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Este sábado, una fuerte tormenta descargó 35,6 litros por metro cuadrado en Nájera. Y lo hizo en apenas treinta minutos, entre las 16.00 y las 16.30 horas. El tremendo aguacero pilló desprevenidos a los vecinos y comerciantes de la calle Mayor, que vieron como en poco tiempo sus locales y viviendas se inundaban, con una capa de hasta 50 centímetros en algunos casos.
La furiosa corriente bajó embalada a través de la Costanilla, procedente de las montañas, y arrastró a su paso una ingente cantidad de barro, piedras y hojas. Esa amalgama quedó embalsada en la calle Mayor. Merce, vecina del número 56, se espantó con la situación. «De repente, un río marrón me abrió la puerta de casa y me inundó toda la parte baja; hasta la bicicleta, que la tenía en la entrada, llegó a ser arrastrada por el torrente», relataba esta najerina.
Al llegar el nivel a más altura que los enchufes, muchos domicilios, como el suyo, se quedaron sin electricidad. «Tengo pie y medio de agua aquí estancada», explicaba Fernando. «Así que o meto una bomba hidráulica, o no voy a poder sacarla toda», añadía después. Además de casas, la fuerte tromba provocó daños, aun por cuantificar, en numerosos negocios. Por ejemplo, la librera Teresa vio humedecidos libros, revistas y muebles.
Desesperados, algunos afectados se quejaron de mala planificación del alcantarillado. «No puede ser que siempre que haya una tormenta todo el barro del monte baje para aquí y nos inunde enteros, no es la primera vez que pasa», contaba un hostelero. De hecho, el pasado 2 de septiembre, un fenómeno similar ocasionó perjuicios en Nájera, aunque en aquel momento la situación fue más llevadera. «Es que hoy ha sido una pasada, entraba el agua por una puerta y salía por otra, teníamos el río en nuestra cara», aseguraba una de las dueñas de otro bar, el Talismán.
No fueron hasta pasadas tres horas cuando la calle Mayor comenzó a recuperar parte de su imagen original, al menos de manera exterior. Y para ello fue necesaria la mano de obra de decenas de personas -muchas de ellas desinteresadas, una nota positiva-, contenedores llenos de barro y la intervención de los bomberos. «Nosotros nos ocupamos de toda la comarca y en ningún sitio hemos visto un desastre parecido», confirmaba Raúl, uno de ellos. Imágenes como la de la oficina de atención al ciudadano, sucísima y sin electricidad, corroboraban esa afirmación.
Dejando de lado la calle Mayor, otras zonas de Nájera sufrieron las consecuencias de la tormenta. Una vez más, la calle San Fernando se llevó una de las peores partes. Negocios como la copistería Copy, la ferretería José Domingo o el bar San Fernandito quedaron encharcados.
«Esta calle está muy mal diseñada, antes había una rejilla grande que abríamos en días como estos, y se iba toda el agua; pero desde que la quitaron, las alcantarillas normales no dan abasto», lamentaba Fermín, uno de los comerciantes perjudicados. Además de inundación, la lluvia originó desprendimientos en algunas casas. Por ejemplo, la del número 2 perdió una placa de yeso del techo del portal.
Por otro lado, en la carretera N-120, a la altura de la cooperativa, una fuerte riada de barro desencadenó daños en las fábricas. En otros pueblos de la comarca, como Uruñuela, Cenicero o Tricio, también llovió con intensidad. «No veía tanta agua desde hacía años, los caminos eran ríos», comentaba un cigüeñero.
Por otra parte, también en Tricio, Cordovín y Alfaro se produjeron riadas a consecuencia de las tormentas.
Aunque los mayores daños se produjeron en Nájera, el sábado dejó los mayoes registros de agua en Alfaro, donde se recogieron 45,4 litros por metro cuadrado, según la estación de Aemet ubicada en Las Planes, y 36,4 en la de SOS Rioja ubicada en Tambarría. Se registraron pequeñas inundaciones y embalsamientos de agua en diversas calles de la localidad como en avenida de Zaragoza. En otras localidades riojabajeñas la furia de una tormenta posterior a la de Nájera provocaron diversas incidencias, la más reseñable el corte puntual de la LR-115 entre Aldeanueva y Rincón, resuelto poco antes de las 5.00 horas.
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