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«El fútbol femenino ahora es un trabajo. Es profesional. Necesitamos que este empuje siga y no se quede aquí, sino que continúe por parte e los clubes, la Federación, los patrocinadores y los espectadores que han seguido este Mundial por Televisión». Verónica Boquete (Santiago ... de Compostela, 1987) no solo luchaba contra sus rivales en el terreno de juego, sino también ante las trabas que le ponían por el camino. La exinternacional española sabe lo que es emigrar (Rusia, Suecia o EE UU) para poder vivir del fútbol cuando no se les dejaba hacerlo en su país.
Cuando llega la gloria, tras el histórico triunfo de la España femenina ante la poderosa Inglaterra en la final del Mundial, no muchos recuerdan que este deporte no siempre fue visto con buenos ojos cuando eran mujeres las que lo practicaban. El patito feo se convirtió en cisne y el equipo dio el gran salto hasta tocar el cielo en su tercera participación en una Copa del Mundo. En ocho años ha sido capaz de pasar de soñar con jugar la máxima competición de selecciones, tras su debut en Canadá 2015, a conquistarlo en las Antípodas.
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Un camino de reivindicaciones y mejoras que ha impulsado la profesionalización del fútbol femenino. Pasara lo que pasara en Sídney el triunfo estaba asegurado por el contexto en el que se daba, en la temporada más dura y con la mayor crisis interna de los últimos años tras el cisma de las 15 rebeldes y la difícil reconciliación con varias de ellas.
El vestuario tras lograr su primera estrella universal era una mezcla entre alegría, orgullo y emoción. «Quería agradecer a todas las personas que han hecho camino. Todas hemos roto barreras», decía Aitana Bonmatí, elegida MVP del Mundial, recordando que cuando era pequeña siempre tuvo claro que quería dedicarse al fútbol, aunque en el colegio, rodeada de niños, muchos no aceptaran que jugara mejor que ellos.
«Hemos crecido pensando que el fútbol no era nuestro lugar, que no nos pertenecía. Nos han hecho sentir así. Por suerte a medida que han pasado los años han mejorado las condiciones y la gente ya sabe que ese lugar también es nuestro. Que podamos ser referentes también es hacer historia», reflexionaba Irene Paredes, la guía sin brazalete de este equipo que simboliza, junto a muchas otras, el paso histórico para el balompié de mujeres que supone esta epopeya que le faltaba al deporte español.
Coinciden ambas en este asunto con Jennifer Hermoso, máxima goleadora histórica de la Roja, que apunta que cuando ella empezó a darle patadas al balón no pudo tener ídolos chicas. «Por suerte las niñas que vienen por detrás tienen a deportistas y a futbolistas que son un espejo donde poder mirarse».
Antes que ellas, otras generaciones de las que pocos conocen sus nombres pese a la importancia que tuvieron para esta disciplina, abrieron el camino a base de valentía y poco apoyo. «Me acuerdo de las que han tenido que luchar desde el principio. Han sido ellas las que han tenido que abrir una puerta muy pequeña. Algunas de ellas ya no estarán y algunas estarán llorando de alegría en su casa», comentó Boquete en RTVE.
«En los campos te decían: 'Si eres un macho', 'vete a fregar', 'métete en la cocina'... Todavía falta camino, pero ahora el fútbol femenino comienza a tener el apoyo que tenía que tener», cuenta Carmen Arce, 'Kubalita' (Valencia, 1956), primera portera oficial de la selección española, y que como Encarna Caracuel (Córdoba, 1952), otra de las tantas mujeres anónimas que abrieron la puerta al fútbol femenino en España y regatearon el machismo de la sociedad de los años 70, apunta que «se necesita visibilidad e igualdad de derechos». De esto hablan varias de las internacionales españolas, aunque cuando hablan de igualdad no se refieren a salarios, sino de equiparar las condiciones de trabajo con los compañeros hombres. Un debate que en los últimos tiempos se ha intensificado en el deporte femenino, con la falta de recursos profesionales y la mala gestión como telón de fondo.
Una lucha que ahora retumba con los nombres de Alexia Putellas, doble ganadora del Balón de Oros y principal figura comercial del fútbol femenino español o Salma Paralluelo, una de las jugadoras más prometedoras con el balón en los pies y fiel reflejo del relevo generacional que vive el balompié español.
«El fútbol femenino es el deporte que más ha crecido en los últimos diez años, pero también es uno de los que más alejado estaba de su realidad. Existía más interés que el nivel de visibilidad e inversión que recibía. El camino acaba de empezar y aún queda mucho por hacer, pero vamos en la dirección correcta. Ahora mismo para las marcas, apoyar a una futbolista ha pasado de ser una moda o un acto de responsabilidad social a un negocio, el crecimiento es global y no va a parar», explica Carlota Planas, agente de fútbol femenino que representa a varias de las internacionales españolas como la extremo Mariona Caldentey o la guardameta Cata Coll.
No hay victoria posible si no hay detrás mucho trabajo, y dinero. La creación de una liga profesional femenina y el aumento de la visibilidad mediática han contribuido significativamente al crecimiento y la popularidad en el país. Las futbolistas comenzaron a entrenar en mejores campos, horarios y los estadios se abrieron para ellas en cascada logrando algunos récords de asistencia en el Metropolitano, San Mamés y Camp Nou. Campo este último vital para el crecimiento del fútbol femenino ya que el Barça, campeón de la Champions femenina, ha demostrado ser referencia en el trato de jugadoras así como ejemplo de cómo apostar e invertir en ellas. «Ha creído y liderado no solo con eso, sino que quiere seguir aumentando la inversión y ayudando a las futbolistas a que realmente sean lo que quieren ser. La jugadora sólo se tiene que centrar en jugar, entrenarse y alimentarse bien», explicó recientemente la reivindicativa Putellas.
Hace solo cuatro año no había convenio colectivo alguno que mejorara los derechos laborales de las futbolistas y antes de la llegada de Luis Rubiales a la presidencia de la Federación Española de Fútbol, la selección femenina no llegaba a los tres millones de presupuesto propio. Ahora maneja uno superior a los 27 millones de euros y desde entonces los logros de las categorías inferiores han superado cualquier tipo de expectativa: Ha ganado dos Mundiales (Sub-17 y Sub-20), además del reciente Europeo Sub-19, y se proclamó subcampeona en el Europeo sub-17, torneo en el que se les escapó el oro por segundos.
«El cambio es abismal y hemos ido trabajando en ello de forma progresiva y rápida. Cuando llega el actual equipo de gestión se crea un departamento de fútbol femenino y pasa de estar diluido entre las distintas categorías inferiores y futbol juvenil, a tener un equipo solo trabajando para ellas para una atención más profesional y trazar planes de desarrollo», explica Ana Álvarez, directora de Fútbol Femenino de la FEF.
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