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David Sánchez de Castro
Lunes, 25 de septiembre 2023, 14:45
Max Verstappen se va a proclamar campeón del mundo en Catar, salvo improbable error o fallo. Ni siquiera hará falta llegar al domingo, ya que en la carrera al sprint del sábado le servirá con acabar sexto, un resultado que siempre ha superado este año, ... para sumar los tres puntos necesarios para que Sergio Pérez no le pueda cazar matemáticamente. A falta de casi dos meses y seis carreras por disputar, el neerlandés se convertirá en el undécimo piloto en la historia de la Fórmula 1 en alcanzar los tres títulos o más. Igualará a leyendas como Ayrton Senna, Jack Brabham, Jackie Stewart, Niki Lauda y Nelson Piquet, su suegro. Se quedará a uno de Alain Prost y Sebastian Vettel, a dos de Juan Manuel Fangio y aún tendrá que ganar cuatro más para alcanzar el actual techo de siete títulos, en el que están Michael Schumacher y Lewis Hamilton. Y esto es un problema para todos, incluido para Red Bull.
La nueva normativa que se implementó en 2022 prometía carreras más igualadas, más adelantamientos y menos relevancia de los trabajos aerodinámicos. Y al final se está viendo que, otra vez, Adrian Newey ha conseguido encontrar las zonas grises del campeonato. Tanto el RB18 como este RB19 sobre todo han sido monoplazas sobradamente superiores a los de sus rivales. Con la excepción de Singapur, Verstappen ha estado en las dos primeras posiciones del podio en todas las carreras, alcanzando la marca de 13 victorias (de momento) de las cuales 10 fueron consecutivas. Salió de Suzuka con 400 puntos exactos, claves para que Red Bull ya sea campeona del mundo de constructores.
Solo con el botín obtenido por Verstappen, la escudería de las bebidas energéticas seguiría primera en la clasificación de equipos, lo que habla muy mal de la aportación de un Sergio Pérez al que solo se le pide que no haga mucho el ridículo y no siempre lo consigue. El contraste entre el mexicano y su indiscutible jefe de filas es tal que ni siquiera las conspiraciones que los aficionados y creadores de contenido de su país resisten el peso aplastante de la obvia diferencia de rendimiento de ambos.
Liberty Media, dueños de la competición, se han encontrado con un problema: su campeón ni siquiera aparece en las retransmisiones. Solo hay que revisitar la carrera de Japón, en la que a Verstappen se le vio en la salida, de manera casual en boxes y cuando cruzó la meta. No tuvo peleas, no protagonizó ningún adelantamiento destacable, ni siquiera tuvo un despiste.
Tal es su ventaja que incluso para sus rivales ya está desapareciendo del punto de mira, como demuestra el error de juicio de Charles Leclerc, que aseguró después de llegar a meta que pensaba que era tercero porque pensaba que Verstappen había abandonado. El neerlandés ganó por un margen superior a los 20 segundos y el segundo clasificado, Lando Norris, solo supo de él cuando se vieron en la sala previa al podio. Aplastante es poco.
Es irónico, pero la consecuencia directa del excelente trabajo de Red Bull y de Max Verstappen es que han hecho del Mundial de Fórmula 1 algo anodino. Al menos en su lucha por las victorias carrera a carrera: de no haber una parrilla tan igualada, en la que hay equipos y pilotos que bajan y suben en función del circuito (caso de Aston Martin o McLaren, que parecen haberse intercambiado papeles con respecto al principio de la temporada), sería una temporada sin ningún interés para el gran público.
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Este es un problema para los que construyen el relato del campeonato. Buena parte de la culpa del crecimiento exponencial que está teniendo el seguimiento de la Fórmula 1 en todo el mundo se le debe a Netflix y su serie 'Drive to Survive', cuyas guionizaciones consiguen crear unos relatos que superan con creces lo que realmente pasa. Incluso soslayando de manera sutil (o no) la realidad, cada temporada de la serie presuntamente documental consigue enlazar unas tramas que complementan lo visto en pista. Más allá de lo que se cuente desde el altavoz oficial del campeonato, la realidad es que las audiencias se sostienen o al menos no decrecen de manera notable.
Más allá de la relevancia en repercusión, lo cierto es que a la temporada de la Fórmula 1 le sobrarán cinco grandes premios. La pelea por el subcampeonato, un triste postre a quienes quieran buscar alicientes, será uno de los focos de interés que queden, pero no es lo esperado. Por mucha parafernalia que le pongan, ni el esperado GP de Las Vegas, ni el fin de fiesta en Abu Dabi serán todo lo emocionantes que esperaban. Y la culpa será de Max Verstappen y de Red Bull, que han hecho su trabajo mucho mejor de lo esperado.
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