Sara López | Profesora de Enfermería y donante de médula
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Sara López | Profesora de Enfermería y donante de médula
«Lo único que quería saber es si había funcionado el trasplante»«Soy enfermera y siempre he tenido la inquietud de ayudar a los demás. Es algo innato». Así comienza Sara López, profesora de Enfermería del IES Valle del Cidacos, su historia como donante de médula ósea con un resultado de éxito en el paciente receptor. ... Después de varios casos de cáncer en su círculo más cercano, que «te hacen plantearte qué hubiese podido hacer yo para ayudarles», en 2017 esta navarretana decidió dar el paso y «regalar tiempo» como le gusta decir a ella.
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El proceso de donación, a través del cual se sustituyen las células defectuosas de la médula ósea –que no espinal– por otras normales procedentes de un donante sano, es más fácil de lo que puede creerse. Lo primero de todo es contactar con un centro de coordinación de transplantes. En La Rioja la unidad se encuentra en el Hospital San Pedro (donacion@riojasalud.es) y es ahí «donde me dieron la documentación en la que se explica todo y te hacen la extracción para saber la compatibilidad».
Un año después, en 2018, «cuando ya me había olvidado un poco de todo esto», Sara recibió una «llamada para realizarme otra analítica más extensa porque tenían que hacer un cribado entre tres personas que podíamos ser compatibles con un receptor». «La más compatible era yo y es ahí cuando me derivaron al centro Redmo más cercano, que está en el hospital de San Sebastián», continua. La idea de poder ayudar a otra persona en su lucha contra el cáncer le llenaba de ilusión, pero «finalmente me cancelaron la cita porque me dijeron que el receptor no iba a soportar el tratamiento», explica. «Era septiembre u octubre y a final de enero de 2019 me avisaron de que el receptor estaba ya mejor y se podía hacer», continúa.
Comenzó entonces de nuevo el proceso. En marzo de 2019 Sara acudió al Hospital Donostia para hacer la donación. «Ellos te organizan todo, te buscan el hotel para ti y un acompañante y luego te pagan todos los gastos de desplazamiento, comidas...», cuenta agradecida. «Son 'supermajos'», recalca. La extracción de sangre para la donación se puede realizar por dos métodos. Así, puede llevarse a cabo directamente de la médula ósea con anestesia general mediante punción (que son los menos casos) y que consiste en tomar una cantidad de sangre medular de la parte posterior del hueso de la cadera del donante.
Por otra parte, y como se hizo con Sara, se puede efectuar mediante el sistema de sangre periférica (citoaféresis). «Después estuve de baja como dos días con algo de malestar, pero como si hubiese pasado una gripe», relata Sara, que previamente necesitó de inyecciones subcutáneas de un medicamento (factores de crecimiento hematopoyético) para que las células madre de la médula ósea pasen al torrente sanguíneo del receptor.
Tras la donación «lo único que quería saber es cómo estaba el receptor. Si había funcionado el trasplante...» Así que «llamaba al centro de coordinación sólo para ver si me decían algo, porque las donaciones tienen que ser anónimas», aclara. Ya en noviembre de 2019 volvió a saber de su receptor, pero porque necesitaba de su ayuda de nuevo. «La médula de la persona que recibe la resetean para la donación. En el caso de mi receptor sus linfocitos tenían un pequeño recordatorio y necesitaba que yo le donase los míos porque no reconocía como suyas las células que estaba creando», relata.
Sara realizó entonces su segunda donación y a los dos años recibió la respuesta que tanto estaba esperando. «Le había escrito antes a mi receptor una carta anónima, que se la hicieron llegar a través de la red de transplantes, para explicarle cómo era yo y mandarle una medalla como símbolo de que compartimos vida», rememora. «Ella me contó después que, gracias a la donación, había podido ver casarse a su hija y crecer a sus nietos», valora Sara de su donación, que anima a otras personas a realizar lo mismo, ya que «no hay mayor suerte que regalar vida y estamos regalando tiempo».
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