó a emplear a 340.000 personas antes de la reconversión industrial, todavía despierta la nostalgia en uno de los siete Estados bisagra de estas elecciones

Mercedes Gallego

Enviada especial. Pensilvania

Domingo, 20 de octubre 2024

Esta es una historia de poder. Del poder que se forja en los altos hornos del corazón industrial de América, templado por el sudor de los sindicatos y manejado con maestría por los políticos. Es, también, la del poder de un astuto multimillonario que ha ... sabido captar el desencanto de la clase trabajadora y hacerle creer que resucitará el sueño americano.

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En Pittsburgh, la imponente torre de US Steel ya no exhibe el nombre de la compañía que una vez dominó la producción mundial de acero y definió a EE UU como potencia. En su lugar, ahora luce el del Centro Médico de la Universidad de Pittsburgh (UPMC), símbolo de la transformación de la ciudad al sector sanitario y educativo. En 1943, US Steel empleaba a 340.000 personas. Hoy, con apenas 22.000 trabajadores, produce solo un 5% del acero mundial, frente al 50% de antaño. Asia ha devorado al mercado, con China, India, Japón y Corea del Sur a la cabeza.

La cifra

20 escaños electorales

escaños electorales, de los 270 que se necesitan al menos para ser proclamado presidente, se reparten en el estado de Pensilvania. En 2020 los demócratas ganaron las elecciones aquí por solo 81.660 votos. Biden obtuvo 3.459.923 apoyos (50,02%) y Trump 3.378.263 (48,8%).

El desaparecido letrero de US Steel no es solo un símbolo nostálgico de la reconversión industrial, es una herida que aún supura en el alma de Pensilvania, un estado más grande que Andalucía y Cataluña juntas. La última puñalada en el orgullo nacional es la posibilidad de que la empresa construida por los míticos J.P. Morgan y Andrew Carnegie pierda su identidad estadounidense. Es como si el Banco de Sabadell pasase a ser madrileño, o el Bilbao Vizcaya, catalán. El 'América First' de Donald Trump resuena con tanta fuerza entre los votantes que el gobierno de Joe Biden se ha subido al carro al anunciar que bloqueará la oferta de Nippon Steel de 14.900 millones de dólares por razones de «seguridad nacional». Los economistas, sin embargo, ven más motivos electorales que prácticos, porque la oferta japonesa duplica con creces los 7.300 millones que había puesto sobre la mesa la empresa de Ohio Cleveland-Cliffs.

Desde su colmena de acero en el centro de Pittsburgh, Jess Kamm, portavoz del poderoso Sindicato de los Trabajadores del Acero, que ahora engloba a los de otras muchas industrias y servicios, está convencida de que el presidente les apoyaría «aunque no estuviera en campaña, porque Biden siempre ha demostrado sensibilidad sindical», asegura. El sindicato teme que la empresa nipona cierre las fábricas para abrir el mercado a sus productos, aunque nada impide que Cleveland-Cliffs haga lo mismo.

Cuatro personas observan la ciudad de Pittsburgh desde el mirador de Mount Washington. Adobe Stock

1.300 empleos

«Hay algo profundamente erróneo en que US Steel sea de una empresa japonesa», opina Vince D'Antoni, gerente de sección en la centenaria planta de Butler de AK Steel, otro gigante acerero de 1899 adquirido por Cleveland Cliffs, cuyo epitafio es el de un coloso de la contaminación. El senador de Ohio, JD Vance, candidato a vicepresidente con Donald Trump, describe en su bestseller llevado al cine, 'Hillbilly, elegía rural', a AK Steel como la columna vertebral de su pueblo, que se desmoronó a la par que se apagaban los hornos. Mientras la pobreza, la adicción y la violencia doméstica corroyó los cimientos de Middletown (Ohio), Butler (Pensilvania) se salvó gracias a la adquisición de Cleveland-Cliffs, que ha modernizado, democratizado y reconvertido medioambientalmente la fábrica, preservando 1.300 empleos en un pueblo de 13.100 personas donde esta gigantesca planta sigue siendo el pilar económico. Según el concejal Troy Douthett, el 80% de Butler depende de esta manufacturera, la última del país que aún produce acero para los transformadores eléctricos. «Sin ella, Butler se acaba», sentencia el gerente.

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En su contexto

  • 12,9 millones de habitantes tiene Pensilvania, que tras la crisis industrial del acero pierde población de forma paulatina. Es el quinto estado más poblado de la unión, por detrás de California, Texas, Florida y Nueva York.

  • Principales ciudades Filadelfia (1.550.542 habitantes), Pittsburg (303.413), Allentown (124.587) y Harrisburg (capital), con 49.984.

  • La tierra de los amish Las partes rurales del centro y sur de Pensilvania son reconocidas a nivel nacional por sus notables comunidades Amish, grupos etnorreligiosos que se niegan a vivir con comodidades como la electricidad.

