Secciones
Servicios
Destacamos
Diego Urdiales tenía previsto tomar la alternativa en Vitoria el 7 de agosto de 1999 en un cartel con Juan Mora y Pepín Liria ante astados de Manuel San Román. Pero el día amaneció con síntomas frustrantes porque no paraba de llover y la ... corrida se fue al garete. David Vicente Iglesias, apoderado del riojano durante más de diez años, removió Roma con Santiago y encontró una nueva fecha para el evento cuando la temporada estaba en plena ebullición y prácticamente todos los carteles rematados. Y lo consiguió nada más y nada menos que en la lujosa feria francesa de Dax, con Paco Ojeda como padrino. El salmantino Guillermo Marín causó baja por una cogida y se quedó libre un puesto que el destino finalmente tenía reservado para Diego. La ceremonia fue el 15 de agosto de 1999, con Manuel Díaz 'El Cordobés' de testigo, y 'Amoscado', un toro de Diego Puerta, como primer ejemplar de una carrera que exactamente este jueves cumplía veinte años y que este viernes celebrará en el mismo coso galo donde el riojano ciñó por primera vez los galones de matador.
«Fueron unos días increíbles», recuerda Diego, que aquel año había toreado ocho novilladas y hasta había tenido la oportunidad de debutar en las plazas mexicanas de Morelia y Monterrey. «Fue magnífico, toreé dos días después en Alfaro y salí a hombros y después me convertí en el máximo triunfador de la Feria de San Mateo ante un toro de Manolo González».
Han pasado veinte años y el diestro de Arnedo se ha convertido en la principal referencia del clasicismo en el toreo contemporáneo: «Son tantos los recuerdos y tantas historias vividas que no sabría por dónde empezar, pero en el fondo me sigo sintiendo como aquel niño que quería ser torero y que tuvo la suerte de encontrar un gran maestro». Ese profesor fue Rafael Guerrero, un sevillano del Arahal que vivía en Arnedo y que soñó con ser torero.
Urdiales regresa este viernes a la plaza de Dax ante toros de Jandilla con Castella y Toñete como compañeros de terna: «Parece ahora como un sueño aquella corrida, con Ojeda, al que tanto admiraba. Pero estaba feliz en Francia». Y es que el riojano conocía al dedillo casi todas las plazas galas. Su debut se produjo en Floriac, donde cortó dos orejas a un novillo de Juan Luis Fraile y armó una verdadera tremolina entre los aficionados. Incluso llegó a contar con dos apoderados franceses: Bernard Dubarry -que había hecho sus pinitos como novillero- y Joël Queille, un personaje curiosísimo, amante de los pájaros -«tenía una impresionante colección», recuerda Diego- que trabajaba como jefe de cocina en Burdeos. Urdiales se prodigó en Francia con triunfos en Dax, Arles, Saint Server o Floirac, plaza en la que llegó a realizar cuatro paseíllos, sin olvidar días en los que incluso toreó dos festejos. «Siempre que voy al país vecino me acuerdo de aquellos años y de los amigos que sigo manteniendo de aquella época. Además, he podido triunfar muchas veces y hacer el toreo como siento. En Dax recuerdo una de las mejores faenas que he hecho en mi vida a un victorino, o en Mont de Marsan, donde también he disfrutado mucho en el ruedo».
Al año siguiente de la alternativa también se proclamó triunfador de San Mateo y planteó la temporada del 2001 de una manera muy estratégica, con una corrida en Las Ventas antes de San Isidro con la esperanza de triunfar y entrar en la feria. Sin embargo, una cogida en la plaza de Astorga (León) en la que se fracturó el brazo echó por tierra aquel sueño. La confirmación llegaría el 9 de julio ante una durísima y enorme corrida de Guardiola con Frascuelo y Jesús Pérez 'El Madrileño'. Diego se la jugó a carta cabal con sus dos toros, resultó feísimamente volteado (varias costillas fracturadas y esguince cervical) y dejó una grata impresión entre los aficionados venteños. A partir de este año, Diego Urdiales luchó sin éxito por entrar en las ferias más importantes. Cortó una oreja en Barcelona en el 2003, mantuvo su cartel en La Rioja con triunfos en Calahorra y Logroño y toreó dos tardes en el ferragosto madrileño: Cura de Valverde (2002) y Conde de la Maza (2005).
En esta época el torero de Arnedo entró en una de las etapas más duras de su carrera, alejado de las principales plazas, sin contratos pero, aunque pueda parecer paradójico, con la ilusión intacta. «Hubo temporadas como la del 2006 en la que solo hice el paseíllo en un festival en Alfaro». Casi nadie confiaba en una posible remontada, solo una persona: Luis Miguel Villalpando (su actual apoderado), un banderillero que vio en Urdiales una especie de prolongación de su sentimiento taurino.
En esta etapa Diego se forjó como torero fuera del toreo pero con el toreo totalmente dentro de sí, por eso en el 2007 sucedió algo tan inverosímil como irrepetible. Del vacío más absoluto a rozar el cielo en la Feria de San Mateo merced a la tarde mágica del indulto del toro 'Molinito' de Victorino Martín, un ejemplar de impresionante alzada y de emotiva acometividad con el que Diego sacó ese coraje misterioso suyo de las grandes tardes.
El caso es que aquella temporada Diego solo tenía un festival en mayo en Alfaro, del que salió victorioso tras cortar dos orejas a un novillo de Antonio Briones. Aquella faena le sirvió para lograr que lo colocaran en la feria de agosto, donde cortó un rabo a un codicioso toro de Baltasar Ibán y de ahí a San Mateo. Chopera lo anunció en la apertura del abono ante toros de Cebada Gago. Volvió a triunfar y el empresario donostiarra le abrió hueco en la corrida de Victorino, sustituyendo a Pepín Liria: «Aquello fue maravilloso».
Diego se preparó a fondo en invierno y decidió dejar de trabajar como pintor para dedicarse en cuerpo y alma a torear. Consiguió debutar en San Isidro el 13 de mayo del 2008, en una sustitución, y tras una gran faena a un gigantesco morlaco de Carmen Segovia cortó una de las cuatro orejas que se lograron en aquel San Isidro. Fue una tarde seminal puesto que ya nunca más se iba a apear de la élite del toreo. Madrid acogió su clasicismo como lo hizo Bilbao, una plaza donde debutó con triunfo en una corrida de Victorino en el 2008 y en la que ha abierto tres veces la puerta grande con faenas memorables. Su carrera tuvo un punto de inflexión el año pasado en la Feria de Otoño cuando abrió la puerta grande de Madrid toreando para la eternidad: «Toqué el cielo».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.