![Carmen Medrano, Jesús Vicente Aguirre e Iñaki Ramos, componentes de Carmen, Jesús e Iñaki.](https://s1.ppllstatics.com/larioja/www/multimedia/2024/06/02/Carmen,%20Jess%20e%20Iaki%202-k1VG--1200x840@La%20Rioja.jpg)
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La Rioja existe, pero no es, si nos unimos la hemos de hacer. El himno popular de esta tierra, de su gente y de su empeño autonomista, está indisolublemente ligado a la memoria de una mujer: Carmen Medrano. La cantante del trío Carmen, Jesús e Iñaki fue la voz de aquella época, la voz de aquella Rioja, de aquel sueño forjado a fuerza de identidad y ansias de libertad, anhelos expresados en esa y en otras canciones que la calle ya coreaba cuando los políticos todavía dudaban qué rumbo tomar. Su legado perdura medio siglo después. Y la extraordinaria voz de Carmen, que fue bandera de aquella Rioja naciente llena de ilusión, aún resuena en muchos corazones.
Hoy se cumplen cuarenta y cinco años de aquel triste 2 de junio. Carmen Medrano (Logroño, 1950-1979) moría en la Clínica Clavijo tras ser operada de peritonitis. No había cumplido los veintinueve. Tenía la vida por delante. Los tiempos estaban cambiando, pero ella no llegaría a ver si lo bastante. Después de la larga noche de la dictadura, apenas empezaba a despuntar el alba tan esperada. Demasiados habían callado durante cuarenta años, muchos habían luchado justamente por eso y algunos incluso lo hacían con sus guitarras y cantos cuando ni cantar estaba permitido. Pero para ella todo iba a terminarse demasiado pronto, todo menos su recuerdo.
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Mari Carmen Medrano Moreno era la segunda de tres hijos de una familia obrera. El padre, José María, camarero, y la madre, la señora Carmen, sus labores de toda la vida. Sus hijas le enseñaron a leer y escribir. Vivían en el grupo San Bernabé, una placita interior al final de la calle la Cigüeña. Desde los catorce años Carmen trabajaba en una fábrica textil manejando una remalladora. Su formación era elemental pero su inquietud la hizo empaparse de lecturas, de teatro y de canciones. Y su compromiso social y político la llevó a militar en el PCE. «Era de las que toman partido hasta mancharse», como dice el que fue su compañero, Jesús Vicente Aguirre.
Cuando empezaron a salir juntos ella tenía dieciséis años y el dieciocho. Todo les unía, también la música, y en 1968 ya eran anunciados como 'Carmen & Jesús, el único dúo mixto de la provincia'. Actuaron por primera vez en el colegio de la Enseñanza cantando lo que estaba de moda: cosas tan sencillas e inofensivas como «no somos ni Romeo ni Julieta».
«Pero en los primeros 70 –cuenta Jesús– ya estábamos empeñados en cambiar el mundo». Algo de eso tenían las canciones que hicieron suyas: de Bob Dylan, Pete Seeger, Joan Báez, Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Quilapayún, Paco Ibáñez, Raimon, Lluís Llach... En aquella época, viniera de donde viniera, aquello se llamaba canción protesta.
Tras un tiempo con los grupos locales Rebaño Feliz y Armonía Rota, en 1974 Carmen y Jesús deciden dedicarse enteramente a la música y marcharse de la España de Franco. Se instalan en París y durante dos años recorren Europa cantando en centros culturales, de trabajo y emigración y compartiendo escenario y techo con artistas que se convertirían en amigos, como Joaquín Sabina. En Alemania conocieron a Iñaki, un chico de dieciséis años que no dudó en unirse a ellos. «Fue un época irrepetible conviviendo con emigrantes y exiliados que se emocionaban escuchando 'Que viva España'».
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Tras la muerte del dictador, en 1976 vuelven a España y, ya como trío, dan un concierto memorable en Escolapios ante numeroso público deseoso de que las cosas empiecen a moverse. Y ciertamente aquello fue el comienzo de una corriente imparable: el camino hacia la democracia y las libertades en toda España, en La Rioja pasaba también por la autonomía, y Carmen, Jesús e Iñaki iban a recorrerlo al frente, hombro con hombro con la gente. Fueron testigos y protagonistas de la historia.
Sus canciones fueron banda sonora de su tiempo y de su tierra: 'Mi pueblo dormido', 'La balada de San Asensio', 'Las cárceles', 'La batalla del verso', 'Masa', 'De lunes a sábado', 'No te canses, compañero'... Casi todas ellas eran políticamente comprometidas con la causa de la justicia y la libertad, letras de grandes poetas como Miguel Hernández o César Vallejo o de los amigos Nano Martínez, Julián Rezola o el recientemente fallecido Honorio Cadarso. Y también letras propias sobre hermosas tonadas de raíz folk.
'La Rioja existe, pero no es', que se convertiría en himno no oficial de la futura comunidad autónoma, la iba improvisando Jesús mientras conducía hacia Pamplona, Iñaki la copiaba en una libreta y Carmen, desde el asiento trasero, la tarareaba. La melodía y el ritmo se los proporcionó un amigo de Bañares silbando para ellos las danzas típicas de la zona.
De pueblo en pueblo, a menudo chocando con la censura y 'la autoridad', tocaron en los acontecimientos más emblemáticos del proceso riojanista. Fue en una de sus actuaciones, el 26 de julio de 1978 en Huércanos, cuando unos jóvenes entre el público desplegaron por primera vez la nueva bandera en una acción espontánea y semiclandestina.
Y siempre, entre aquel coro de voces se alzaba la de Carmen, que insuflaba aliento a aquellos cantos y los echaba a volar. Su ejemplo rojo, su voz blanca cantando a un sueño, el verde de la esperanza irrenunciable y este tiempo amarillo de la memoria que nos queda eran otra cuatricolor.
La Rioja parecía nueva y llena de futuro. Hasta aquel fatal 2 de junio del 79 en que todo se acabó para ella y, en cierto modo, para tantos que la querían. Se había encontrado mal estando en Londres y quisieron regresar a casa, pero para cuando llegaron a Logroño ya era demasiado tarde. Algo muy hondo se rompió aquel día, como un árbol que retoña y al que la tormenta arranca de cuajo su rama más hermosa. La Rioja entera, que tanto había tardado en despertar de su sordera, se quedó muda.
Un mes después, el 1 de julio, un multitudinario homenaje con diez mil personas en la plaza de toros logroñesa le decía adiós. En el escenario, Sabina, Labordeta, Imanol, Víctor Manuel, Jorge Melgarejo, Chema Purón, Elisa Serna, La Bullonera, Quintín Cabrera y otros muchos artistas amigos arropaban a Jesús e Iñaki.
«Pero cómo iba yo a cantar sin ella», dice hoy Jesús mientras repasa las carpetas de recuerdos, poemas y dibujos de su querida Carmen, nuestra Carmen querida. No es nostalgia, ni siquiera afán de un merecido reconocimiento oficial; ya tienen el mayor de todos, que es pertenecer a la memoria colectiva de un pueblo. Es solo que nadie ha vuelto a cantar nunca como Carmen Medrano. Y que quizás aquella Rioja soñada se fue con ella para siempre.
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Martin Ruiz Egaña y Javier Bienzobas (gráficos)
Juanan Salazar | Logroño
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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