Secciones
Servicios
Destacamos
Con sólo 23 años Álvaro Márquez, natural de Zamora y profesor de Música en el IES Valle del Cidacos de Calahorra, tuvo que plantarle cara a una leucemia. Afortunadamente, un autotrasplante de médula ósea, después de cinco tratamientos de quimioterapia, le curó de una enfermedad que, según la Fundación Josep Carreras, es diagnosticada cada año a 6.000 personas en España.
En 2019 a Sara López, vecina de Navarrete y profesora también del IES Valle del Cidacos, la donación de su propia médula no es que cambiara su vida sino que ayudó a salvar la de otra persona enferma. Hacía unos dos años que había entrado en Redmo (Registro de Donantes de Médula Ósea) y tras recibir una llamada en la que le informaban que era compatible con un paciente de leucemia se puso a su disposición para ayudar en su cura.
Noticia relacionada
Isabel Álvarez
El destino hizo coincidir hace unos años a Álvaro y a Sara en el claustro de profesores del instituto de Calahorra, donde después de compartir sus experiencias por separado con la donación de médula ósea decidieron hacerlas llegar al alumnado a través de varias charlas en las que participa la Unidad Autonómica de Trasplantes en La Rioja. Sus casos, como donante y receptor, han dado este curso un nuevo empujón a la cadena de donaciones de médula, gracias a la solidaridad de Alicia, Usúe, Paula, Wisal, Beral, Miguel, Belén y así hasta 15 alumnos y alumnas de los grados de Laboratorio y Enfermería del IES Valle del Cidacos, quienes tras escucharlos decidieron sumarse a Redmo.
«Me hacía mucha ilusión hacerlo con Sara, porque yo cuento mi vivencia como enfermo y ella puede hacerlo como donante», destaca Álvaro Márquez, curado de leucemia hace 20 años.
En el camino recorrido para enfrentarse a su enfermedad desde el principio se contempló la donación. «Mi hermano era compatible conmigo al cien por cien», explica sobre esta opción terapéutica que considera una «suerte». «Es que dentro de la familia la posibilidad de encontrar a una persona compatible es sólo de un 25%; es decir, uno de cada cuatro», aclara.
Pero, aunque la suerte estaba esta vez del lado de Álvaro, con lo que no contaba es que «en el control rutinario que hacen antes de la donación» a su hermano le detectataran hepatitis B. «Entonces ya era tarde para hacer la búsqueda en la red internacional de donantes de médula y acabaron haciéndome un autotransplante» –relata– que acabó con las sesiones de quimioterapia y le devolvió la salud.
Mientras lo cuenta ocho de los quince alumnos de su instituto que acaban de hacerse donantes le siguen su historia sin pestañear. Lo han escuchado otras veces (en el instituto las charlas de concienciación sobre la importancia de la donación llevan realizándose durante dos cursos), pero encontrarse de nuevo la experiencia vital del profe de Música no hace más que reafirmarles en su decisión de donar médula y recordarles que la vida que tienen por delante no siempre será un camino de rosas. «Es una buena forma para que los chavales se conciencien y que vean que hay realidades con las que no cuentas nunca, y menos cuando estás en el instituto, y que cuando te pasan tienes que tirar para adelante», incide Álvaro.
Después de las sesiones, que se llevaron a cabo con los chavales de segundo de Bachillerato, Enfermería y Laboratorio, desde «la coordinara de trasplantes del Hospital San Pedro nos comentaron que si había alumnos mayores de edad que quisieran hacerse donantes en ese momento se ofrecían a tomar una muestra de sangre», dice Álvaro.
Alicia Hita, estudiante del grado de Enfermería, vio entonces su momento. «Sara (la profesora donante) me dio clase en Auxiliar y ya nos había hablado de su experiencia. En ese momento ya me lo planteé para cuando fuese mayor de edad, así que cuando dieron la charla, me animé», cuenta la joven. A Paula García la idea de donar médula también «la tenía en la cabeza desde hace tiempo». «Yo ya era donante de sangre y además hago voluntariado (en Cruz Roja y Protección Civil de Arnedo) desde los 16 años», dice sobre su vocación altruista.
Las donaciones en vida suelen generar también miedos y dudas, como le ocurría a Wisal Kenzi. «Al principio no estaba tan convencida. Pensaba que iba a ser más complicado, pero después de la charla, pensé: si tampoco es tan difícil», apunta la joven sobre su decisión, a lo que Álvaro precisa: «Siempre les digo que «es una vez en la vida, que no duele y que no pierdes nada, porque la médula se regenera».
Miguel Barrios valora, sobre todo, el hecho de que el personal de la Unidad de Trasplantes de La Rioja se desplazase hasta el instituto para tomarles las muestras de sangre que se envían a la red de donantes. «Yo también quería, pero había que ir a Logroño, perder clase... Así que aproveché la oportunidad de hacerlo aquí», dice. «Si no llegan a venir, yo no lo hubiese hecho», interviene Usúe Gallego. A Beral Ouah la incertidumbre se la generaba su diabetes: «Pensaba que no iba a poder porque no puedo donar sangre», aclara. Pero como a Belén Pérez y al resto, por encima de las dudas y el miedo, estaban las ganas de «ayudar a otros».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Alfonso Torices (texto) | Madrid y Clara Privé (gráficos) | Santander
Sergio Martínez | Logroño
Sara I. Belled, Clara Privé y Lourdes Pérez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.