El nuevo reto de Juan Carlos Escolar: «Es como subir 37 Alpe d'Huez en nueve días»

Hace algo más de tres meses, Diario LA RIOJA se hacía eco del triunfo de un riojano, Juan Carlos Escolar, en La Gravel de Fuego, una carrera de ultraciclismo de más de 1.000 kilómetros en tierras sudamericanas. Ya por entonces, Peky, como le conocen sus amigos, aseguraba que una idea le estaba rondando por la cabeza: participar en la Transibérica, una carrera en la que el recorrido se amplía hasta los 2.700 kilómetros. Eso que solo era una intención se ha convertido en una realidad y el riojano está entre los poco más de 200 inscritos. «Estoy acojonado», reconoce.

Esa sensación parece lógica a la vista de lo que este logroñés tiene por delante a partir del día 24. La prueba partirá desde Italia y al poco de empezar, los participantes se encontrarán con el Stelvio, un puerto de casi 22 kilómetros. «Y en los primeros 150 kilómetros tenemos 4.500 metros positivos», apunta el deportista, quien avisa de la extrema dureza de la cita. «He metido los datos y me salen en total 37.000 metros de desnivel positivo (en la web oficial se amplía esa cifra hasta los 45.000), que es como subir el Alpe d'Huez 37 veces», resalta Peky, que tiene por objetivo hacer todo este trayecto en nueve días. «Aunque se pueden ir hasta catorce, dependiendo de cómo vaya la cosa», advierte.

No en vano, esta prueba tiene unas características muy especiales. La primera es que no hay una ruta fija, el único requisito obligatorio es pasar por todos y cada uno de los puntos de control (diez) de un recorrido que nace en Italia, pasa por Suiza y Francia y acaba en España. Los ciclistas cuentan con un sistema de seguimiento por satélite para controlar por dónde están transitando, pero todo depende de ellos. Si tienen un problema mecánico, han de buscarse la vida para solucionarlo. Si quieren comer, pueden transportar ellos los alimentos en la bicicleta o bien adquirirlos durante el camino. Para dormir, mientras, no pueden reservar previamente un alojamiento, han de hacerlo sobre la marcha. «Y la organización te obliga a dormir al menos cuatro horas al día, aunque tienes la opción de no descansar en dos noches», expone el riojano. «Lo hacen así para evitar que te quedes dormido sobre la bicicleta y que no haya accidentes; pasamos por carreteras con el tráfico abierto a los coches», añade.

La Transibérica es, por lo tanto, una lucha del corredor contra todo lo que se vaya encontrando y en ese 'todo' se incluye un recorrido muy duro con la subida, entre otros, al Mont Ventoux y al Alto de la Demanda. El puerto riojano es uno de los puntos de control de la prueba, poco antes de la meta, que estará situada en Bilbao. Esto hace que para Peky este reto sea «más especial» si cabe que los que ha afrontado con anterioridad. «La idea es evitar las grandes ciudades porque con los semáforos y el tráfico se ralentiza mucho el ritmo, las rodearemos aunque hagamos más kilómetros», cuenta. «Pero a Logroño voy a entrar seguro para poder comerme un bocadillo en algún bar y saludar a los amigos que vayan a verme; eso te recarga las pilas», certifica.

Esta prueba de ultraciclismo va a ser, con diferencia, la más larga de las que ha afrontado el deportista logroñés. «Hasta ahora, lo máximo que he hecho han sido 1.200 kilómetros y en una carrera en la que puedes ir en grupo», recuerda. «Aquí está prohibido ir a rueda», añade para explicar después que la preparación que ha hecho ha sido similar a los retos anteriores. «Es la que puedo hacer porque soy padre de una niña de dos años y medio: mucho rodillo y los fines de semana en los que es posible, fondos de 150 o 200 kilómetros», cuenta.

Aun así, en su opinión, la fortaleza mental es tan importante como la física en estas pruebas. «Hace poco leí una frase que me gustó mucho y que decía que las ultras no se entrenan, sino que se preparan», apunta. «Y es cierto, tienes que ser muy fuerte psicológicamente para afrontar lo que tienes por delante», remata.

Tras el éxito en La Gravel de Fuego, Escolar es mucho más conservador en esta Transibérica. «Aquí, por mucho que quieras ser ambicioso, entrar entre los veinte primeros es muy difícil», reconoce. «Hay gente como el exciclista Juan Antonio Flecha que tiene solo cinco años más que yo, pero miles de kilómetros más en sus piernas», resalta. No en vano, según explica el riojano, la mayoría de los participantes cuenta con más experiencia que él sobre la bicicleta. «Yo llevo cuatro años rodando y hago como mucho 12.000 kilómetros al año, pero voy a competir con gente que hace 30.000», señala. «Aquí no viene nadie a probar; a probar vas a ultras de 500 o 1.000 kilómetros como mucho. Aquí viene gente de mucho nivel», sentencia antes de fijar su objetivo en quedar en «el top-20 o top-30».

La distancia hace que la planificación resulte más complicada. «Sé más o menos dónde voy a dormir el primer día y que esas dos noches que puedo pasar sin descansar las reservaré para cuando me haya adaptado un poco más a la carrera», señala Escolar, quien reconoce que no sabe cómo le va a responder el cuerpo. «Las ultras son muy raras porque el primer día acabas muy cansado, pero al tercero ya te vas acostumbrando y aguantas más horas sin descansar», afirma. «Pero esta es muy dura, en los primeros 400 kilómetros hay ya 10.000 metros de desnivel positivo: es una barbaridad y además la bicicleta me pesa 15 kilos con todo el equipamiento. Cuesta mucho mover eso», concluye el riojano quien, a pesar de la dureza, afronta «con ganas» esta nueva aventura sobre las dos ruedas de su bicicleta de gravel.

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