El diestro arnedano Diego Urdiales posa en el exterior del monasterio de Vico durante la entrevista con Diario LA RIOJA. J. RUBIO
Diego Urdiales | Matador de toros

«Esta temporada ha sido de las más duras, incluso me llegué a plantear parar»

El diestro riojano hace balance de su temporada número veintitrés como matador de toros

Domingo, 30 de octubre 2022, 02:00

Su mirada transmite una tranquilidad contagiosa. No hay prisas. La temporada ha concluido y los trastos de torear permanecen aparcados por unos días. Es tiempo de relax, de despojarse de las presiones y de recorrer con la memoria el camino recorrido. Nos citamos alejados ... de la vorágine de la ciudad, que esta sí que sigue su curso, y el encuentro tiene lugar en el Monasterio de Vico, a tres kilómetros de Arnedo. En este enclave natural reina la calma y se respira un clima de sosiego. Es uno de los refugios a los que Diego acude con frecuencia. El ideal para hacer balance de lo conseguido.

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– ¿Cómo valora esta temporada?

– Ha sido muy importante y he vivido tardes muy bonitas; y también ha sido una temporada de la que me siento orgulloso por el hecho de haber conseguido echarla hacia adelante tras la lesión que sufrí en Valencia a principios de año.

– ¿La más difícil?

– De las más duras, porque durante su transcurso he tenido que convivir con muchos dolores y a la vez tomar medicación. He vivido momentos en los que físicamente he estado muy condicionado; e incluso me llegué a plantear parar un tiempo.

– ¿Le ha sorprendido su cuerpo a la hora de gestionar ese dolor?

– Te sorprendes día a día, porque hay momentos que no los puedes controlar. Y esos, afortunadamente, los viví en el campo. Fueron realmente difíciles, porque sentía sensaciones muy extrañas que me generaban miedo a que me pudiesen ocurrir en la plaza. Pero el deseo de tirar hacia adelante, de creer que lo vas a superar, me ha hecho continuar hasta el final y que en la plaza haya conseguido estar en el estado que quería.

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– ¿Qué fue lo que le hizo no parar y tomarse un tiempo?

– La fe en que lo podía conseguir. Sí que es verdad que el cuerpo tiene un límite, y que te dice: hasta aquí. Y he vivido momentos en los que sentí ese límite.

– ¿Con qué momento se queda?

– Es muy difícil quedarse con uno, porque a lo largo del año se viven momentos malos en los que no salen las cosas y muy buenos. Y dentro de las tardes buenas siempre siento que son diferentes, y eso es algo que para mí es fundamental; el ir a la plaza con un toro que cada tarde es distinto y que te exige que el planteamiento de la faena también sea diferente. Y afortunadamente he vivido tardes en las que he sentido cosas bonitas. El propósito de cada temporada para mí siempre es intentar ser mejor torero que el año anterior. Y creo que lo he conseguido.

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– Como espectador, este año le he visto más enrazado, como con garra en su toreo.

– Totalmente. Hay tardes en las que no tienes la suerte de que te salga ese toro que te permite expresarte con la naturalidad que te acerca a las faenas soñadas, tardes en las que los toros te plantean dificultades. Y en esas tardes es donde se marca la diferencia de los toreros, de los que pueden mantenerse en el tiempo y de los que no. Porque el toro soñado sale muy poco y ese toro medio, que es con el que tienes que poner mucho, en cuanto a la disposición y la entrega, hace que sean las que te mantienen en el sitio en el que uno quiere estar, que es siempre arriba. Una de las condiciones fundamentales que debe de tener un torero es la casta. Aunque hay veces en las que uno está al cien por cien y el público no aprecia esa disposición. Es complicado, pero la base fundamental es la verdad.

– Como por ejemplo, en su última tarde en Madrid un sector le pitó mientras se jugaba el tipo.

– Madrid es una plaza muy complicada. Estoy convencido de que todos los toreros que hacen el paseíllo en Las Ventas van a entregarse al máximo. Todos sabemos de la repercusión que tiene una tarde en Madrid. Otra cosa es que uno pueda o no con las circunstancias, porque los toreros somos humanos, y más en una plaza en la que te juegas tanto, en la que hay una gran responsabilidad y en la que la exigencia es máxima. Por eso el toreo es milagroso, es algo único. Es de las expresiones artísticas en las que las condiciones que se te plantean son de las más difíciles. Te juegas la vida y además puedes tener a la gente en contra.

