El riojano Luis María Díez Picazo, tetrapléjico parcial, premiado en la Copa Inclusiva de Fotografía Subacuática

«El día que me quité la silla de ruedas de la cabeza y me la puse en el culo es cuando empecé a hacer cosas». Las cosas a las que se refiere Luis María Díez Picazo, con una tetraplejia que le paraliza la mitad inferior de su cuerpo, pasan por tirarse en parapente o por bucear. Y del buceo, o más bien de la fotografía subacuática, acaba de obtener su última recompensa.

Este riojano de 'media cepa' –ironiza sobre sus largos años de residencia en Logroño– acaba de obtener el tercer podio en la 1ª Copa Inclusiva de Fotografía Subacuática, celebrada hace una semana en Lanzarote. Acudió de la mano de la delegación riojana de FEDAS y, aunque se estrenaba con una cámara bajo la superficie marina, obtuvo medalla en cinco de las seis pruebas puntuables. Pero la medalla que más le emocionó fue el oro conseguido por su compañero Leví Esteban Briega como mejor asistente del campeonato, «porque no solo me ayudó a mí sino a muchas personas; esa es su grandeza».

Y nos explica esta asistencia. «Él me ayuda en tierra a ponerme el neopreno, a montar y trasladar el equipo y a subirme en el barco. Pero una vez que te sumerges, el mar está mucho mejor adaptado que la tierra. Allí no tienes silla, no pesas...». Ya en el agua, Luis María avanza impulsado por sus manos, las mismas con las que maneja la cámara subacuática.

Con ella le gusta 'bichear', recrearse en las especies más diminutas. «Me gusta mucho la vida muy pequeña, de unibranquios o especies que apenas se ven. Lo que hay en el fondo es muy bonito y tenemos que cuidarlo. De hecho, acudo a cada evento para limpiar los mares, y si estoy bajo el agua y veo algún plástico o residuo, siempre me lo llevo conmigo».

Luis María vive postrado en silla de ruedas a raíz de una fatídica caída, en la fuente de Murrieta, durante la celebración de la victoria de España en el Mundial de de Johannesburgo. Era el 11 de julio de 2010, fecha a la que siguieron ocho meses en el Hospital de Parapléjicos de Toledo. A su salida, su ilusión era bucear.

A fecha de hoy contabiliza unas 160 inmersiones selladas. «Sumergido me siento totalmente libre. Esa paz y ese dejar a un lado la discapacidad se quedan cortos con la sensación de libertad que me da el mar. Creo que dejo antes de respirar que de bucear», confiesa. «La gente con discapacidad le tiene mucho miedo al agua –comenta–, pero el mar tiene un algo que atrae y les animaría a aventurarse en él porque realmente permite el único deporte no adaptado. Para jugar al tenis o al rugby, por ejemplo, necesitas una silla especial, pero en el buceo mi equipo es el mismo que el de una persona normal».

Sorprendidos por la imagen que acompaña este reportaje en la que Luis María sale del agua caminando junto a su asistente, nos aclara que «tengo la suerte de poder ponerme en pie y dar cuatro pasos, pero solo cuatro, y siempre con gente al lado porque si me caigo no hay forma de levantarme».

¿Proyectos pendientes? «Hacer surf. Lo empecé a practicar antes del accidente y me gustaba bastante. Si consigo hacerlo lo tendré bien, porque el día que no pueda bucear será porque hay mala mar, con olas, y entonces podré practicar surf. Tengo claro que no puedo subir el Kilimanjaro, pero lo compenso con otras miles de cosas que sí puedo hacer».

• Temas
• Johannesburgo
• Logroño
• Fotografía