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Ilia Topuria en su combate de campeonato de la UFC, en octubre de este año, en Emiratos Árabes Efe
¿Por qué seduce el boxeo y arrasa Topuria?

¿Por qué seduce el boxeo y arrasa Topuria?

Los deportes de contacto ganan adeptos y aumenta el interés de franquicias, partidos políticos e 'influencers' sin que los deportistas puedan vivir del ring

Sábado, 23 de noviembre 2024, 13:04

Con un combate a la vista, Sol Fernández entrena cinco días a la semana, tres horas diarias, en un gimnasio que abrió hace cinco años en su pueblo. «Comencé a interesarme en el boxeo con 'Million Dollar Baby'», cuenta. «Fue hace once años, luego paré dos y ya han pasado cuatro desde que volví a entrenar. Al principio no quería competir, pero al mes ya estaba 'guanteando' y la espinita de subir al ring estaba ahí». Con 30 años y graduada en Publicidad, con un máster y estudios en París, en su primera pelea ganó el campeonato amateur de peso pluma (menos de 57 kilos). «Fue un momentazo», recuerda. Fernández, que el próximo viernes defenderá su título en el Casino Gran Madrid, podría ser un símbolo del auge que los deportes de contacto experimentan en España, donde el 'fenómeno Topuria' ha desatado la locura por las artes marciales mixtas (MMA, por sus siglas en inglés) después de que en febrero el luchador hispano-georgiano se proclamara campeón del peso pluma de la Ultimate Fighting Championship (UFC), la empresa más importante del mundo en MMA. Conocido como el 'Matador', acaba de revalidar el título.

La Asociación Española de MMA cuenta con 160 clubes afiliados repartidos por toda la geografía. «El interés por las artes marciales mixtas se ha disparado, con 3.000 licencias y eventos cada semana», celebra Jacinto Mordillo, presidente de la entidad. Una tendencia que también experimenta el boxeo, que desde 2017 ha duplicado sus licencias, pasando de 13.000 a más de 19.000 en el último año, gracias en parte a la llegada de franquicias que han popularizado la modalidad 'sin contacto' de un deporte que subsistió en la periferia.

«El boxeo estuvo proscrito porque tenía un sesgo político: era uno de los deportes favoritos de Franco, y cuando muere se lo cargan porque no podían con el fútbol. Desde hace unos siete años resurge por su rol comercial, no por Topuria, aunque bendito sea porque le ha abierto las puertas a las marcas. Yo he tenido ofertas de fondos de inversión para montar 25 sucursales con mi marca», afirma Jero García, exboxeador, educador, escritor, figura televisiva y entrenador de La Escuela. «Como es beneficioso para la salud, se abren cadenas de gimnasios, y actores y modelos empiezan a practicarlo. La gente no sólo se acerca a pelear. Ocho de cada diez personas no hacen guantes nunca y hay sitios que lo tienen prohibido. Van las mamás, y sus hijos crecen con una cultura pugilística en casa». Entre las figuras públicas que aparecen con los guantes están Miguel Ángel Silvestre, Pablo Motos, Elsa Pataky, Lara Álvarez, Jaime Lorente y Mario Casas.

La boxeadora amateur Sol Fernández entrena para su próxima pelea. Esther Vásquez

La Escuela es un gimnasio clásico de boxeo del barrio madrileño de Carabanchel. Abierto hace más de dos décadas, recuerda al 'ojo de tigre' que hizo famoso la película 'Rocky'. Un bajo industrial de techos altos y puerta metálica, con dos cuadriláteros y ocho sacos en fila, donde se reúnen «amateurs, profesionales y gente que viene a sudar». Cada turno de la tarde está lleno. La mayoría son jóvenes; también hay menores.

«Hay chicos que muestran mucha ira. Ahora un poco más que antes, porque toleran menos la frustración, y el boxeo les da herramientas para soportarla: incluso en tu mejor pelea te llega un golpe que te sienta de culo», sostiene el entrenador, que preside la Fundación Jero García contra la exclusión social y para la prevención de las violencias, entre ellas el 'bullying'. «Hay muchos niños que no tienen ni idea de que son acosadores, como lo fui yo. Y he detectado casos para aburrir», admite.

