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Teo Martínez, referente de la fotografía española, nos dejaba este lunes a los 93 años. Se fue discretamente, tal y como pasó por la vida, y empujado por la edad. Con él despedimos a un referente de la fotografía no solo riojana, sino nacional; a ... un autodidacta del fotorreporterismo al que le interesaba no la belleza de la fotografía, sino que esta dijera algo sin necesidad de ponerle un pie explicativo. «Que veas la imagen y sepas lo que es», decía.
Timoteo Martínez Gorrachategui (El Cortijo, Logroño, 1930) tuvo una vida sencilla, pero una obra extraordinaria que custodia la Casa de la Imagen, gestora de los miles de negativos de Teo sobre la vida en La Rioja y en España desde los años 50 hasta los 80 del siglo pasado.
A la fotografía llegó, sin embargo, por la curiosidad y la casualidad. Tras una infancia marcada por la Guerra Civil y la posguerra (se quedó huérfano de padre con 9 años), se hizo electricista profesional y ciclista aficionado, y precisamente a los ciclistas, y más tarde a los motoristas, dirige el objetivo de su primera cámara, una Kodak Retina pagada a plazos. Inmortalizar a los corredores a la salida de las pruebas era una buena forma de sacarse unas perrillas.
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Luego se estrenaría como reportero en la Gaceta del Norte –en los años de revelar a mano y positivar a la velocidad del rayo para mandar las fotografías por el telefoto–, para más adelante atender los encargos fotográficos de Europa Press y abrir su propia tiendecita de material fotográfico 'Foto Teo'.
Más que fotógrafo, Teo era un contador de historias, y sus imágenes para la prensa contaban los sucesos con un prisma descarnado; la realidad de sus vecinos con tremenda humanidad, y las ruedas de prensa con indisimulada desgana. Y para ello no le valía la toma frontal, sino que siempre se situaba donde no estaban el resto de sus compañeros.
Tanto peso tenían entonces las imágenes de prensa y tan popular se hizo Teo Martínez como autor de las mismas, que cuando pisaba el césped de cualquier campo de España en el que jugara el Logroñés, el público, a modo de himno, coreaba: «¡Teo... Teo... Teo!». Sus últimos trabajos como fotorreportero versan sobre la Transición y la llegada de los partidos políticos.
La vida, en ocasiones de penurias, hizo de este genial fotógrafo un hombre duro e inquebrantable, con coraje. Como reconocía él mismo, «mi forma de ser es no quedarme quieto ante la adversidad, yo no soy de los de ahí me las den todas».
Pero también moldeó un hombre sensible, con un humor excelente y miles de amigos. Y siempre pegado a la fotografía, e incluso interesándose en los tiempos más recientes por las técnicas digitales.
El Ayuntamiento de Logroño le dedicó una exposición monográfica en diciembre del año 2008 y la Casa de la Imagen rodó una película documental sobre su figura y obra, estrenada en noviembre de 2018 en el Teatro Bretón. 'Teo, Teo que ves' se titula este trabajo cinematográfico dirigido por Jesús Rocandio y Bernardo Sánchez.
La ciudad de Logroño también reconoció a Timoteo Martínez en el año 2021 con la insignia de San Bernabé, y lo hizo «por haber retratado la ciudad desde El Cortijo al Espolón, con una mirada artesanal, repartiendo cariño desde su tienda en la calle San Juan y ganándose el respeto en todo el país por su trabajo en los medios».
Su legado fotográfico seguirá en la Casa de la Imagen; el personal, en los numerosos amigos y conocidos, y en quienes saben de la gran memoria que sobre Logroño y La Rioja quedará gracias a las imágenes de Teo. Como él decía, «las fotografías son la vida y la vida son alegrías y tristezas; todo vale». Hoy, al despedirle, pesa más la tristeza.
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