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El Real Madrid digiere a duras penas el baño de realidad que le dio el PSG en el Parque de los Príncipes. El recital de Kylian Mbappé desnudó a un equipo acomplejado que acudió al envite con un planteamiento excesivamente conservador y careció de ... respuestas sobre la marcha. Más preocupado de contener al rival que de desafiarlo con la jerarquía que cabe presuponerle a una escuadra que ha reinado trece veces en el continente, Carlo Ancelotti regresó de la ciudad de la luz en el disparadero por la timorata actuación de los blancos, que carecieron de toque, energía y colmillo frente a un adversario crecido. Merecieron perder por un resultado más abultado, pero Courtois mantuvo viva la eliminatoria refrendando con tres intervenciones decisivas su condición de mejor guardameta del momento y disponen de tres semanas para reactivarse y salvar la cabeza en su competición fetiche.
Las estadísticas reflejan la mala actuación del Real Madrid en el recinto de la capital francesa. El líder de Liga española no disparó ni una sola vez entre los tres palos y apenas efectuó tres remates a lo largo de los 90 minutos, su registro más bajo en una cita de la Champions desde el curso 2003-04, según datos de Opta. Recibió, por el contrario, 21 disparos del PSG, ocho de ellos destinados a la portería que defendió con enorme bravura Courtois. En la primera parte solo pisó dos veces el área del PSG, un dato que no tenía parangón desde la final de Lisboa en la que amarró la 'décima'. Y acumula cuatro partidos con el solitario gol de Asensio frente al Granada como magro bagaje, la peor racha desde aquella 'crisis del reloj' que acabó devorando el proyecto de Julen Lopetegui.
Ancelotti se mostró optimista al término del encuentro, fiando las opciones de levantar el cruce a la capacidad de respuesta de su equipo y la mística del Bernabéu, pero el italiano tiene mucho trabajo por delante. Para empezar, el Real Madrid se vio desbordado por un rival que jugó con otra marcha. Es un mal recurrente que vienen padeciendo los representantes españoles en la Champions en los últimos años. No están físicamente preparados para mantener el tipo frente a los grandes transatlánticos del continente, mucho más intensos.
La presión del PSG atenazó de principio a fin al Real Madrid, cuyo centro del campo quedó yermo en el Parque de los Príncipes. Los blancos perdieron 71 balones, una cifra elevadísima frente a uno de los conjuntos de la Champions con menos dotes para el robo como es el PSG. Sobresalieron en este sentido las doce entregas fallidas de Modric, el principal vector creativo del cuadro de Chamartín. Desconectada su sala de máquinas, el ataque quedó desabastecido y Gianluigi Donnarumma, titular bajo palos en las filas del PSG, fue un espectador pasivo del espectáculo.
Militao, cuyas ayudas a Carvajal resultaron determinantes para que Mbappé no provocase un estropicio aún mayor, volvió a sobresalir como antidisturbios y fue el único, junto a Courtois, que rayó a la altura del reto que planteaba el PSG. Pero a Ancelotti le faltó cintura táctica para reaccionar al repaso que le estaba dando Mauricio Pochettino.
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El transalpino le ha cogido el gusto a defender con un bloque bajo porque recela de las facultades de sus pupilos para presionar alto. Vive cómodo a la contra, pero necesita un plan alternativo y, como a Zidane, a veces le pierde el respeto hacia la vieja guardia. Cierto es que Casemiro, Kroos y Modric son capaces de anestesiar a cualquiera en partidos de ritmo pausado, pero la excesiva devoción a esa santísima trinidad de mediocentros que han hecho historia entraña riesgos en duelos que demandan mayor exuberancia física como el que midió al Real Madrid con el PSG. Desaprovecha el tranco largo de Valverde, un jugador más en consonancia con el fútbol que predican los equipos que han dominado las tres últimas Champions.
Con todo, hay motivos para la esperanza. Pese a que las bajas por sanción de Casemiro y Mendy resquebrajarán el armazón defensivo del Real Madrid de cara a la vuelta del 9 de marzo en el Bernabéu, la ventaja del PSG sigue siendo pírrica y la desaparición del valor doble de los goles en campo contrario restaría dramatismo a un hipotético zarpazo del cuadro francés. Al bloque de Ancelotti solo le valdrá la victoria y no podrá especular. Quizás eso le ayude a sacar su mejor cara.
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