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Se acabó. Rafael Nadal, 38 años, no pudo aguantar la emoción cuando escuchó el himno español y el público gritó su apellido. Todo fue tan bonito mientras duró. La última página de la historia más hermosa de un deportista español se escribió el martes en ... Málaga. Si bien el último marcador fue adverso, y existen profundas dudas sobre si la despedida pudo tener una mejor gestión, lo cierto es que no tiene por qué saber a derrota, sino tener esencia de victoria, a lo que siempre acostumbró a su público, a dejarlo satisfecho por la entrega, por luchar hasta el final, por la responsabilidad y un respeto solemne a los aficionados. Por eso fue despedido con el público de pie. Ovacionado. El mundo del tenis ha reconocido el valor de Rafael Nadal. Muy pocas portadas evitaron la foto del adiós.
Nadal ya no jugará más para ser el más grande porque ya lo ha sido. Seguro que le habría gustado cerrar con un triunfo en la Copa Davis, pero el cuerpo ya no daba para más. No deseaba hacerlo en una conferencia de prensa sino haciendo lo que mejor ha hecho en su carrera, y con una sensación especial. No se ha rendido ante los adversarios. Fue doblegado por las lesiones que acabaron apartándolo de la competición en los últimos dos años. Si alguien lo ha vencido de verdad es el dolor.
Pero no era un día para hablar de dolores. Creía que se había preparado para ejecutar un último buen papel y escribir un buen epílogo de su brillante carrera. Hacía tiempo que no competía. El capitán del equipo español, David Ferrer, lo sabía. Pero le eligió. Era el final ansiado por todos. Todo su equipo le acompañaba, su familia también y muchos amigos. Y la prensa mundial asistía expectante a la noticia del año. A un adiós que se venía anunciando desde hace un par de años. Hasta que llegó.
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Dagoberto Escorcia
Había un poco de penita en el grupo. Carles Costa, el hombre que se ha encargado de los patrocinadores y de otros menesteres desde que lo fichó para IMG, que entonces dirigía en Europa Fernando Soler, fue muy claro en una conversación con este periódico. «La pena es dejar algo que durante años hemos disfrutado, hemos viajado y hemos triunfado. Y sí, da pena. Pero también llevamos dos años en que sí y en que no. Es algo más emotivo. Sabemos que todo tiene un principio y un final. Y como dice Rafa 'ha llegado el momento y es el momento'. Entonces hay que aceptarlo, como todo en la vida», dice.
Costa encontró la mina que IMG buscaba en el tenis español desde 2001. Sabía que tenía que ir rápido. Primero fichó en diciembre a David Ferrer, hoy capitán de Copa Davis. Y en febrero, a un niño prodigio llamado Rafa Nadal, que acabaría convirtiéndose en uno de los mejores tenistas de la historia.
Pero al margen de la calidad y los éxitos deportivos, Costa destaca otras cualidades de Nadal: «Básicamente es una buena persona. Su humanidad huye de los conflictos y siempre es positivo. Puede separar todas las cosas negativas o menos buenas de una persona. Él siempre intenta ver las buenas. Le gusta vivir y todo lo que hace lo hace con ilusión, con pasión. Es una persona cercana, muy familiar. Podía haber cambiado a los cinco años de otros ayudantes. En cambio, él siempre ha mantenido el mismo equipo, aceptando lo bueno y lo menos bueno de cada uno».
Nadal no se jubila ni se retirará del todo del tenis. Según su mánager, en los últimos veinte años ha dedicado la mitad de ellos a su Fundación y también a la Academia y tiene muchos proyectos personales. «Hasta ahora ha sido capaz de competir y en paralelo ir creciendo en otros aspectos de la vida. Se acaba una etapa de su carrera deportiva, pero al día siguiente no se va a levantar y va a decir ¿qué voy a hacer? Puede que esté unos días un poco down, porque es la realidad, pero al final tiene muchas cosas por delante».
Benito Pérez Barbadillo, quien se ha ocupado de la comunicación con los medios también durante muchos años, también comparte la definición de Carles Costa sobre la personalidad de Nadal: «Alguna bronca me ha caído, pero él no es de eso, es mallorquín, muy tranquilo. Para mí es como el vino de Jerez, único. Es un modelo como deportista y ha sentado cátedra en el deporte. Todo un ejemplo». Benito es de Jerez.
Jordi Arrese, medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Barcelona'92, confiaba en la victoria de Nadal en el partido que abrió la eliminatoria ante Países Bajos. Había comprado billetes de avión para él y su hijo, y tenía reserva de hotel para el jueves. Quería asistir a esa ceremonia de despedida. Quería ver a su Rafa Nadal, él que fue el capitán de aquella Copa Davis de 2004, en la que lo hizo debutar, pero que en la eliminatoria contra Estados Unidos decidió ponerlo en el partido contra Andy Roddick, entonces número dos del mundo. Nadal tenía 18 años. Ya había estrenado su palmarés de triunfos, en Sopot. Arrese, Avendaño y Perlas -los tres capitanes- prefirieron para aquel partido al imberbe Nadal antes que a Juan Carlos Ferrero. Nadal venció: «Yo lo tenía claro. Desde los 14 años había visto un animal, una bestia en ese chico. No tenía ranking, pero tenía todo lo demás. Personalidad, energía, responsabilidad y optimismo. Lo hicimos debutar en la primera eliminatoria en una pista en la que no estaba acostumbrado. Y le dijo a Feli López: 'Preocúpate de ganar tu partido que yo ganaré el mío'. Lo tenía todo».
Arrese ya no podrá decir que también asistió al último partido de Nadal en la Copa Davis, pero guardará, como muchos españoles y aficionados de todo el mundo, recuerdos inolvidables de Rafael Nadal Parera.
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