Las 'calles abiertas' marcan el debate

El alcalde, Pablo Hermoso de Mendoza, resumió su intervención en una pregunta que -mirando fijamente a la cámara, sin consultar papeles- quiso formular a todos los ciudadanos de la capital: «¿Qué tipo de ciudad quieres para tus hijos, para tus nietos?» Y añadió un par de ejemplos: «¿La calle República Argentina estaba mejor en 2019 o ahora? ¿Y la calle Fundición?» Reconoció el acalde que las obras habían creado «incomodidad», pero se mostró convencido de que este es el modelo de ciudad europeo, el único posible en un futuro urgido por el cambio climático, y señaló que la llegada de fondos de Bruselas exigía rapidez en la ejecución. «La UE no financia dobles filas», sentenció. Y aclaró que Logroño, a su juicio, debe seguir «creciendo hacia dentro, manteniéndose como una ciudad centrada, compacta y densa».

Fijó Hermoso de Mendoza el contenido del debate y la mayoría de los aspirantes recogió el guante y se dispuso a contestar la pregunta sobre si la ciudad estaba ahora mejor o peor que antes. Conrado Escobar, el candidato del Partido Popular, resolvió contestar con una batería de cifras, en las que citaba expresamente las «mil plazas de aparcamiento» que habían desaparecido en poco tiempo, el aumento de los tiempos de desplazamiento por la ciudad «en ocho minutos de media» y que, pese a todo, habían aumentado los atropellos. «Vamos a revisar todo a fondo», prometió, aunque no llegó a comprometerse a revertir las actuaciones completadas. Sí subrayó su apuesta por el transporte público, «que ha sido el gran olvidado», y reiteró la necesidad de poder pagar en los autobuses urbanos con tarjeta o con el móvil. Además, planteó la necesidad de incorporar bicis municipales eléctricas («las que hay ahora son del año del polka») e incidió en la oportunidad de lanzar una política de vivienda municipal. «Ustedes han promovido cero viviendas este año. Nosotros proponemos construir 300, 150 de ellas dedicadas al alquiler«.

El enfrentamiento entre Hermoso de Mendoza y Conrado Escobar era el más esperado de todos porque, salvo sorpresa mayúscula, uno de los dos será el próximo alcalde de Logroño. No entraron, sin embargo, en el cuerpo a cuerpo, salvo algún aguijonazo del alcalde, que acusó al PP de haber perdido ocho años por no molestar a «comerciantes amigos». Escobar, sin embargo, decidió obviar el ataque directo contra Cuca Gamarra, la anterior alcaldesa, y se centró en culpar al actual Ayuntamiento por no haber hecho las cosas bien. «Hay que revisarlo todo desde la perspectiva de la convivencia y del consenso», señaló.

La falta de diálogo del equipo de gobierno municipal fue la acusación más repetida por las formaciones de oposición: Partido Popular, Ciudadanos, Por La Rioja y PR+E. El regionalista Antoñanzas, pese a que sigue siendo parte de la coalición que dirige el consistorio, quiso marcar diferencias con sus socios y apuntó la existencia de un «tercer modelo de ciudad», «un modelo donde prime el diálogo, se favorezca al peatón y no se apueste solo por el centro de la ciudad». Fue Antoñanzas el único de los presentes que se atrevió a pedir «cerrar la brecha del soterramiento». El candidato de Ciudadanos, Eduardo Peña, además de pedir una mayor eficacia del transporte público, reclamó más carriles bicis pero segregados, de manera que no convivan en la misma calzada vehículos a motor y a pedales. A esa petición de «vías ciclistas seguras» se sumó Alberto Bretón, cabeza de lista por Por La Rioja, que se unió al reproche más repetido al alcalde: «Le ha faltado capacidad de diálogo y de planificación».

