Secciones
Servicios
Destacamos
P. RÍOS
Barcelona
Lunes, 18 de enero 2021, 13:55
Una semana duró la supuesta resurrección del Barça en este 2021 que comenzó tan ilusionante que amagaba con corregir el aciago 2020. Tres victorias ligueras consecutivas en Huesca, Bilbao y Granada hicieron que el equipo de Ronald Koeman, en un alarde de imaginación, fuese considerado ... incluso favorito para la Supercopa de España. Pero en la semifinal ante la Real Sociedad (1-1), sin el lesionado Messi, ya se vio que de una crisis no se sale tan rápido y Ter Stegen tuvo que vestirse de héroe para colocar al equipo azulgrana en la final con paradas prodigiosas en la prórroga y en los penaltis. Y en la final ante el Athletic, ya con Messi, pero autoalineado como en los viejos tiempos y sin respuesta física por sus molestias musculares, los que resucitaron fueron los fantasmas de ese tormentoso pasado reciente.
A nadie debería sorprenderle. Aquello fue un fin de ciclo con mayúsculas, el definitivo tras más de una década de éxitos más o menos continuados, y en la historia del Barça, los nuevos ciclos siempre han necesitado bastante tiempo para ser creados. En el estadio de La Cartuja no se vio a un equipo horrible. Incluso pudo ganar en lo que se habría calificado como partido soso sin más cuando en el minuto 90 se imponía 2-1 en el marcador. De haber acabado así el partido, los análisis no hablarían de lección táctica de Marcelino García Toral a Koeman ni cosas así. El Athletic cortocircuitó el juego ofensivo del Barça, sí, pero el equipo culé había vivido tranquilo, con Ter Stegen aburrido y encima ganaba 2-1.
Pero igual que sucedió tras el 1-0, cuando no hubo tablas ni para defender con acierto y concentración la jugada siguiente que significó el 1-1, el Barça pecó de falta de oficio para dormir el partido tres minutos y encajó el 2-2 en el tiempo añadido en una acción a balón parado que dice muchas cosas. En el fondo, se sigue pagando la pésima planificación deportiva de los últimos años. Con Piqué lesionado y Umtiti bajo mínimos, a Lenglet el papel de líder le viene enorme y Araujo y Mingueza son defensas recién llegados del filial que hacen lo que pueden, pero que en un contexto normal, en lo deportivo y en lo económico, quizás seguirían en el Barça B. «Nadie da la orden de salir, o se da tarde», reconoció Griezmann sobre la forma de defender una falta lateral para provocar el fuera de juego de los atacantes. El colmo en un equipo que quiere pelear por todos los títulos y que sigue encallado en aquel córner siniestro y cómico de Anfield ante el Liverpool. Así, lo de ganar un título es una broma de mal gusto.
Más información
El francés logró los dos goles del Barça, pero lo suyo va camino de ser una maldición. Parece destinado a no ser nunca el héroe de un Barça que siempre tiene ese rol reservado a Messi. Pero el argentino no estaba. Se empeñó en jugar pese a no estar en condiciones y, lógicamente, lo pagó. Se ofreció poco, apareció menos y acabó expulsado por quitarse de encima a Villalibre casi al final de la prórroga, ya con 2-3. Era la enésima obstrucción sin balón que le hacían con el visto bueno del árbitro extremeño Gil Manzano, que confundió durante todo el partido su sentido de la justicia con la valentía contra el grande, con un criterio sonrojante en las faltas y en las tarjetas, incapaz de interpretar que un cabezazo de Dani García a De Jong sin balón pudo dejarle inconsciente y que era una expulsión de libro, pero la roja de Messi, la primera de su carrera, fue justa.
Le pueden caer entre dos y cuatro partidos que comenzará a cumplir el jueves en el Cornellà-Barça de Copa. El club alegará para evitar que sean cuatro, pero si son dos a Messi le vendrá hasta bien para recuperase de una lesión por la que ya no tendría que haber jugado. En otros tiempos se hubiera alabado su implicación por querer ayudar. Pero como ya toca comenzar a imaginar un futuro sin Messi y su temporada, salvo este inicio de 2021, no era nada del otro mundo, lo que se añoró fue un Barça jugando como equipo sin buscar a un crack que no podía ejercer como tal al estar mermado físicamente.
La imagen que quedará es la del descanso entre el pitido final y el inicio de la prórroga, con el Athletic viviendo una final, en círculo, escuchando las instrucciones de Marcelino, todos a una, y el Barça ya esperando en el césped sin apenas comunicación. Recordó a aquella pausa de hidratación en la Liga del post-confinamiento en el partido ante el Atlético en el que el entonces conjunto de Quique Setién se jugaba la Liga. Los azulgranas desperdigados y los de Simeone, juntos en una piña. Aquel partido acabó 2-2 y el Barça ya casi se despidió del título. El domingo, recién comenzada la prórroga, Williams marcó el 2-3 porque las cosas no pasan por casualidad. El conjunto vasco quería la Supercopa y lo demostró en esa prolongación, mordiendo, agarrando, fingiendo y provocando. También jugando. El Barça, que no supo hacer nada de eso desde el 2-1 de Griezmann, ya no supo competir. Y esa sí es una carencia preocupante para lo que viene: la falta de carácter.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Carnero a Puente: «Antes atascaba Valladolid y ahora retrasa trenes y pierde vuelos»
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.