«Prenda interior que cubre el tronco, generalmente sin cuello». Con estas nueve palabras define la RAE lo que es una camiseta. Sin embargo, lo que Miguel Martínez de Corta, segundo entrenador de la UD Logroñés, le regalo este miércoles a Pol Arnau, ... jugador de la primera plantilla blanquirroja, es más, muchísimo más. Es piel de gallina y recuerdos, lágrimas y sonrisas. Es cerrar el círculo de los Arnau.
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Finalizado el entrenamiento matinal de la primera plantilla, Miguel cita a Pol en uno de los campos de la ciudad deportiva de la UD Logroñés. El joven futbolista catalán, sorprendido por la presencia de periodistas y cámaras de televisión pregunta qué sucede.
En ese momento, Miguel Martínez de Corta, que lleva una bolsa en la mano, toma la palabra. «El otro día, el perchero que tengo en el trastero se fue al suelo y recogiendo las camisetas me encontré esta. Es de Arnau, de su época en el Barça, del año del centenario en 1999, y nada más verla pensé que la persona que debía tenerla es su hijo Pol porque para él tiene un significado especial. Él no había venido aún al mundo (risas) pero seguro que tiene una colección enorme de camisetas, y tener una más de su padre será bonito. No iba a estar en mejor manos que en las de su hijo». Este fue el breve discurso de Miguel mientras Pol, que no sabía absolutamente nada, atendía emocionado.
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Eloy Madorrán
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El improvisado acto de entrega, breve, de emoción contenida, en una mañana ventosa y con una ligera lluvia que le dio un aire épico, se cerró con las palabras de un Pol Arnau que esta temporada está viviendo situaciones muy emotivas, después de convertirse en protagonista de la eliminatoria de Copa, ante el Girona, cuando tuvo que ponerse los guantes y clasificar a la UD Logroñés en la ronda de penaltis emulando a su padre.
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«Ha sido un regalo bastante especial. No me lo esperaba para nada. Hace poco vi camisetas de esa temporada, en la que mi padre debuta con el primer equipo. Apreció mucho este regalo. El otro día vi en casa un libro de esa temporada, en la que debuta con el primer equipo. Aprecio mucho el regalo», acertó a articular Pol mientras sujetaba en sus manos la elástica naranja, con los hombros en negro y el número 27 en la espalda debajo del nombre, Arnau. «Cuando me la estaba dando justo estaba pensando en enmarcarla. Y a ver qué hago, pero seguro que está bien guardada», resumió.
Miguel Martínez de Corta dejó su Rioja natal y con quince años se fue a Barcelona, en la época de juveniles. Allí permaneció tres años en los que Francesa Arnau debutó con el primer equipo azularan. El portero riojano recuerda aquella situación: «En aquella época Francesc era el portero a seguir que teníamos en el fútbol base. El portero de la cantera que subía con el primer equipo. En su día estaban Ruud Hesp, Vítor Baía... y Arnau –un chico de la casa– subía con ellos y al año siguiente se consolidó en el primer equipo».
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El destino, juguetón y caprichoso, le está deparando muchas emociones a Pol Arnau con la camiseta de la UD Logroñés. Al joven futbolista catalán nunca se le olvidará la eliminatoria copera contra el Girona. «Si me pones en papel y boli lo que me ha pasado con la Copa, te lo firmo y pago si hace falta», bromea. «Pienso que la noche del Girona, para mí, es el día más feliz de mi vida por poder hacerle el homenaje a mi padre. Ponerme de portero y lo que pasó fue un beso al cielo», resume.
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