Secciones
Servicios
Destacamos
¿Puede una empresa energética dejar de producir luz en algunas de sus centrales para que el precio de la electricidad no suba tanto como lo ha hecho en las últimas semanas? Es la idea que les lanzaba esta semana la vicepresidenta cuarta, Teresa Ribera, ... al intentar explicar qué está ocurriendo con el recibo durante todo el verano. La ministra para la Transición Ecológica tiró de un nuevo concepto que ya está en la mente de los grandes fondos internacionales de inversión: «la empatía social». Porque este criterio –recordaba en el Congreso– «cotiza en Bolsa». «Muchas de estas empresas (eléctricas) tienen entre sus accionistas a fondos de inversión que responden por los principios ambiental, social y de gobernanza», apuntó.
No le falta razón. Las gestoras y grandes firmas con posiciones en las energéticas (y otras muchas empresas españolas) exigen políticas con esa sensibilidad social, más allá de los clásicos criterios financieros y económicos. Pero el apunte de Ribera daba un paso más allá de los criterios que exigen estas firmas. Dejar de vaciar los embalses, por ejemplo, para no tirar tanta luz hidroeléctrica apuntándose al carro de los precios máximos marcados por las centrales de gas.
Juan Rivera, 'senior managing director' de FTI Consulting, aclara que «lo que realmente cotiza en Bolsa son los criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG), que funcionan también como un indicador a la hora de tomar decisiones de inversión en compañías». Esos son los requisitos que los mercados van incorporando a sus estrategias de inversión para inyectar fondos en una determinada compañía como las eléctricas.
En concreto, tienen en cuenta conceptos como el grado de reducción de la huella de carbono que tienen previsto emitir en el futuro, en la parte más medioambiental;las políticas con sus empleados; las acciones encaminadas a la igualdad de género y de diversidad;las cuestiones relativas a un gobierno corporativo que realmente sea independiente; o las relaciones con los territorios donde las compañías tienen sus negocios, como pueden ser las centrales de producción de luz.
Este último criterio, el del compromiso de una eléctrica con un pueblo donde haya una presa hidroeléctrica,una comarca en la que se haya instalado un parque eólico o una provincia donde haya previsto desarrollar varias plantas solares, es clave en el ámbito de esa «empatía social». «A las empresas se les exige cumplir con un bien social», afirma Darío García, analista de XTB. «Pero también deben tener la capacidad de mejorar el entorno social en el que se mueven, contratando empresas de la zona y tratando con proveedores cercanos», apunta.Los fondos buscan «que la actividad de una compañía tenga un impacto que les permita la generación de un entorno económico dependiente» de su propio día a día. «La deslocalización cada vez es más importante», destaca García.
La pregunta es si los compromisos de una energética con la sostenibilidad, las relaciones laborales, la igualdad o los planes de reactivación en un pueblo implican que sus acciones suban en la Bolsa y que, al final, gane más dinero. El mercado tiene cada vez más clara la respuesta:sí. «Si una empresa es más sostenible, será más productiva y tendrá menos costes», explica Luis Martín, director de Ventas de BMO Global AM. «Hay una correlación clarísima entre aplicar todos esos criterios y una mejora futura del negocio», explica.
Pero esa «empatía social» es entendida en las Bolsas no en el extremo en el que la fijó Teresa Ribera para pedir más sensibilidad con la factura eléctrica a la hora de gestionar el agua de los embalses, por ejemplo. «Se trata de que en esos compromisos haya un 'win-win'», apuntaMartín. Es decir, «que todas las partes ganen algo». «Si al final una compañía tiene que sacrificar parte de sus beneficios para ayudar a unas personas, hay otras, como sus accionistas, que también son personas y se ven perjudicados», aclara. Medidas sociales, sí, pero con las que ganen todos.
Las palabras de la vicepresidenta Ribera aferrándose a esa sensibilidad social ha sorprendido en el sector energético, según apuntan fuentes internas. Desde hace años vienen insistiendo en sus compromisos sostenibles y de ciudadanía, más allá de los meros ratios de beneficio, facturación, deuda o dividendos.
En el accionariado de las grandes energéticas españolas se encuentran presentes fondos internacionales procedentes de Estados Unidos, Reino Unido y otras grandes economías. Lo hacen con participaciones significativas (la CNMV establece esa posición cuando ostentan más de un 5% de la propiedad) con las que consiguen definir el rumbo social que van a tomar esas corporaciones, con criterios cada vez más exigentes dentro de su estrategia de cara al futuro.
La lógica invita a pensar que la escalada histórica de los precios de la luz tendría que beneficiar en Bolsa a las eléctricas. Sin embargo, no está siendo el caso. Si solo nos centramos en las grandes del sector, y sin tener en cuenta su atractivo dividendo, Iberdrola se deja un 10% en el año, Endesa un 7% y REE apenas sube un 2% frente a la subida de más del 10%del Ibex-35.
El caso de Naturgy se debe mirar desde una óptica aislada, pues su cotización este año ha estado muy influenciada por la opa lanzada por el fondo noruego IFM sobre la compañía. Sus títulos se revalorizan un 15% gracias a esta operación. Enagás, más beneficiada por la subida de los precios del gas, también repunta un 10% en el periodo analizado.
«Lo que realmente puede estar restando interés en algunas de estas compañías es la incertidumbre regulatoria», asegura Francisco Quintana, director de estrategia de inversión de ING. Así lo considera también Ángel Pérez, analista de Renta 4 Banco, en referencia a los planes para eliminar los denominados 'beneficios caídos del cielo' del sector o propuestas como la de Unidas Podemos para limitar por decreto los precios de la nuclear y de la hidroeléctrica.
El experto añade que «hay mucho inversor que está en las eléctricas por ser un sector seguro con mucha visibilidad, así que si le metes incertidumbre regulatoria, no quiere arriesgar su dinero». Advierte además que la cotización de estas empresas podría verse perjudicada por la subida del precio de algunas materias primas.
«Se esperan fuertes inversiones en renovables y, por ejemplo, el silicio supone el 25% del coste de una planta fotovoltaica, y el acero y el aluminio entre el 10% y el 15%», con lo que las inversiones previstas pueden terminar siendo mucho más caras de lo previsto y pasar factura en las cuentas de resultados.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.