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Silvia Lindner ha vivido (y dirigido) los diez años de historia del Museo Würth La Rioja. Ella encabeza el equipo que ha logrado acercar el arte contemporáneo a los riojanos de a pie, y lo ha hecho sin prisa, pero sin pausa ni ... aspavientos.
-¿Qué obra identificaría este décimo aniversario del Museo Würth?
-Hay varias que son casi iconos para el visitante. Evidentemente, la foto que todos se quieren hacer es ante la gran cabeza de mujer de Manolo Valdés (Lillie). A nivel personal o de museo hay tanta historia detrás de cada obra que no sería justo elegir una.
-Hace una década este museo se presentaba en sociedad con tal discrección que hasta los propios riojanos se sorprendieron de lo que era y lo que exponía. ¿Cree que hoy lo apreciamos en su justa medida?
-Es verdad que cuando inauguramos teníamos la experiencia de otros museos Würth en polígonos industriales que, cuando se abrieron, posiblemente resultaban algo extraños, pero no sabíamos qué iba a suceder aquí. Creo que después de estos diez años, con las actividades organizadas, con las exposiciones, con nuestro trabajo, los visitantes han llegado a comprender qué somos y a formar parte de nuestro día a día de forma natural. Ahora se acercan al museo sabiendo quiénes somos y por qué.
-¿Pero lo aprecian como un museo contemporáneo de primer nivel?
-Creo que sí y nos lo transmiten. Muchas veces dicen que somos 'el gran regalo' para La Rioja. La pregunta es ¿cuántos riojanos han pasado por aquí? ¿han venido todos los que nos gustaría? Todavía hay gente que me comenta que no conoce el museo y me resulta una lástima porque creo que realizamos suficientes y variadas actividades para todo tipo de público, y me gustaría animarles a que se acerquen.
-En este sentido, habéis realizado actividades que han atraído a numeroso público por primera vez al museo, como la cita estival 'De noche, el museo suena'.
-Uno de los objetivos clave para nosotros es acercar el arte contemporáneo y la cultura a la sociedad, y la sociedad es muy amplia y variada. Intentamos traer cosas de calidad, pero también queremos pensar en el público que no tiene un interés especial en el arte contemporáneo y que esto es un primer paso para conocerlo y acabar disfrutando de él. ¿Cómo conseguir esto? Pues de muchas maneras. Desde luego, un público especialmente complejo son los jóvenes. 'De noche...' es un proyecto que nació pensando en ellos y con los años hemos demostrado que se podía hacer. En la primera edición vinieron 200 personas y ya nos pareció un gran éxito, y en la última tuvimos casi 5.000 en una noche. Creo que es clave querer llegar a los jóvenes, como a cualquier otro tipo de público, y pelear por conseguirlo, y esto es un ejemplo. Otro público también muy importante para nosotros son los niños porque son el futuro.
-Cultivar en el arte contemporáneo no es fácil. ¿Qué logros y retos tiene el museo en este aspecto?
-Pequeños logros, muchos y variados. Siempre cuento el caso de un niño que vino a realizar un taller con el colegio, estuvo toda la semana hablando de ello en casa y sus padres vinieron el fin de semana siguiente a visitar el museo con toda la familia. Para mí es un logro impresionante que sea un niño el que traiga a sus padres al museo. Historias como esas hay muchas. ¿Retos? Muchísimos. Evidentemente seguir creciendo como museo, seguir llegando a la sociedad y conseguir que la gente disfrute del arte y la cultura.
-Sería largo repasar los grandes autores y obras que han desfilado por el Würth, pero destáqueme algunos.
-Para nosotros hay dos momentos muy significativos en la historia del museo. El de la inauguración, en la que pudimos contar con gran parte de los artistas de la colección que se desplazaron de distintas partes del mundo para estar con nosotros (entre otros Miquel Navarro y Darío Urzay), y la exposición de Christo y Jeanne Claude. Conseguir que estos últimos vinieran desde Estados Unidos para pasar un día en el museo e inaugurar su exposición; que quisieran hacer una clase magistral abierta; que convocaran a 997 personas; que se sentaran a firmar catálogos a todas aquellas personas que se acercaron, creo que eso es mágico.
-También habéis incorporado a vuestros fondos obra de autores locales.
-Para nosotros es fundamental y creo que se lo debemos a la sociedad artística de La Rioja, que todo lo que nos ha aportado con sus obras y sus colaboraciones ha sido fundamental. Tenemos obra de Félix Reyes, de Balanza, Mercedes González de Garay, Vicente Gallego, Arnáez, Miguel Ángel Ropero, Julio Sabrás...
-El equipo del museo es básicamente femenino. ¿Es intencionado?
-Ha sido algo absolutamente casual. De hecho, cuando yo me incorporé el equipo ya estaba formado y la verdad es que estoy encantada con él.
-¿Cómo ve evolucionar el museo de aquí a diez años?
-El objetivo va a ser el mismo, es decir, mostrar la colección, acercar el arte y la cultura a la sociedad, etc. ¿Cómo? A través de nuestras actividades y de una búsqueda de mejora constante. Nos gusta analizar cada proyecto que realizamos y esas reflexiones serán las que nos guíen de cara al futuro, intentando que las exposiciones siempre sean de calidad e intentando que las mejores obras de la colección pasen por este museo antes que por otros. Y mejorando en el día a día, pero pensando siempre en nuestros visitantes y en la sociedad.
-¿Ante qué obra del museo ha pasado más tiempo Silvia Lindner?
-Hay una obra que invita mucho a la reflexión, 'Biblioteca con luz blanca' de Miquel Barceló. Una pintura de gran formato y con una persona reflexionando sobre una mesa rodeada de libros y apuntes. Muchas veces colocamos delante de esa obra un banco porque creemos que es un lugar de reflexión y yo confieso que me he sentado en ese banco.
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