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Los jóvenes no tardan en hacer nuevos amigos durante la convivencia que entraña el festival.

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Los jóvenes no tardan en hacer nuevos amigos durante la convivencia que entraña el festival. JUSTO RODRÍGUEZ
Calahorra

Holika, caótico y mágico

El festival, desde dentro. Está sucio, hace calor, hay mucha gente. Pero hay magia, música... y amistades instantáneas

Jueves, 29 de junio 2023, 22:00

Algunos años de experiencia yendo a festivales me han proporcionado cierta capacidad para catalogar de forma relativamente objetiva los tipos de personas que han acudido este año al festival Holika de Calahorra, uno de los más esperados de toda la comunidad. Y lo cierto es que de momento solo he encontrado dos: las personas que vienen con un grupo inmensamente grande de amigos, van todo el día cantando y tienen esas ganas de fiesta que únicamente se pueden tener recién empezado el verano; y yo, que vengo como corresponsal del Diario LA RIOJA, bolígrafo en mano y con la extraña sensación que produce estar sola rodeada de desconocidos. ¡Ay, si mi yo de 16 años me viera sentada en un césped, frente a decenas de tiendas de campaña, disfrutando desde fuera del espectáculo!

Lo segundo de lo que me he dado cuenta, recién llegada a Calahorra, es de lo especial que son los festivales. Lugares visiblemente masificados, sucios y calurosos, compensados con las ganas de pasar unos días con los tuyos o –no nos vamos a mentir– con los vecinos de al lado, con los que en ocasiones logras crear un vínculo prácticamente instantáneo. En este sentido, el Holika no es una excepción. Con un público joven (más de lo que me gustaría reconocer), decenas de grupos de chavales de 18 o 19 años caminan entre las tiendas buscando un lugar en el que acampar, un lugar en el que crear una experiencia memorable.

Fuera del camping el ambiente no deja de ser caótico. Mareas de personas avanzan de un lado a otro cargando con garrafas, botellas e incontables accesorios, más propios de la playa que de un festival riojano. Algunos grupos hablan de la noche anterior. Otros de la que van a liar esta. Un par de chicas bailan salsa en una de las plazas del centro de la ciudad. A lo lejos un grupo de desconocidos se une a ellas. Siguen el ritmo que marca el calagurritano Vicente Gómez, cantante y dueño del Café Abadía.

Cuán característicos son los festivales cuando, sin buscarlo ni esperarlo, terminas bailando y cantando con personas 'random'. Ya falta poco para que comiencen los conciertos y, como me dice un grupo de chicas, «tenemos que ponernos a tono». A medida que avanza la tarde, el calor empieza a ser un poco más llevadero.

De lejos se escuchan las pruebas de sonido que marcarán el éxito o fracaso de las actuaciones. Imposible no tener ganas de disfrutar de la música en vivo.

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