D'Antoni aclara que no habla en nombre de la empresa. Saluda a izquierda y derecha en la cervecería 'Missing Links', porque en Butler es difícil entrar a un local donde no haya un trabajador de la fábrica. A 'Bob 2 dólares' se le conoce por regalar a los niños esos billetes de dos dólares con fama de rareza. Joe se acaba de jubilar, después de 40 años en la empresa. Y el propio D'Antoni se considera un recién llegado, porque «solo» lleva 15. «Antes, para conseguir uno de estos trabajos sindicalizados bien pagados, tenías que tener un padre o un abuelo que trabajase aquí. Ahora, la fuerza laboral se ha diversificado», explica. Y con ella también la ideología política de los empleados, que ya no votan como un ejército siguiendo las directrices del sindicato, ejército electoral del Partido Demócrata.

El gobernador de Pensilvania, Josh Shapiro, que fue serio aspirante a la vicepresidencia en la lista de Kamala Harris, trabajó con los sindicatos y el gobierno para salvar a la planta de Butler de nuevas regulaciones, que hubieran requerido una aleación diferente para «mejorar la eficiencia energética, la resiliencia de la red eléctrica nacional y reducir las emisiones de gases invernadero», alegó el Departamento de Energía. Shapiro, cuya popularidad después de esto podría haberle dado a Harris el estado que más necesita para ganar las elecciones, se quedó fuera de la papeleta presidencial porque la vicepresidenta tuvo «mejor química» con el gobernador de Minnesota, Tim Walz. Algunos creen que el hecho de que Shapiro sea un judío feroz defensor de Israel, en pleno conflicto de Gaza, jugó un papel decisivo en su eliminatoria, por el temor a antagonizar a parte del electorado.

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Un grupo de personas protesta ante la sede de United Steel Workers. REUTERS

La prosperidad de Butler

Frente al Middletown de Vance, en Butler brilla la prosperidad. Hay que conducir kilómetros y kilómetros para bordear las 526 hectáreas que ocupa la fábrica, por un paisaje de antenas, chimeneas y esqueletos industriales entrelazados por un tren de mercancías. Sus trabajadores ganan entre 80.000 y 150.000 dólares al año, disfrutan de un buen seguro médico y cómodas pensiones. «Es un buen lugar para trabajar», confirma D'Antoni. «Nuestro mayor problema ahora es que los candidatos superen las pruebas de drogas», explica. A diferencia de Trump no le echa la culpa a la porosidad de la frontera. No está de acuerdo con él en todo.

Las claves

3,4% es la tasa de paro

de Pensilvania, por debajo de la media nacional, que está en el 4,1%. En cuando al PIB, se sitúa 69.663 dólares por persona y es el sexto estado en esta clasificación. Por detrás de los cuatro que le superan en población y de Illinois.

80% de la población

del estado es blanca no hispana, en su mayoría descienden de inmigrantes alemanes, irlandeses, escoceses, galeses, italianos e ingleses.

A pesar de tener un puesto de responsabilidad bien remunerado, la inflación y la economía pesan en su voto por Trump, «el único presidente que renunció a su salario», subraya. «Los aranceles que impuso (de hasta el 25%) mantuvieron vivas nuestras fábricas», asegura. Los economistas concuerdan en que fue un respiro para la industria, aunque señalan que también elevaron los precios a los fabricantes que dependían del acero importado. Del mismo modo, D'Antoni cree que la propuesta de Kamala Harris para controlar la inflación trasladará los costos a los consumidores, empeorando la situación.

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El panorama del país le parece tan precario, que está dispuesto a taparse la nariz y votar por el irreverente magnate cuyos modales tanto le disgustan, pero al que considera el único candidato capaz de cambiar el rumbo. «Ojalá se callara y se dedicara a hacer su trabajo», suspira. «Eso es lo que la mayoría piensa por aquí, que deje las redes sociales a otro y haga lo que tiene que hacer».

La reconversión industrial aún supura en el alma de Pensilvania, un estado más grande que Cataluña y Andalucía juntas

La presidencia de Trump dejó buen recuerdo: «Sus aranceles (de hasta el 25%) mantuvieron vivas nuestras fábricas»

Trump ganó este condado con un 65% de los votos en 2020 y, tras sobrevivir a las balas en su recinto ferial, todo indica que superará la marca este 5 de noviembre, porque la América rural ha cerrado filas en torno a él. La cuestión es si logrará compensar el grueso de los votos demócratas de las grandes ciudades como Pittsburgh y Filadelfia, donde Harris, Walz e incluso Barack Obama están espoleando a los votantes en la recta final. Para cuando llegue la noche electoral, puede que la llave de la Casa Blanca esté en manos de los trabajadores siderúrgicos de Butler, o en lo más alto del US Steel.

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