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En el universo Trump, la política, los negocios y la familia no suelen tener fronteras muy definidas. Pero, aun así, la implicación de la esposa y los cinco hijos del magnate (Donald, Ivanka, Eric, Tiffany y Barron) en sus actividades públicas es muy variable y ... ha fluctuado según las épocas. En su primer mandato, de 2016 a 2020, fue Ivanka –junto a su marido, Jared Kushner– la más involucrada en la gestión. En cambio, ahora las figuras más influyentes son el primogénito, a quien suelen llamar Don Jr., y la mujer de Eric, Lana.
Pero, antes de repasar la prole del líder republicano, hagamos un alto obligado en su tercera y actual esposa, Melania: veinticuatro años más joven que él y nacida en Eslovenia cuando aún formaba parte de Yugoslavia, la exmodelo es una mujer sorprendentemente opaca, que prefiere el segundo plano. De alguna manera, parece diseñada para evidenciar las contradicciones y debilidades de su marido: es la esposa extranjera del hombre cargado de prejuicios contra la inmigración –antes que ella, solo hubo una primera dama nacida en otro país, y fue una inglesa en la primera mitad del siglo XIX–, su principal iniciativa en la Casa Blanca se centró en combatir el ciberacoso –mientras Donald insulta sin medida a quien se le antoja– y, en plena campaña, ha hecho pública su postura favorable al aborto, una de las cuestiones más sensibles para su electorado. «No hay lugar para concesiones cuando se trata de este derecho esencial», ha afirmado.
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Don Jr. tiene 46 años, ocho menos que la actual mujer de su padre, y es hijo de Ivana, como los dos siguientes de la lista. Junto a Eric, es vicepresidente ejecutivo de la Trump Organization, el emporio familiar, y se ha visto salpicado por algunas maniobras turbias de su padre. Don Jr. ha adquirido un peso inesperado: es un eficiente recaudador de fondos, consiguió situar a su amigo JD Vance como candidato a la vicepresidencia y tiene un gran ascendiente sobre las bases del Make America Great Again, gracias a su podcast 'Triggered', su apoyo a variadas teorías de la conspiración y su perfil de amante de la caza sin miedo a remangarse. Sigue el modelo faltón de su padre y, por ejemplo, se refirió a Biden como «el monstruo del Lago Ness del pantano». Está divorciado y comprometido con Kimberly Guilfoyle, exfiscal y expresentadora de la Fox. La mayor de sus cinco hijos, Kai, de 17 años, ya participó en la Convención Nacional Republicana con un discurso en el que retrataba a Donald como un abuelo «normal» para sus diez nietos: «Nos da caramelos y refrescos cuando nuestros padres no miran».
Ivanka, de 43 años y convertida al judaísmo para casarse con Jared Kushner, abandonó su puesto en el negocio familiar y su firma de moda para implicarse a fondo en la primera campaña y el primer mandato de su padre, donde los dos miembros del matrimonio ejercieron de asesores al más alto nivel. La bautizaron como la 'primera hija', más comprometida que la primera dama. Pero, en esta ocasión, su participación en la campaña ha sido llamativamente escasa. ¿Razones? Por un lado, sus florecientes negocios actuales: Kushner dirige un fondo de capital privado de 3.000 millones de dólares. Por otro, los analistas consideran que la pareja es demasiado sofisticada, con un aura pija que podía retraer a un sector de los votantes de Donald Trump. Ivanka ya ha anunciado que, esta vez, prefiere «priorizar» a sus tres hijos.
El siguiente es Eric, de 40 años, que sí ha intervenido bastante en la campaña, pero quizá más arrastrado por su condición de consorte que por la de hijo: su esposa, Lara Trump, es la nueva estrella del clan. En marzo, la exproductora y presentadora de televisión y cantante amateur fue nombrada copresidenta del Comité Nacional Republicano, donde se ha encargado de cerrar las sangrantes fisuras entre el partido y el trumpismo, y además se ha ocupado de dar la cara por su suegro ante las cámaras, sin apartarse de sus postulados pero añadiéndoles una sonrisa. Tiene dos hijos con Eric y es divertida la historia del inicio de su noviazgo: ella le preparó por su cumpleaños una tarta en forma de corazón adornada con el dibujo de un fusil de asalto, porque creyó que debía de ser lo que él utilizaba para cazar.
Tiffany, de 31 años, es la única hija de Trump con la actriz Marla Maples y no se muestra muy activa políticamente. Además, ahora tiene otras preocupaciones: se casó con el multimillonario de origen libanés Michael Boulos y el mes pasado anunció su embarazo. Y nos queda Barron, el pequeñín de más de dos metros, que ya ha cumplido los 18 y ha podido votar por su padre, además de convencerle de centrar buena parte de su campaña en los podcasts y no en los medios tradicionales. Es el único hijo del magnate con Melania y su propia madre suele apodarle 'pequeño Donald': en 2016, cuando la familia se mudó a la Casa Blanca, era un crío muy serio de 10 años aficionado a vestir de traje, jugar al golf y despedir niñeras. Actualmente ha empezado a estudiar en la escuela de negocios de la Universidad de Nueva York y ayer, cuando su padre proclamó su victoria, se le vio esbozar una inusual sonrisa.
En una entrevista concedida el año pasado a la Fox, Donald Trump aseguró que, en un segundo mandato, sus hijos no van a tener cargos en la administración, porque ya había sido «suficiente» para ellos con el primero. «Es demasiado doloroso para la familia. Mi familia ha pasado por un infierno. Nadie sabe lo que han pasado», dijo. Y citó el ejemplo de su hija y exasesora Ivanka: «Ella tenía una firma de ropa realmente exitosa. Quiero decir que estaba haciendo una fortuna. Y la cerró».
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