'Youtubers' vs 'influencers'

La práctica del boxeo para rendir culto al cuerpo ha contribuido a la expansión de este deporte como negocio. Un negocio que también han sabido ver creadores de contenido como Ibai Llanos, que ya ha organizado cuatro veladas en las que 'influencers' y 'youtubers' se ven las caras. La última llenó el Santiago Bernabéu y fue seguida por casi cuatro millones de espectadores a través de la plataforma Twich.

«Hay formatos que se quedan obsoletos y vienen otros, porque los jóvenes consumen de otra manera», indica Antonio Sánchez Pato, director de Ciencias del Deporte de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). «El deporte es espectáculo. Incluso los 'e-sport' (videojuegos) lo son, porque hay gente que quiere ver jugar al otro. La juventud vive pegada al móvil y los espectáculos deportivos han tenido que adaptarse y usar esos espacios para visibilizarse. Es un interés comercial de conglomerados de empresas de comunicación, como las plataformas. El formato de estos deportes es más fácil de seguir y embotellar para venderlo y consumirlo con una gran audiencia desde cualquier lugar. Se genera un interés mutuo entre las compañías y el deporte».

Jero García, Alfonso Quintas y Alba Sánchez en La Escuela. Esther Vásquez
Imagen principal - Jero García, Alfonso Quintas y Alba Sánchez en La Escuela.
Imagen secundaria 1 - Jero García, Alfonso Quintas y Alba Sánchez en La Escuela.
Imagen secundaria 2 - Jero García, Alfonso Quintas y Alba Sánchez en La Escuela.

El espectáculo mueve dinero, incluso en su versión más extrema. «Los hechos más recientes demuestran una mercantilización clara del deporte. Por ejemplo, la UFC, que organiza la competición mundial más emblemática de las artes marciales mixtas, es una empresa privada que desde hace años intenta ampliar su cuota de mercado. El fin último es obtener un rendimiento y una ganancia», aprecia Alfredo del Río Casasola, profesor de la Universidad Complutense de Madrid y coautor del artículo 'El deporte cooperativo y los comunes contemporáneos', publicado en la Revista Española de Sociología. «Los eventos deportivos se transforman cada vez más en espectáculos en Europa», afirma.

A pie de calle

Pero el lucrativo negocio de las artes marciales todavía no se observa a pie de calle. «Las primeras escuelas de MMA son de 2008, y en 2014 ya había bastantes. Ese año organizamos tres eventos en pabellones alquilados. Perdimos varios miles de euros. En la mayoría se pierde y nosotros no tenemos fondos de inversión detrás», asegura Fran Montiel, uno de los primeros promotores españoles de MMA con su empresa AFL. «En España nadie vive de luchar. Si das clases y peleas cuatro o cinco veces al año, sí. Y si entras en la UFC comienzas a tener tres peleas al año. Si las ganas, tu bolsa sube, y ya puedes vivir bien de esto. Ganar 200.000 euros o dos millones por lucha», señala.

Tampoco Jero García pudo vivir del ring, una realidad que se mantiene. «Me dedico en cuerpo y alma, pero no da para vivir», reconoce Alfonso Quintas, boxeador de La Escuela, de 28 años, que trabaja como encargado de un local de copas tres días a la semana para poder entrenar el resto. Se mudó de A Coruña a Madrid sólo para perseguir su sueño y en 2023 conquistó el título de campeón de España en la categoría de menos 75 kilos. «Como profesional empiezas a ser una empresa en la que tienes que invertir tiempo, dinero y dedicación», dice. Todo eso para cobrar de media unos 1.200 euros por un combate que se prepara durante todo el año.

Más que el dinero, los deportes de contacto aportan otros beneficios . «Aprendes a gestionar mil demonios de ansiedad y miedo», confiesa Sol Fernández. «A mí el boxeo me da la seguridad de sentir que soy fuerte. Nunca he sido conflictiva, pero ahora tengo la confianza para marcar límites». Suena la campana.

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