El mayor enfrentamiento cruzado en este punto lo escenificaron Amaia Castro, concejala y candidata de Podemos-IU, y la aspirante de Vox, María Jiménez. Castro se enorgulleció del modelo de ciudad cuya semilla se había plantado durante esta legislatura: «Las calles abiertas no son sino el reparto equitativo del espacio público y la apuesta por una movilidad segura», enfatizó. Y defendió que sin su grupo en el gobierno, «la ciudad no hubiera llegado tanto». Castro espetó preguntas picantes a sus compañeros de atril: «Señor Escobar, anda usted más perdido que un pulpo en un garaje. ¿Quiere acabar con las bicis? ¿Quiere llenarlo todo de coches como hace treinta años?» Asumió no obstante el compromiso, demandado por los demás aspirantes, de «ampliar las líneas y frecuencias del transporte público, sobre todo con los polígonos industriales» y también de «construir aparcamientos disuarios con autobuses lanzaderas».

Así como los demás grupos plantearon alternativas moderadas y se limitaron, a veces un poco borrosamente, a reclamar consenso, convivencia y atención a los comerciantes, la candidata de Vox, María Jiménez, cargó contra el alcalde por haber «destrozado la ciudad» y por obrar guiado por el «fanatismo climático»: «No todo el mundo pasea. Ahora hay carriles bici por sentidos extraños y más atascos. Antes se aparcaba a la primera y ahora hay que dar siete vueltas». Jiménez, en línea con las tesis de su partido, denunció la «inseguridad» de Logroño.

Cuando concluyeron todos sus intervenciones, quedaba aún flotando en el aire del la pregunta inicial que había lanzado el alcalde y que, en realidad, debe responderse cada ciudadano antes de elegir su papeleta en unas elecciones municipales: «¿Está Logroño mejor o peor que hace cuatro años? ¿Qué tipo de ciudad queremos para nuestros hijos?» El debate demostró que para cada respuesta hay una opción política. O incluso varias opciones.

Aunque la movilidad fue el tema estrella del debate, y de la legislatura al completo, también tuvo alto interés la evaluación política de la situación, especialmente por lo que se refiere a los pactos. Aquí se dibujaron dos bandos: los que lo tienen claro y los que prefieren esperar. Tanto PSOE como Podemos-IU se mostraron dispuestos a seguir con la coalición gobernante, aunque el alcalde, Pablo Hermoso de Mendoza, enfatizó su capacidad para «pactar con otras fuerzas políticas medidas que supongan un avance para Logroño». «Nuestro socio preferente es el PSOE», sentenció Amaia Castro por si hubiera lugar a dudas, aunque pidió mayor respaldo ciudadano para ganar peso dentro de la coalición y tener «la fuerza suficiente para aumentar el IBI a los grandes tenedores». Antoñanzas (PR+E) también se mostró convencido de poder llegar a acuerdos «con todas las fuerzas políticas», aunque recordó que no eran «socios cómodos».

De pactos posteriores no quiso desvelar nada Conrado Escobar (PP), que se limitó a decir que su pacto era «con Logroño y con los logroñeses» y lamentó que, a nivel nacional, hubiera fuerzas políticas dispuestas a pactar con Bildu. En términos locales, propuso cerrar cinco grandes acuerdos: sobre el Plan General, las comunicaciones, la Policía Local, los barrios y la dinamización económica. «El señor Escobar, como siempre, no se moja», le reprochó Amaia Castro.

Salvo Vox, los demás se dijeron abiertos a explorar otros caminos sin marcar, al menos a priori, líneas rojas. Alberto Bretón remachó que Por La Rioja no iba a ser un «partido complementario», pero puntualizó que estaba harto de «discusiones estériles» y que no iba a excluir a nadie del diálogo. El representante de Ciudadanos, Eduardo Peña, aseguró que su formación no iba a cometer «los errores del pasado»: «Hemos venido a trabajar, a escuchar y a dialogar», zanjó. En el extremo derecho, Vox sí que marcó un cortafuegos: «Nuestras líneas rojas son el respeto a nuestros votantes, a nuestros valores y a nuestros principios. No vamos a cambiar nuestras ideas por sillones», remachó María Jiménez.

El debate finalizó con el minuto de oro, más declamatorio y esloganesco que revelador. En hora y media, aunque sin gran pirotecnia verbal, los siete aspirantes convocados en el plató de TVR pudieron exponer las líneas centrales de sus argumentos. Al elector logroñés le queda ahora la labor de cotejar, analizar y finalmente elegir.