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– Pero en el toreo hay milagros.

– Por eso cuando suceden es algo tan maravilloso que es valorado por mucha gente. Son tardes en las que se transmiten tantas emociones que permanecen dentro de cada uno durante mucho tiempo, e incluso durante toda la vida.

– La reducción de festejos durante la pandemia ha provocado que se estén lidiando toros cinqueños. ¿Nota un comportamiento diferente del animal?

– Claro. No hace muchos años, cuando había un toro cinqueño en los corrales, todos nos alarmamos. Era casi una barbaridad. Ahora, el encontrarte con toros de cinco años se ha convertido en una normalidad. El toro con más edad tiene más sentido, desarrolla más y las complicaciones son mayores. Ahora esa normalidad la tenemos que sufrir todos los días.

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– Me comentaba que uno de sus objetivos es superarse cada año. ¿Se sorprende cada temporada?

– El ser mejor es la base fundamental y el motor de la ilusión en cualquier profesión. Sí que cada temporada encuentro cosas en las que he mejorado.

– ¿Y en qué quiere ser mejor?

– Cada toro es diferente y tiene sus matices. Entonces, intento que mi toreo no pierda en calidad ni en personalidad, y para ello uno tiene que pulir aspectos técnicos para que cualquier gesto, movimiento y decisión sea la más acertada. El querer ser mejor es también cuestión de afición. Yo no me puedo llenar con una misma faena siempre, por eso, las faenas iguales, para mí, son un perjuicio. Tienen que ser diferentes, y para eso, uno tiene que disponer de unos conocimientos amplios, que son los que van a facilitar que los sentimientos sean mayores. Y ese es el objetivo también, conseguir que los sentimientos sean cada vez más intensos para poder transmitir más emociones.

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– ¿Se considera un torero misterioso?

– Creo que es fundamental ser un torero misterioso. Misterioso para mí es el que yo vaya a una plaza como espectador y exista ese misterio de no saber qué va a pasar, de no conocer en qué momento me va a pellizcar el toreo y cuándo me va a emocionar. El arte es un misterio.

– El 12 de octubre toreó en Sevilla con el joven Marco Pérez. Cortó un rabo con tan solo 15 años y ha revolucionado a la afición. ¿También a usted?

– Es algo increíble el que un niño con esa edad tenga la capacidad ya no solo de torear, que es casi un milagro, sino de ser capaz de hacerlo en una plaza llena como la Maestranza. Es un niño prodigio. Es maravilloso que un niño pueda ser capaz de torear de esa manera y de emocionar como lo hizo, porque todos los que estábamos allí ese día nos emocionamos de verdad.

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– ¿Dónde se va a refugiar este invierno?

– Voy a intentar descansar unos días, a relajarme y a buscar tranquilidad, que es lo que necesito y me hace feliz.

– ¿Hay vacaciones en el toreo?

– Vacaciones... Físicas sí que las hay, pero mentales no. Porque yo me levanto y a lo mejor cojo una toalla para secarme y pego un muletazo, o me miro al espejo y pego otro. El toreo es algo interior que convive conmigo.

– ¿Qué tiene pendiente por hacer este invierno?

– Prestar atención a mi familia y a mis amigos. Porque hay muchísimos momentos durante la temporada en los que por la presión, la responsabilidad y la tensión los dejas de lado.

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– Le da miedo que la inestabilidad social y económica que se avecina afecte a la tauromaquia?

– No me da miedo por la tauromaquia, sino me preocupa por los que no puedan llegar a fin de mes o calentarse este invierno. Me parece una barbaridad que esta situación esté existiendo, que se esté viviendo una guerra, que se esté muriendo la gente de hambre y que el dinero que sí que hay se esté gastando en otras cosas.

– ¿Temporada americana?

– No lo sé todavía. Ahora está empezando y veremos. Si las circunstancias se dan, pues iremos encantados.

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