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El Futurismo fue un movimiento literario y artístico de vanguardia que surgió en Italia en los albores del siglo XX. Giró en torno a la figura de Filippo Tommaso Marinetti, que publicó en el periódico parisino 'Le Figaro' el 20 de febrero de 1909 el Manifiesto Futurista, a través de cual proclamó el rechazo frontal al pasado y a la tradición, defendiendo un arte anticlasicista orientado al futuro, que respondiese en sus formas expresivas al espíritu dinámico de la técnica moderna y de la sociedad masificada de las grandes ciudades.
Marinetti, con el Futurismo, proclamó la negación del pasado, proponiendo la reivindicación del futuro; es decir, la idea de entender el futuro, el progreso y la modernidad, con todo lo que le rodeaba en aquél momento: la ciudad, las máquinas, los coches, la velocidad, las calles, los edificios...que se convirtieron en los símbolos de la iconografía artística de este movimiento, a los cuales Marinetti elogiaba exaltadamente en sus manifiestos.
El Futurismo fue llamado así por su intención de romper absolutamente con el arte del pasado, especialmente en Italia, donde la tradición artística clásica lo impregnaba todo. Marinetti y sus seguidores querían crear un arte nuevo, acorde con la mentalidad moderna, los nuevos tiempos y las nuevas necesidades. Para ello, Marinetti tomó como modelo las máquinas y sus principales atributos: la fuerza, la rapidez, la velocidad, la energía, el movimiento y también la deshumanización.
Pero sus ideas revolucionarias no sólo se limitaban al arte, sino que, como otros muchos movimientos filosóficos y políticos de aquella época pretendían transformar radicalmente la sociedad y las costumbres vitales de las personas, tanto en sus relaciones como en su propia naturaleza.
La estética futurista difundió también una ética de raíz machista y provocadora, amante del deporte y de la guerra, de la violencia y del peligro. El Futurismo fue politizándose cada vez más hasta coincidir con las tesis del fascismo italiano, en cuyo partido ingresó Marinetti en 1919. De hecho, en su manifiesto hay un punto que dice: «Queremos glorificar la guerra, única higiene del mundo, el militarismo, el patriotismo y el gesto destructor de los anarquistas, las bellas ideas que matan y el desprecio a la mujer».
Desde el inicio del Movimiento Futurista italiano la influencia de la alimentación en las capacidades creativas, fecundadoras y agresivas de las razas agitó a los principales líderes de esta forma de pensar. El restaurante 'Penna d'Oca' de Milán, dirigido por Mario Tapparelli (uno de los primeros cocineros futuristas de la historia), ofreció a los seguidores milaneses de Marinetti un banquete que intentaba ser un elogio gastronómico al Futurismo.
La ciencia será empleada en la preparación de salsas y un dispositivo similar al papel de tornasol será utilizado en la cocina ‘futurista’ para determinar el correcto grado de acidez o de alcalinidad en una salsa dada, escribe Marinetti, que planteaba otras cuestiones: La nueva comida permitirá una influencia literaria que invada el comedor, lo que sumado a un ideal servicio rápido, por medio de sucesivos bocados únicos, puede sugerir experiencias tales como un viaje o una aventura amorosa. Entre los nuevos instrumentos de cocina y de comedor sugeridos por Marinetti se cuentan un ozonizador que dará a los líquidos el sabor y el perfume del ozono, lámparas ultravioleta que tornarán más activas a ciertas sustancias culinarias. Algunos platos serán cocidos bajo alta presión, de modo de variar los efectos de la temperatura.
Entre los platos destacaban: 'Helado en la luna', 'Cordero asado en salsa de león', 'Corazones oportunistas de alcachofa', 'Espuma hilarante de cinzano' y 'Fruta recogida en el jardín de Eva'.
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Al acabar el banquete, Marinetti dijo que la cocina «futurista será liberada de la vieja obsesión del volumen y del peso y tendrá por uno de sus principios la abolición de la pastasciutta. La pastasciutta, en cuanto complaciente al paladar, engorda, embrutece, engaña en su capacidad nutritiva, nos hace escépticos, lentos, pesimistas. Es por otra parte patriótico favorecer como sustituto al arroz».
El día 28 de diciembre de 1930, en la 'Gazzetta del Popolo' de Turín apareció el Manifiesto de la Cocina Futurista. La primera pasaba por la abolición de la pasta, absurda religión gastronómica italiana. «Quizá beneficie a los ingleses el bacalao, el roastbeef y el budín, a los holandeses la carne cocida con hueso, a los alemanes el sauer-kraut, el tocino ahumado y el salchichón; más a los italianos la pasta no nos beneficia. Contrasta, por ejemplo, con el espíritu vivaz y con el alma apasionada, generosa, intuitiva de los napolitanos. Estos han sido combatientes heroicos, artistas inspirados, oradores impetuosos, abogados sagaces, agricultores tenaces, a despecho de la voluminosa pastasciutta cotidiana. Al comerla ellos desarrollan el típico escepticismo irónico y sentimental que trunca a menudo su entusiasmo».
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