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M. F. Antuña
Oviedo
Jueves, 19 de octubre 2023, 01:19
Fue una charla de amigos y colegas, de compañeros de oficio que se han visto las caras en dos películas y saben lo que es el amor al teatro y al cine. Fue un disfrute para las dos mil personas que este miércoles por la ... tarde abarrotaron el Palacio de Exposiciones de Oviedo para asistir al mano a mano 'Sin guion' de Antonio Banderas y Meryl Streep.
Comenzó él presentándola a ella, casi sin palabras más allá de las obvias sobre su «increíble carrera» y poniendo el foco en el ser humano que «cercanía» en los rodajes. Y entonces llegó ella y la ovación que ya había recibido a Banderas se multiplicó. Corrió hacia él, lo abrazó, abrazó al público con sus gestos, lanzó besos, se llevó las manos al corazón y acabó tumbándose en el sofá arrancando así la primera de las sonrisas de una tarde noche para el recuerdo.
Empezó Banderas guiando la conversación hacia sus padres, los que le llevaban a él y a su hermana a Málaga al teatro; en su casa de Meryl, contó ella, era su madre la que periódicamente llevaba a sus hijos a Nueva York. «El amor de mi madre por el teatro me lo dio a mí». Y siempre estuvo ahí, por mucho que ella tuviera durante muchos años una relación «de tira y afloja» con la interpretación. En algún momento pensó que era solo algo frívolo, luego entendió que no, que había mucho que contar, que decir y «al final empecé a sentir esa conexión» que la ha llevado a ser una de las grandes de la interpretación. «El apetito, las ganas de expresarte son esenciales para ser una artista», dijo.
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Y habló después de ese ejercicio de «desbordarse» que es interpretar, ese dejarse ir en otro. «La ficción es un lugar seguro para poder estar loco, para explorar los límites. El trabajo consiste en imaginar lo peor, lo mejor, la luz y la oscuridad», confesó una Meryl Streep a la que sus 74 años no le han dado la seguridad de plantarse en set de rodaje y saber que saldrá bien. «Hay que llegar al plató, mirar a los ojos del otro, estar, vivir, escuchar y actuar». Es casi un mantra esa frase para la princesa de las Artes. Y si las cosas no salen bien, se va al baño y se enfada consigo mismo: «No hay nadie a quien pegarle más que tú».
Hubo en la conversación espacio para hablar del mutuo amor al teatro, de aquellos años de 'La fierecilla domada' de Shakespeare en el llamado Teatro Público de Nueva York, que es en realidad privado. «¿Por qué en EE UU no hay un teatro nacional?», interrogó Banderas. Y ella hizo gala de humor y mordacidad: «Porque no hay ninguna América, es un país políglota en el que nada está de acuerdo en nada y el Gobierno ni siquiera funciona».
«El teatro es tú y el público; en el cine, no sabes lo que va a pasar», dijo Banderas, y ella confirmó que el cambio es sustancia, y que ese don del teatro de no ser nunca igual es un puro placer. «Es como un gran poema, el cine fue difícil para mí al principio», anotó la actriz.
Planteaba Banderas el papel que tienen los intérpretes, cómo una película puede cambiar las cosas, como 'Philadelphia', necesaria a su juicio en su momento. Habló de cómo la presencia de actores latinos en Hollywood abre nuevos mercados y da un cierto poder a esa comunidad. Pero ella ahí no coincidió: «Nadie hace nada en Hollywood a menos que piense que va a ganar mucho dinero». Sin contemplaciones.
Se refirió Streep a personajes como 'El diablo viste de Prada', bromeó con que nadie empatizaba con el personaje de Margaret Thatcher, que por encima de todo mostró que todo el mundo tienen «que enfrentarse a las decisiones de su vida» y se puso seria, pero muy seria, a la hora de hablar de la inteligencia artificial. «Dicen que lo va a cambiar todo y creo que va a ser antes de lo que pensamos», afirmó la actriz.
Ya en materia cinematográfica reconoció que a buen seguro ya no se necesitarán actores, que se podrán crear imágenes que juegan ese rol, en referencia a la controversia sobre el uso de la inteligencia artificial (IA) en esta industria. Pero, y esa es la cuestión: «¿Querrá el público eso? ¿Van a querer criaturas imaginarias o van a querer seres humanos». Ella tiene su propia respuesta: «Necesitamos teatro y eventos en directo». Y Banderas remató: «Pueden inventar todos los hologramas, pero un grupo de personas contando una historia a otros siempre será interesante».
En su periplo por la interpretación y la vida, hubo también tiempo para confesiones íntimas. Al principio de la charla fue Meryl quien reconoció que no se lleva bien con todo lo que supone ser una celebridad; Banderas, ya en el tramo final, habló de su infarto y cómo le cambió el chip, no solo en lo personal: «Sin el ataque al corazón no podía haber hecho 'Dolor y gloria'». Todo lo dicho, todo lo hablado, todo lo relatado y todo lo aplaudido para concluir que su arte, el de interpretar, no siempre tiene respuestas: «Es algo misterioso».
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