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Casi medio siglo ha transcurrido desde que el CD Logroñés escribiese una de las páginas más destacadas de su historia con su ascenso a Segunda División, tras superar al Hércules de Alicante tras una dramática fase de promoción, que tuvo que disputarse a tres partes, ... la última de los cuales en campo neutral. El 24 de junio de 1970 fue la fecha y el marco del ascenso, nada menos que el Estadio Santiago Bernabéu de Madrid.
Aunque aquel CD Logroñés y la actual UDL son, por supuesto, equipos diferentes, no he podido resistir la tentación de rememorar aquel duelo con el conjunto alicantino, cuando todavía era un crío.
La temporada 1969-70 había sido redonda para el CDL. De goleada en goleada, finalizó la fase regular primero de su grupo, la mayoría formado por rivales aragoneses, y nada menos que 120 goles marcados, con el delantero centro Amantegui como pichichi. El equipo titular de aquella exitosa campaña estaba formado por Chomin; Múgica, Arana, Belaza, Ocariz; Hernáez, Labernia, Berasategui; Amantegui, Goicoechea y Arrieta, con Román Galarraga en el banquillo y Cesáreo Remón Armas como presidente.
Quiso el sorteo que Hércules CF y CD Logroñés quedaran emparejados, con el primero de los partidos a disputar en el Campo de la Viña, el 14 de junio de 1970. Se adelantó el conjunto levantino en el marcador con tanto de Marcos, su goleador, en el minuto 14, pero poco le duró la alegría, pues el blanquirrojo Berasategui empató dos minutos después.
El 20 de junio, sábado por más señas, se jugó en el antiguo municipal de Las Gaunas lo que debía ser el último capítulo de la promoción. Pero no fue así. Con el campo a reventar, el encuentro fue muy trabado e igualado, tanto que se llegó al último minuto con empate a dos -goles de Marcos (2) por los visitantes y de Goicoechea y por los locales-, y una falta a favor del Logroñés. Y entonces estalló el delirio. El volante derecho Berasategui disparó al fondo de las mallas un gol que tanto jugadores como aficionados festejaron lo que parecía el tanto de la victoria. El árbitro López Montenegro, sin embargo, anuló el gol alegando que había pitado el final del encuentro cuando la pelota iba por el aire. De nada sirvieron las protestas. Los incidentes se saldaron con lanzamiento de objetos y dos jugadores alicantinos contusionados.
Como entonces aún no se había establecido el valor doble de los goles en caso de empate, riojanos y alicantinos tuvieron que disputar un tercer partido, y definitivo, que se jugó el 24 de junio en el Bernabéu. Miles de aficionados blanquirrojos se desplazaron hasta la capital para respaldar a los suyos llenando varios autocares.
Ante 15.000 espectadores, que parecían hormigas entre tantos metros cuadrados de cemento, arrancó el último envite. Madrugó el Logroñés con un tanto de Guesalaga a los 5 minutos, que pasado el primer cuarto de hora contrarrestó el goleador Marcos. Otra vez Marcos. Y no se movió el marcador durante el resto de los 90 minutos. La prórroga comenzó con miedo por parte de ambos conjuntos, pero en la segunda parte de la prolongación, el centrocampista Labernia desatascó la portería rival en el minuto 103 y, con el Hércules volcado en la portería que defendía Chomin, el extremo riojano Hernández aprovechó un contraataque en el 108. Al final, 3-1 y merecido ascenso. La fiesta en toda La Rioja, y sobre todo en su capital, fue de aúpa, con paseo triunfal incluido.
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