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Domingo, 24 de noviembre 2024, 21:03
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El técnico de la UD Logroñés aseguraba en la previa del derbi que el partido ante el Anguiano no iba a condicionar su futuro, pero lo cierto es que fue en Isla donde acabó en el foso de los los leones. Condenado desde hace semanas por el sentir de la afición blanquirroja, la derrota contra uno de los equipos más modestos de la categoría parece haber sido la prueba final que permitió dictar sentencia. Los despachos aún no han hablado, sí lo ha hecho el jurado popular al son de «Flaño vete ya».
El enfado de Las Gaunas se trasladó a Anguiano pero la masa social de la UD Logroñés siguió demostrando su lealtad entremezclando sus bufandas con las azules de la afición local. El aparcamiento de la entrada al pueblo, en el que no cabía un coche más, ya hacía presagiar que iba a ser una gran jornada. Las gradas portátiles, que se vieron por última vez en el partido del ascenso contra el Ardoi, lo corroboraron.
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Marta Hermosilla Garrido
Nadie quería perderse este encuentro, ni pequeños ni mayores. Fue un grupo de niños del Frente Ribazo los que pusieron la banda sonora con sus megáfonos apelando a la ilusión y garra de sus jugadores. Su equipo les respondió con un gol que hacía creer posible lo imposible. Barace remataba en el segundo palo tras el rechace de Daza para desatar la locura. El ruido de las chapas de las vallas marcó el paso de la pena capital de Flaño. A los vítores pidiendo su salida inmediata se sumó el reproche de no sentir los colores como suyos exigiendo una toma de decisiones urgente por parte de la directiva.
El enfado y la rabia se transformó en desidia y apatía. No se festejaban las llegadas y los intentos; porque eso eran, intentos. Y la UD Logroñés debe hacer mucho más que eso. Las pulsaciones solo subieron cuando Gualda estrelló el balón en el poste para reconectar de nuevo con el corazón cuando Agüero cabeceó a la red. Parecía una victoria dentro del campo, pero fuera de él se preguntaban contra quién estaban empatando. Poco importaba el resultado, algo ya estaba roto entre ellos.
Los nervios se convirtieron en prisas y las prisas en fallos cuando Garrido se dejó robar el balón sin saber que esa sería la última gota que iba a colmar el vaso. Badr asistió a Samu para poner el 2-1. Iba a ser un día épico y lo fue de principio a fin. Y trágico para los perdedores. Estos cayeron desplomados sobre el césped con la decepción grabada en sus semblantes mientras la afición solo confirmaba sus peores presagios. Empezó a bajarse de las laderas para aproximarse a la zona de vestuarios y presionar aún más la salida del entrenador.
Flaño dejó el campo con la cabeza agachada, recapacitando en soledad su presunción de inocencia. Apeló a la vida de su proyecto, a los cambios que se podrían hacer y a empezar a trabajar en ellos desde esta mañana. Palabras que suenan a vacías para un jurado que ya ha dictado sentencia.
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