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Fernando Alonso
Jueves, 23 de julio 2020, 18:05
Málaga siempre ha sido un foco de atracción para los de fuera, tanto nacionales como extranjeros. Bastaría citar como ejemplo los apellidos extranjeros que llevan muchos malagueños, cuyos antepasados vinieron para quedarse. Así, buena porción de los malagueños descienden de los cameranos, tal y como ... se señala en este reportaje del SUR, dentro de la serie Verano 2020: a la sombra de la historia.
En su momento los cameranos fueron conocidos en Málaga como castellanos porque por entonces La Rioja (o la conocida como provincia de Logroño) pertenecía a Castilla. Los cameranos o castellanos se habían dedicado desde tiempo inmemorial a la ganadería trashumante. Cada año, pasado el primer domingo de octubre, los pastores cameranos se iban con sus rebaños hacia el sur, a Extremadura, a Andalucía (provincias de Sevilla, Córdoba y Jaén) y al valle de Alcudia, en Ciudad Real. Allí invernaban con sus rebaños hasta finales de abril, cuando volvían a sus tierras.
A mediados del siglo XVIII la trashumancia empezó su decadencia. Los ilustrados comenzaron a apostar por la agricultura en detrimento de la ganadería, imponiendo a esta nuevos tributos. Además se fueron encareciendo los pastos, el precio de la lana cayó y bajaron las exportaciones. La ganadería dejó de ser tan rentable y los Cameros comenzaron a vaciarse. Muchos cameranos, al estar nueve meses fuera de sus casas, se conocían mejor las tierras del sur que las suyas. Después de tantos años y de tantas generaciones emigrando anualmente a Andalucía, es normal que se estableciesen vínculos, primero de amistad y más tarde familiares con sus habitantes.
Un buen número de cameranos fueron a Málaga por las buenas perspectivas económicas que ofrecía y, sobre todo, por las presencia de otros paisanos que habían ido llegando desde el siglo XVIII y fueron abriendo camino. Los jóvenes de la comarca querían seguir el ejemplo y alcanzar el éxito de Martín Larios, al que admiraban de la misma manera que hoy mis alumnos toman como modelo, en la era de la globalización, a Jeff Bezos o a Steve Jobs.
Los primeros cameranos que se establecieron en Málaga se encontraron una ciudad virgen y llena de posibilidades, que ya habían descubierto algunos avispados comerciantes de origen extranjero. En Málaga el clima era suave y no tan extremo como el de su tierra. Sus habitantes eran indolentes y tenían fama de entregarse a la pereza y a la vida muelle.
Los cameranos fueron llegando a Málaga en diferentes oleadas a lo largo de más de cien años. Los primeros lo hicieron ya entrado el siglo XVIII. Nosotros hemos registrado dos fases principales: una primera a finales del XVIII y primeros años del XIX, y otra segunda en torno a 1840-1850. Aunque el goteo fue continuo. Miguel Rojo Moreno estima en unos 550 los cameranos arribados a Málaga.
¿Y cómo eran los cameranos? Sin duda fueron hombres excepcionales capaces de soportar las mayores fatigas. Tenían una enorme capacidad para el sufrimiento y para el sacrificio. (Tengamos en cuenta que descendían de pastores que andaban durante la trashumancia unos 25 kilómetros diarios de media, soportando la lluvia y el frío en otoño y el polvo y el calor en primavera, atravesando sierras y vadeando ríos. Comían durante la marcha, sin detenerse, y dormían a la intemperie, a veces con la ropa empapada por la lluvia o con el cuerpo pegado al de las ovejas). Además los cameranos sobresalían por su gran capacidad para el trabajo y estaban bien dotados para los negocios y el arte del mercadeo. Otros se distinguían por su espíritu emprendedor.
Físicamente, los cameranos destacaban por su piel blanca, sus ojos claros y su cabello rubio o pelirrojo. Soportaban mal el calor y el sol y eran amantes de los animales y de la Naturaleza. Seguro que algunos de estos rasgos los reconocemos en algunos de nuestros antepasados.
Además de Manuel Agustín Heredia (el hombre más rico de la España de su época) o de Martín Larios citaremos a otros cameranos ilustres como Félix Sáenz, los hermanos Juan y José Agustín Gómez García, Álvarez Fonseca, Manuel José Martínez o Luciano Martínez (que dieron nombre a una calle y a un pasaje respectivamente); Fernando López González (que fundó la primera fábrica de chocolate del sur de España); o los alcaldes de Málaga Liborio García y Pedro Alonso García.
En 1798 los comerciantes cameranos compraron, con condición de patronazgo, la capilla mayor de la iglesia de San Agustín para colocar a la Virgen de Valvanera en el retablo y con el fin de acondicionar una cripta para enterramientos debajo del altar. La imagen de la Virgen de Valvanera presidió desde entonces el altar mayor de la iglesia de San Agustín, hasta que esta fue saqueada e incendiada en los tristes sucesos de mayo de 1931. En la iglesia de San Agustín también había un panteón de «Nuestra Señora de Balbanera» (sic), que había costeado la Hermandad de Castellanos (recordemos que así eran conocidos popularmente los cameranos).
En las obras de restauración de la iglesia de San Agustín, llevadas a cabo en los años 2003 y 2004, aparecieron en la cripta debajo del altar mayor algunos sepulcros de cameranos, como el de los hijos pequeños de Manuel Agustín Heredia o el del hermano mayor del primer marqués de Larios, Manuel Domingo Larios, fallecido en 1830 a los 44 años.
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