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«Ahora me toca pensar qué voy a hacer con mi vida». Mañana viernes Marta Medina dejará de ser, oficialmente, residente de la Academia de Cine. Junto al resto de sus compañeros, en total 10 hombres y 10 mujeres, ha formado parte de la tercera promoción de esta iniciativa pública surgida en 2019 y que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento de Madrid. Desde entonces, por este programa de ayuda a desarrollo de proyectos audiovisuales han pasado 57 creadores, pero ellos 20 serán los primeros en lidiar con la nueva Ley Audiovisual aprobada por el Senado el pasado miércoles.
La norma introduce una polémica definición de productor independiente, un cambio que profesionales y asociaciones del sector han rechazado por dejar en desventaja las películas no mayoritarias. «El patrimonio cultural de un país también pasa por el cine y es triste ver que cada vez está más desprotegido», explica Medina. «Me preocupa», reconoce Leire Albinarrate, otra de las ya exresidentes, «porque cuando sabes que solo se está produciendo un tipo de historia puedes perder las ganas de arriesgar».
Por su parte, Daniel Tornero, compañero de Documental, hace hincapié en la importancia de la diversidad -«cuanto más heterogéneo sea un arte, más crecerá»-, una cualidad que también les define a ellos mismos como grupo, ya que las Residencias acogen proyectos de animación, ficción, no ficción y series de televisión. El proyecto de Tornero se titula 'Saturno': «En 2018 mi abuelo fue detenido por abuso de menores y por el intento de secuestro de una niña de ocho años. Desde entonces, he intentado entender quién es». Será su primer documental.
Para Medina, 'Laponia' es su segundo guion de ficción: «La imagino como una película de terror costumbrista sobre la España vaciada. Crecí en Soria y en el tratamiento que presenté ya estaba el imaginario castellano, los campos de cereales y la literatura de Machado». Nueve meses después, con talleres, asesorías y mucha reescritura, esta idea ha evolucionado hacia el género fantástico y los cambios demográficos se han convertido en posibles desapariciones.
Albinarrate también ha experimentado su particular metamorfosis creativa. Entró con una propuesta muy preliminar, apenas unas líneas maestras, «y salgo con un piloto escrito y un dossier de venta muy completo». En el acto de final de curso presentó su propuesta de serie, 'La mala vida en Madrid', frente a un centenar de productoras reunidas por la Academia de Cine.
A lo largo de este curso cada residente ha estado acompañado por un cineasta. Tornero ha trabajado junto al director José Luis Guerín ('La academia de las musas'). «Suelo decir que me ha cambiado la vida», comenta. «Me ayudó a entender el tipo de película que quería hacer». Los tutores de Albinarrate han sido los hermanos Sánchez-Cabezudo, directores de series como 'La Zona' y 'Crematorio'. «Piensa que estás tan inmersa en un universo que quizá te empecinas en algo que crees fascinante», cuenta esta guionista de Vitoria. «Ellos desde fuera pueden señalarte lo que realmente llama la atención de tu proyecto». En el caso de Medina, el cineasta Manuel Martín Cuenca ('La hija') le ha sabido dar herramientas sin imponer su visión y es que «te hace preguntas que sirven muchísimo para reenfocar la idea».
En este tiempo también han podido aprender de otros profesionales de la industria. El último, Robert Cerdá, que ha impartido un taller de dirección de actores en el que los intérpretes Irene Escolar y Miki Esparbé se han prestado como voluntarios. O antiguos residentes como Pilar Palomero e Ion de Sosa han vuelto para contar su experiencia. Para seguir el proceso de cerca, Tornero, natural de Alicante, ha tenido que instalarse en la capital aunque haya seguido filmando con su abuelo. «Ha habido una transformación total, si algo me ha hecho crecer en estos últimos años ha sido el paso por el programa».
El desplazamiento Medina no ha sido físico pero sí de óptica: «Vengo de trabajar en el periodismo donde cada día cuentas algo diferente, pero con un proyecto así te comprometes a largo plazo y lo curioso es que no dejas de darle vueltas. En cada 'pitch' tienes que contar la historia y entonces vuelves a repensarla». Para Albinarrate, además, la convivencia también ha sido enriquecedora en lo profesional y lo personal: «Yo venía de la industria televisiva más mainstream y aquí, con tantos perfiles, he podido aprender de compañeros que hacen cine independiente. Cambian los proyectos, pero también cambias tú».
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