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El Palacio de los Deportes se convirtió este domingo en una olla a presión. Tanto por el fervor de los aficionados de España como por el calor casi asfixiante que marcó la final de la Eurocopa. Las gradas empezaron a abarrotarse nada más abrir sus puertas después de largos minutos de colas mientras la batukada ponía a prueba el sonido de la instalación.
Nadie quería perderse este día tan señalado, ni pequeños ni mayores, la afición riojana fue una al apoyar a su selección desde miles de kilómetros. Un combinado nacional con seña riojana. Abanicos agitándose, banderas ondeando y cánticos con la 'Potra' que buscaban amainar los nervios antes de que el balón empezara a rodar.
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Sonó el himno de Inglaterra y el Palacio rompió a silbar. Emergió el del conjunto nacional y Logroño respondió poniéndose de pie. Este ánimo se mantuvo cada vez que la selección tocaba balón, aunque, desgraciadamente, no pudo celebrar un gol en el primer tiempo. Sin embargo, se dejaron los pulmones al jalear los intentos de Nico, los regates de Olmo y las intervenciones de Cucurella y Carvajal en defensa.
La batukada volvió a amenizar la espera del descanso. Tocaba refrescarse e hidratarse en barra. Cervezas y Calimochos a destajo mientras los aficionados comentaban la dificultad del partido. Rodri se iba lesionado. Caras largas que se tornaron en lágrimas de felicidades cuando Nico marcó. Minutos frenéticos en los que Logroño vivió una y cada ocasión del combinado nacional como si fuera la última hasta que Inglaterra marcó. Silencio.
La prórroga ya flotaba por el ambiente del Palacio de los Deportes hasta que Oyarzabal apareció para cambiarlo todo. Logroño estalló viendo como España iba a alzar la copa continental. Solo faltaba esperar al pitido final mientras el suelo temblaba, como si hubiera un seísmo. Minuto 94. España era campeona de Europa. Tocaba ir a Murrieta. Al menos, España ha permitido que muchos logroñeses puedan pisar la fuente esta temporada y que otros tantos niños se vayan a la cama soñando con ser algún día futbolistas.
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