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Dicen los optimistas que la vida siempre te concede otra oportunidad. Eso debió pensar Marcelino García Toral cuando hace un par de semanas el Athletic recurrió a su experiencia y sapiencia para mejorar un proyecto que, ya desgastado, se llevó por delante a Gaizka Garitano. ... Tuvo que irse con la conciencia tranquila del Valencia poco después de conducirle al último título de la Copa del Rey en disputa. Se le vio más triste y confundido aún cuando, en agosto de 2016, el Villarreal prescindió de sus servicios. Un poco más y tiene que exiliarse ras ser acusado de ayudar con los amarillos, que ya no se jugaban nada, a la salvación del Sporting. Sospechas de esas hubo siempre pero el asturiano de Villaviciosa cometió el error, o tuvo la valentía, de desear públicamente la permanencia de los gijoneses.
Lo de Marcelino en el 'Botxo' ha sido caer de pie o llegar y besar el santo. Lleva sentado en el banquillo del Athletic 270 en dos partidos ante el Barça y uno la semifinal de la Supercopa frente al Real Madrid, y ya ha levantado untítulo. Se ha convertido en el preparador más rápido en alzarse con un trofeo en un club con 123 años de historia. Tiempo suficiente para saber lo que es el club de Ibaigane: «En estos quince días, he comprobado que el Athletic es un sentimiento, una cultura. Dije el primer día que quería ver el equipo que deseaba la afición y lo hemos logrado en un tiempo récord», celebró tras el éxito del domingo en La Cartuja de Sevilla. Sobre todo, se emocionó cuando dedicó el triunfo a su familia, a sus jugadores, a la directiva, a la afición y a su padre, «que está ahí arriba».
Nada más aterrizar en Bilbao, Marcelino levantó el ánimo de sus pupilos al recordar que estaban a dos partidos de poder ganar el título. Se reafirmó, convenció a sus jugadores y juntos lo han conseguido. Nada más agarrar la Supercopa, el asturiano se mostró humilde, elegante, y repartió el mérito: «Es de los jugadores. Lo merecen por el trabajo que hicieron el año pasado y porque ahora han ganado estos dos partidos al Madrid y el Barça. Tienen un mérito mayúsculo. Y quiero acordarme de Gaizka Garitano y su equipo técnico, y de jugadores que trabajaron para llegar aquí y ya no están como Aduriz, Beñat y San José. Ellos también nos han traído hasta aquí», recordó. Una forma de ganarse al vestuario y al entorno.
Más allá de los resultados, ya que un detalle o un golazo, como el más sonado de Iñaki Williams en su carrera, dibuja la fina línea que separa el triunfo de la derrota, es incuestionable que en un cortísimo plazo Marcelino ha transformado al Athletic, reforzando a la vez su idiosincrasia. Desde el punto de vista anímico, mental, y en la forma de jugar, mucho más alegre, fresca y valiente, con una defensa adelantada y presión alta que, precisamente, no caracterizó a este entrenador en anteriores etapas y que se les atragantó a los dos colosos del fútbol español.
De nuevo, elogios para su plantilla. Como tras la victoria en la semifinal ante el Madrid, Marcelino subrayó la capacidad de sus futbolistas para ajustarse en tiempo récord a su modelo. «Son esponjas. Son un plantilla increíble. Pelean, trabajan. Tenían entre ceja y ceja este trofeo y han ido a por él. Estoy muy orgulloso de ellos». Fue más allá en sus alabanzas: «Creía que estos jugadores tenían muchas virtudes, pero no en la cuantía que las tienen. Es increíble. Todos debemos estar satisfechos de ellos. No quiero comparar con otros equipos en los que he estado, pero sí puedo decir que estos futbolistas son diferentes».
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A sus 55 años, Marcelino sabe de sobra que ganarse a la afición es fundamental. Algún día se acabará esta pandemia y los fieles volverán a congregarse en La Catedral. «Me hubiera gustado celebrarlo aquí y en las calles de Bilbao. Solo puedo agradecer a la afición el recibimiento que hemos tenido. Que disfruten de estos momentos. Vendrán más. Es difícil hacer esto y más aún mantenerse a este nivel, pero seguro que esta plantilla lo hace», destaca. Marcelino ya conoce por dentro al Athletic, no solo de oídas. Ha superado con matrícula de honor un curso acelerado de sentimiento rojiblanco, bilbaíno.
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