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Enric Gardiner
Sábado, 1 de julio 2023, 13:37
La semana de preparación de Carlos Alcaraz para Wimbledon ha sido, como poco, atípica. Tras ganar en Queen's, su primer título en hierba y un subidón brutal para el tercer Grand Slam de la temporada, el murciano aseguró que su plan para Wimbledon no ... cambiaría. Sus palabras se desdijeron minutos después, cuando se confirmó la baja en la exhibición de Hurlingham que debía enfrentarle a Holger Rune.
Fue la primera advertencia de que las molestias en el aductor derecho, sufridas en la final de Queen's, preocupaban. Y entonces llegaron los días de incertidumbre en el All England Club. Alcaraz se personaba en el club, pero para hacer ejercicios de recuperación, masajes y estiramientos. De martes a jueves, el murciano dejó las raquetas en casa.
El viernes, una vez conocido su rival en primera ronda, el francés Jeremy Chardy, por fin apareció en una de las pistas de entrenamiento, acompañado de su equipo y de un 'sparring' de los que provee la organización. Comenzaba una contrarreloj para estar a tono de cara al martes, el día que comenzará el torneo en la pista central contra el número 534 del mundo.
Alcaraz, así como su equipo, ha intentado mitigar cualquier preocupación, aludiendo a que los cinco partidos en Queen's fueron suficiente preparación y a que la cancelación de la exhibición en Hurlingham responde a cautela, no a un problema grave que comprometa la presencia o las posibilidades del español, que este domingo comparecerá ante los medios para aclarar lo ocurrido esta semana.
El sorteo, al menos, ha sido amable y su debut, contra Chardy, un tenista semiretirado que ha disputado cinco partidos en dos años para rascar los últimos cheques antes de marcharse, debería ser poco más que un trámite. El sacador Arthur Rinderknech, que ya le puso en apuros en Queen's, el espigado Nicolás Jarry y, sobre todo, Alexander Zverev en octavos de final, marcarán el pulso de Alcaraz, que nunca ha estado entre los ochos mejores en Wimbledon.
Tampoco se le puede reclamar un gran historial aquí, con apenas dos participaciones, en 2021, con apenas 18 años recién cumplidos, y el año pasado, cuando le sobrecogió la inmensidad de la pista central y un Jannik Sinner brillante.
Este año la película es diferente y sobre sus hombros recae la responsabilidad del número uno -que solo mantendrá si iguala o mejora lo que haga Novak Djokovic- y de ser el primer cabeza de serie del torneo, el tercer español en lograrlo, tras Manolo Santana y Rafa Nadal. Ya no juega Wimbledon como una joven promesa, sino como todo un campeón de Grand Slam y tras haber levantado cinco títulos este año.
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Y si las expectativas no son mayores sobre él es únicamente porque en el cuadro figura el mayor ogro de todos en estas pistas, con permiso de Roger Federer. Djokovic, ya con el acertijo resuelto de los 23 Grand Slams, persigue los ocho títulos en la Catedral del suizo y lo hace con seis años de imbatibilidad en el club y con el increíble dato de que, de los otros 127 tenistas que aparecen en el cuadro, solo Andy Murray sabe lo que es ganarle en césped.
Todo lo que sea que Djokovic no gane Wimbledon, incluso aunque lo haga Alcaraz, será una sorpresa, porque así lo indican los cuatro títulos consecutivos del serbio -a uno del récord histórico de Björn Borg- y sus 28 victorias seguidas aquí.
Fuera de estos dos, la nada. Sinner no sabe lo que es jugar una final de Grand Slam, Daniil Medvedev y Stefanos Tsitsipas nunca han pasado de octavos aquí y Nick Kyrgios, finalista el año pasado, apenas compite desde octubre del año pasado. La batalla este año en el All England Club se reduce a un pulso de dos: o Djokovic, o Alcaraz. Cualquier otra solución será un bombazo.
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