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BBVA y Banco Sabadell mantuvieron un contacto con la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) la semana pasada cuando estalló la propuesta de fusión que hizo el banco vasco al banco catalán. La presidenta de la CNMC, Cani Fernández, confirmó este ... miércoles que «hubo un contacto de cortesía con las partes» y señaló que mientras no se produzca un acuerdo Competencia no entraría a examinarlo. El contacto se produjo, según fuentes del encuentro, a instancias del BBVA.
En todo caso, la presidenta de la CNMC, que ha intervenido en la asamblea anual del instituto de la Empresa Familiar (IEF), puntualizó que «no necesariamente hay menos competencia» tras una fusión y que hay que analizarlo mercado por mercado. En los dos antecedentes en los que intervino la CNMC (la fusión entre Caixabank y Bankia y la de Unicaja y Liberbank), Competencia impuso algunas condiciones a estas entidades para que la competencia no se viera limitada, como mantener oficinas durante un tiempo en los municipios que se quedarían con menos oferta.
Desde 2009, en plena crisis financiera y de las cajas de ahorro, en España se ha reducido el número de entidades financieras de 55 a solo diez, que se quedarían en nueve si se fusionaran BBVA y Sabadell. Además, con esa fusión los tres grandes bancos (Caixabank, Santander y BBVA) controlarían el 70% de la cuota de mercado.
Si BBVA y Sabadell avanzaran hacia la fusión (aunque hasta ahora mantienen posiciones alejadas, lo que también es una actitud habitual en una negociación), Competencia entraría a determinar las condiciones que les impondría ya en una primera fase.
Desde el momento en que se conoció públicamente la propuesta de fusión de BBVA a Sabadell saltaron todas las alarmas entre los clientes ante la posibilidad de que esa operación impactara en las posibilidades de elección de los usuarios en un mercado en el que apenas tres bancos (CaixaBank, Santander y BBVA-Sabadell, si se integraban) coparían tres cuartas partes del negocio bancario en toda España.
El goteo de desaparición de bancos que ha vivido España desde que la burbuja inmobiliaria estallara en 2008 se ha llevado por delante no solo decenas de marcas reconocidas en sus territorios de toda la vida. También ha arrollado, en buena medida, con la posibilidad de tener más entidades para elegir a la hora de contratar un crédito, firmar una hipoteca, buscar un buen depósito o simplemente abrirse una cuenta. Los procesos de concentración conllevan «amenazas», tal y como ha indicado en varias ocasiones la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia(CNMC).
En la última gran fusión bancaria que se produjo en España, la CNMC identificó 86 zonas en las que CaixaBank y Bankia tendrían una posición que rozaba el monopolio. Según el análisis del organismo, la nueva firma iba a ser la única entidad con oficina en 21 de esos códigos; y en el resto de localizaciones se encontraría en una situación de escasa presión competitiva. Por eso, la CNMC obligó a la entidad a que mantuviera durante tres años a los clientes de Bankia de esas zonas afectadas las mismas condiciones y términos que tuvieran suscritos en sus productos.
Y en la unión entre Unicaja y Liberbank, el organismo presidido por Cani Fernández detectó amenazas (también las denominaba así) para los clientes en varias zonas de provincia como las de Cáceres. Y aquí también obligó a que mantuvieran las condiciones, a que no empeoraran los precios con respecto a la competencia, instando a facilitar información transparente al cliente más afectado. Esto es, al que solo tenía un banco donde vivía.
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