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Los más de 40 litros por metro cuadrado que cayeron el lunes por la tarde en Nájera dejaron imágenes muy llamativas, de vías anegadas, barro arrastrado y balsas de agua en zonas de los barrios altos y bajos. Sin embargo, en el día después de la tormenta, no ha habido que lamentar daños materiales de especial relevancia.
Los mayores problemas se concentraron en las calles Costanilla, San Fernando y avenida de La Rioja. En la primera de ellas, que baja desde el monte, la tormenta arrastró lodo, que fluyó rápidamente por la pendiente. Ayer por la mañana, los operarios de Aqualia y FCC se esmeraban en vaciar las alcantarillas para volver a dejarlas limpias.
«En el casco viejo hay más suciedad que otra cosa, el agua corría rápido y no llegó a entrar en ninguna lonja ni portal», cuenta uno de los encargados de limpieza. En cuanto a los edificios públicos, la lluvia provoco la caída de parte del techo de la estación de bus, por lo que se ha precintado temporalmente.
Precisamente, fue en ese lado del río donde el agua se embalsó más y sí que causó ciertas molestias. Sobre todo en el entorno de la calle San Fernando. Javier, que tiene allí una tienda de electrodomésticos, vio cómo esta se colaba en su negocio. «Nos entró una capa fina, de unos dos milímetros; nos ha tocado sacarla con la mopa, pero no llegó a la suficiente altura como para dañar ningún aparato», explica Javier. Situación similar vivieron en los portales cercanos, donde entró agua de la calle, pero tan poca que no alcanzaba ni siquiera el nivel del rodapié. «Para el mismo lunes por la noche ya la habíamos sacado toda», relata un vecino de la céntrica vía.
Donde más inconveniencias dejó la tormenta fue en avenida de La Rioja. Los vecinos se quejan de que allí los colectores no tienen la suficiente capacidad y escupen el agua cuando viene un temporal fuerte como el del lunes. «No es que nos entrase desde fuera, es que salía de las arquetas», asegura Milagros, que vive en uno de los chalés. En su caso, el nivel alcanzó unos pocos centímetros de altura, dejándole estropeado el lavavajillas.
Amalia, que reside cerca, también tuvo que sacar el agua de su garaje, que subió unos centímetros. «Principalmente es la humedad, porque el agua salía bastante limpia», afirma ella. Otro de los lugares afectados fue el gimnasio Aerogin de la calle Hormilleja. Allí, la lluvia caía en cortinas desde el techo, lo que encharcó el recinto, aunque sin lamentar daños graves. El balance final es de molestia y porquería, pero ningún perjuicio serio.
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