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Después de 14 meses de amplificadores desenchufados, regresar a la música en directo es fiesta grande. Y 700 personas volvieron a sentir el pálpito del rock en el pecho durante el concierto que El Drogas, la banda liderada por Enrique Villarreal, ofreció el sábado en ... la plaza de toros de Alfaro.
Desde la mejoría sanitaria y el convencimiento de la necesidad de la cultura de la música, el Ayuntamiento promovió la actuación del artista navarro, una de las primeras con gran escenario al aire libre en La Rioja este año. Después de programar otros estilos, y en una ciudad con genética rockera, quiso contar con uno de los nombres en mayúsculas de las guitarras altas.
En 15 minutos se agotaron hace semanas las entradas en los asientos del ruedo y la grada prácticamente se llenó dentro del aforo limitado. El comportamiento del público fue ejemplar, adaptándose a esa casi contradicción de disfrutar del rock sentado y sin un trago.
Desde media tarde, el ambiente en Alfaro era el de las grandes ocasiones. Las terrazas se vestían de negro, se reencontraban cuadrillas de viejos amigos desde Girona a Vitoria pasando por numerosas localidades navarras, aragonesas y riojanas.
Pasados unos minutos de las 22 horas se apagaban las luces. El cosquilleo del reencuentro con la música en directo llevó a la primera fuerte ovación. La banda irrumpía con 'En punto muerto'. Hilando tema tras tema sin descanso, de escuela ramoniana, enlazaron 'Sólo es febrero' y 'Así', agradeció Enrique Villarreal la asistencia y engancharon con 'Debajo de aquel árbol' con la armónica marcando y su primer clásico en solitario, 'Empujo pa'kí', con toda la plaza coreándola a través de la mascarilla. Los primeros momentos se centraron en su carrera en solitario, antes de visitar Barricada con 'La hora del carnaval'.
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Con un sonido contundente y nítido y un efectivo juego de luces y proyecciones, la banda alternó temas de El Drogas con clásicos de Barricada como el coreadísimo 'Animal caliente' o el homenaje a Alarma con 'Frío'. Simultaneó los temas más enérgicos con acústicos, para «mantener el culo en el asiento», como comentaba Villarreal. En ese recorrido, la magistral banda que le acompaña –Txus Maraví a la guitarra, Flako Txarrena al bajo y Brigi Duque a la batería– mostró su versatilidad y calidad, viajando de los guiños surf en 'Sin lámpara' al rhythm n' blues de 'Con ridículo sombrero' o el aroma stones en 'Ya podemos irnos'.
Los clásicos barriqueros 'Oveja negra' y 'En la silla eléctrica' elevaron la electricidad y los brazos y voces del público. Para relajar, emocionó con 'Cordones de mimbre', que dedicó entre una larga ovación a la Asociación para la Demencia del Alzheimer de Alfaro, que había visitado. 'Pétalos' fue otro recuerdo a la memoria, a la histórica. Villarreal sonreía asintiendo su clásico «¡A gusto!». Como él, otros setecientos.
Y la contundencia regresó con 'Salvaje mirar' y dos clásicos de Barricada: 'Víctima', contra el racismo, y la festiva 'Todos mirando'. La plaza quería más, pidió y la recta final fue imbatible. 'No sé qué hacer contigo' y 'Algunas cosas por terminar' llevaron a una dedicatoria emocionante: 'No hay tregua' fue para Isabel, la mujer del añorado Boni, que estaba entre el público. Dos clásicos mayúsculos como 'Azulejo frío' y 'En blanco y negro' pusieron a bailar y cantar a todos sobre sus asientos, poniéndose toda la plaza en pie para ovacionar otra noche magistral de El Drogas. Para ovacionar la música en directo.
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