Los resultados de las elecciones en La Rioja no dejan lugar a dudas: Gonzalo Capellán, candidato del PP, será el próximo presidente de La Rioja. No tendrá que negociar nada con nadie. Le bastará con presentarse en el Parlamento el día indicado, leer su discurso de investidura y recibir el entusiasta apoyo de sus 17 diputados. El Partido Popular ha conquistado la mayoría absoluta, algo que no se producía desde el año 2011, y gobernará la comunidad autónoma en solitario. El castigo al PSOE ha sido sonoro y generalizado. La todavía presidenta, Concha Andreu, que hace cuatro años consiguió acabar con una hegemonía popular que se prolongaba desde 1995, se despide del Palacete de Vara de Rey con una caída inapelable, al quedarse con doce escaños de los 15 que defendía. «Ha sido una derrota rotunda», reconocía Andreu cuando el escrutinio todavía no había finalizado.
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El nuevo Parlamento se completa con los dos partidos minoritarios que han logrado rebasar la barrera del 5% de los sufragios: Vox, que se convierte en tercera fuerza política y consigue dos escaños; y Podemos-IU, que por los pelos mantiene los dos asientos que ocupaba en el convento de La Merced. Ninguno de ellos, sin embargo, será decisivo ni tendrá capacidad de influencia en el próximo Ejecutivo regional. De esta manera, Capellán consigue un resultado redondo. No solo podrá gobernar, sino que lo hará con las manos libres, sin tener que pagar el molesto peaje de llegar a acuerdos, siquiera puntuales, con la extrema derecha. Un alivio que a estas alturas no solo se percibe en Duquesa de la Victoria, sino que resuena como un bálsamo tranquilizador en Génova: un quebradero menos de cabeza para Feijóo.
Editorial
Diario La Rioja
El giro a la derecha ha sido elocuente en toda la región. En Logroño, Conrado Escobar (PP) también logra la mayoría absoluta y, de todo el poder municipal que había conseguido el PSOE en 2019, solo en Arnedo, y mediante pacto, parece posible que los socialistas retengan la Alcaldía. El anunciado desplome de Ciudadanos se ha traducido en un voto masivo al Partido Popular, que recupera así uno de sus feudos tradicionales. Capellán se ha anotado la quinta mayoría absoluta que consigue el PP desde el advenimiento de la democracia. Las cuatro anteriores llevaron la firma de Pedro Sanz.
Tiene también Feijóo otro motivo para sonreír. Su movimiento en La Rioja, aunque arriesgado, se ha demostrado exitoso. Ante los problemas del PP local para resolver de manera incruenta la sucesión de José Ignacio Ceniceros, Génova tomó la decisión de postergar el prometido congreso regional, olvidar las proclamas de democracia interna y designar candidato a Gonzalo Capellán.
Capellán, catedrático de Historia Contemporánea e hijo de Patricio, histórico alcalde de Haro, poseía un pedigrí popular fuera de toda duda, aunque vivía alejado del día a día de la formación política. Sanz lo reclutó para dirigir la Consejería de Educación en su último mandato, aunque dejó el puesto, casi por sorpresa, en 2014, cuando el entonces ministro de Educación, José Ignacio Wert, le propuso trasladarse a Londres para trabajar en la Embajada de España en el Reino Unido. Su nombre ya había sonado entonces como posible delfín de Pedro Sanz, pero Capellán prefirió emprender la aventura británica. De Londres regresó en 2020 para dar clases en la Universidad de La Rioja. En verano, Génova pensó en él como la mejor solución para resolver el embrollo en el que se había metido el partido.
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Su expeditivo nombramiento provocó la dimisión del exconsejero y precandidato Alberto Bretón, que se unió a los descontentos del PR+para fundar un nuevo partido, Por La Rioja. Las urnas, finalmente, han refrendado la decisión de la cúpula popular. Capellán ha obtenido un resultado incluso mejor del que le auguraban los pronósticos. La aventura de Bretón se cierra, en cambio, con un resonante fracaso. Ni él consigue acta de concejal de Logroño ni la candidata al Parlamento, Sonsoles Soriano, entrará en el convento de La Merced. Los dos han quedado muy lejos de la barrera electoral.
La confusión de partidos regionalistas ha jugado en contra de todos ellos. El PR+ llegó a un acuerdo de coalición con la España Vaciada, aunque con un deficiente resultado. Retiene –sin poder de influencia– la Concejalía en Logroño, pero han quedado muy lejos del listón del 5% en el Parlamento. Con una participación sensiblemente mayor, han conseguido incluso menos votos que los que hace cuatro años logró elPR+ en solitario.
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El triunfo de Capellán supone la despedida de Concha Andreu, que solo ha podido permanecer cuatro años en el Palacete. No ha sido un mandato plácido. Le tocó vivir la pandemia y la subsiguiente crisis económica, aunque también emprendió una guerra interna crudelísima para hacerse con los mandos de su propio partido. El carrusel de ceses y destituciones en el que convirtió la primera parte de su mandato ha contribuido a sembrar una imagen de inestabilidad de la que no se ha podido desprender. Aunque Andreu fue finalmente elegida secretaria general con un apoyo masivo de su partido y ha logrado confeccionar un grupo parlamentario a su medida, no sería de extrañar que una derrota tan contundente reabriera las heridas internas, no del todo suturadas, en el PSOE.
También es probable que haya jugado en contra de Andreu la ola nacional, sobre todo porque, al contrario que otros barones socialistas, la presidenta riojana no solo no ha tratado de distanciarse de las políticas de Pedro Sánchez, sino que ha exhibido con orgullo su sintonía con Moncloa. Los datos económicos favorables, especialmente los referidos al desempleo, no han sido suficientes para convencer a la ciudadanía, que ha acudido a las urnas en número notable, hasta alcanzar una participación del 72,4%, siete puntos más que en el 2019.
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Sea por la razón que fuere, los riojanos han decidido castigar al Gobierno de Andreu y devuelven al PSOE a los años oscuros de la oposición. Así como el PP ha conseguido hacerse con el 45% de los votos, los socialistas se han tenido que conformar con un 32%, seis puntos menos que en 2019. Sus quince diputados se han quedado en doce y para colmo se enfrentan a una nueva mayoría absoluta de sus adversarios. En 2015 lograron aún menos escaños (diez), pero aquellas elecciones estuvieron marcadas por la irrupción de los nuevos partidos, que recortaron las expectivas de las grandes formaciones. El resultado del PSOE encuentra mayor parangón con los que se produjeron en los años 1995 a 2011, marcados por el dominio incontestable del Partido Popular.
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